Política

Protesta juvenil, transición y Constituyente

hcmujica@gmail.com
Protesta juvenil, transición y Constituyente
Protesta juvenil, transición y Constituyente
18 de noviembre del 2020

Protesta juvenil, transición y Constituyente

La caudalosa marea juvenil que derrumbó los muy endebles goznes que soportaban al golpista Manuel Merino, por calles y plazas de todo el Perú, costó la vida de dos muchachos, Jack Pintado e Inti Sotelo. Ambos simbolizan las jornadas de lucha imbatible aún a pesar de carroñeros que pretenden enlodar la legitimidad de la juventud votando con los pies.

Los fascistas conservadores con sus coordinadoras republicanas y sicarios asalariados en las redes sociales, vomitan mentiras y difamaciones. Quieren convertir la suciedad arcaica de sus patrones, en “opinión”, “tendencia”, “verdad”. Cuando el esperpento pretende dictar cátedra, aparece su pasado saltimbanqui y oportunista. ¡Miserables!

El gobierno que preside Francisco Sagasti tiene una definición precisa: de transición. Y eso significa un timón en la nave del Ejecutivo hasta el 11 de abril electoral. Ningún milagro ni voltereta espectacular podrá ser posible en los escasos meses que faltan. Abrigar la idea de que algo de eso pueda ocurrir, es demagógico e irresponsable.

Los extremistas de toda banda procurarán con sus solicitudes extravagantes poner piedras a Sagasti. En eso consiste la supervivencia de estos mediocres, 105 de los cuales, no entendieron que el señor Vizcarra iba, de todos modos, ante los tribunales por la presunta comisión de delitos y que había que esperar. Lo acontecido y la violencia subsiguientes prueban la fehaciente estupidez y miopía de esos legisladores.

Nuestra juventud sabe a qué oponerse. Inferir que sabe qué es lo que quiere aún está en el plano de las indefiniciones. El alma de los jóvenes sí ha comprobado que los viejos dinosaurios de la política peruana, no sirven para nada, sólo para el tráfico de influencia, el robo científico en todos los gobiernos y el divorcio con los millones de millones más pobres ha sido más que evidente, una realidad lacerante.

La patética realidad de la cancelación de las generaciones que tienen de 50 años en más, es un axioma irrefutable. ¡Son seres anacrónicos, mediocres, anquilosados!

Hay algunos que seguirán en la retaguardia y los jóvenes a la vanguardia. El mundo es de los que llegan con la aureola de victorias populares y 2 mártires caídos por la acción violenta y abusiva.

Desde 1993 Perú vive constreñido a una llamada Carta Magna que acuñó el imperio del capitalismo salvaje, puso de lado al Estado y fue piedra filosofal para exterminar a los sindicatos, criminalizar la protesta, elevar a fe milagrosa el afán de lucro, el individualismo y amparar la estupidez sobresaliente de ministros, legisladores y presidentes que podían robar impunemente los dineros del pueblo.

Ese sistema y esa Constitución ¡no dan para más!

Si las elecciones generales ya están convocadas ¿dónde se inscribe la posibilidad de una Asamblea Constituyente que aspire a un Perú más libre, justo y culto?, ¿en paralelo con el Congreso que se elegirá el 11 de abril? Hay, por último, convicción ¿de qué se trata una Constituyente?

No pocos abogados y esos huachafos que se hacen llamar “constitucionalistas”, se afilan las uñas porque sienten como un “derecho” el pertenecer a ese cuerpo legislativo. ¿Vamos a dejar al Perú, como desde hace 200 años, en manos de jurisconsultos insensibles y picapleitos y abdicar de la pertinente e insustituible discusión política?

A la juventud nuestro homenaje y subrayada expresión que un proceso de transición, es apenas un vestíbulo para llegar a otra meta superior.

La esperanza de un amanecer nuevo, luego de la actuación por cientos de miles de muchachos en calles y plazas, renació con el albor patrio de un Perú vivible y soberano en la construcción de su destino.

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La caudalosa marea juvenil que derrumbó los muy endebles goznes que soportaban al golpista Manuel Merino, por calles y plazas de todo el Perú, costó la vida de dos muchachos, Jack Pintado e Inti Sotelo. Ambos simbolizan las jornadas de lucha imbatible aún a pesar de carroñeros que pretenden enlodar la legitimidad de la juventud votando con los pies.

Los fascistas conservadores con sus coordinadoras republicanas y sicarios asalariados en las redes sociales, vomitan mentiras y difamaciones. Quieren convertir la suciedad arcaica de sus patrones, en “opinión”, “tendencia”, “verdad”. Cuando el esperpento pretende dictar cátedra, aparece su pasado saltimbanqui y oportunista. ¡Miserables!

El gobierno que preside Francisco Sagasti tiene una definición precisa: de transición. Y eso significa un timón en la nave del Ejecutivo hasta el 11 de abril electoral. Ningún milagro ni voltereta espectacular podrá ser posible en los escasos meses que faltan. Abrigar la idea de que algo de eso pueda ocurrir, es demagógico e irresponsable.

Los extremistas de toda banda procurarán con sus solicitudes extravagantes poner piedras a Sagasti. En eso consiste la supervivencia de estos mediocres, 105 de los cuales, no entendieron que el señor Vizcarra iba, de todos modos, ante los tribunales por la presunta comisión de delitos y que había que esperar. Lo acontecido y la violencia subsiguientes prueban la fehaciente estupidez y miopía de esos legisladores.

Nuestra juventud sabe a qué oponerse. Inferir que sabe qué es lo que quiere aún está en el plano de las indefiniciones. El alma de los jóvenes sí ha comprobado que los viejos dinosaurios de la política peruana, no sirven para nada, sólo para el tráfico de influencia, el robo científico en todos los gobiernos y el divorcio con los millones de millones más pobres ha sido más que evidente, una realidad lacerante.

La patética realidad de la cancelación de las generaciones que tienen de 50 años en más, es un axioma irrefutable. ¡Son seres anacrónicos, mediocres, anquilosados!

Hay algunos que seguirán en la retaguardia y los jóvenes a la vanguardia. El mundo es de los que llegan con la aureola de victorias populares y 2 mártires caídos por la acción violenta y abusiva.

Desde 1993 Perú vive constreñido a una llamada Carta Magna que acuñó el imperio del capitalismo salvaje, puso de lado al Estado y fue piedra filosofal para exterminar a los sindicatos, criminalizar la protesta, elevar a fe milagrosa el afán de lucro, el individualismo y amparar la estupidez sobresaliente de ministros, legisladores y presidentes que podían robar impunemente los dineros del pueblo.

Ese sistema y esa Constitución ¡no dan para más!

Si las elecciones generales ya están convocadas ¿dónde se inscribe la posibilidad de una Asamblea Constituyente que aspire a un Perú más libre, justo y culto?, ¿en paralelo con el Congreso que se elegirá el 11 de abril? Hay, por último, convicción ¿de qué se trata una Constituyente?

No pocos abogados y esos huachafos que se hacen llamar “constitucionalistas”, se afilan las uñas porque sienten como un “derecho” el pertenecer a ese cuerpo legislativo. ¿Vamos a dejar al Perú, como desde hace 200 años, en manos de jurisconsultos insensibles y picapleitos y abdicar de la pertinente e insustituible discusión política?

A la juventud nuestro homenaje y subrayada expresión que un proceso de transición, es apenas un vestíbulo para llegar a otra meta superior.

La esperanza de un amanecer nuevo, luego de la actuación por cientos de miles de muchachos en calles y plazas, renació con el albor patrio de un Perú vivible y soberano en la construcción de su destino.

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