Política

¡Ladrones de la fe pública!

hcmujica@gmail.com
contrafepública
7 de agosto del 2023

Informe
Señal de Alerta-Herbert Mujica Rojas
8-8-2023

¡Ladrones de la fe pública!

¿Qué tipo de pena se aplica a quienes le roban la fe a los pueblos? ¿A esos que merced a la demagogia prometen cualquier cosa y una vez en el mando, olvidan todo? ¿Enajenarle la confianza, la seguridad, la fe en sí mismo, la risa y el horizonte, a un pueblo, no es acaso uno de los mayores crímenes jamás castigados desde hace 202 años en Perú?

Algunas personas, de seguro con bondad, pretenden refutar la sentencia que retrata al país como una cueva de bandidos. Pero los hechos dicen otra cosa. ¿Cuántos ex ministros, diputados, senadores, alcaldes, gobernadores, en su paso depredador por la cosa pública, no hicieron sino aumentar en toneladas el volumen de sus asaltos y robos del bien de la ciudadanía?

¿Qué podemos decir de decenas de ex presidentes que tornaron célebres no por las obras que acometieron sino por los recurrentes robos al erario nacional? Sobrevaloraron el cemento, la grifería, los servicios tercerizados, aparecieron con autos nuevos y de lujo, viajaron por el mundo con rudimentos menos que básicos del castellano y produjeron ridículos a granel porque no arribaron al puesto para construir al Perú, en cambio sí lo zahirieron malamente.

Dicen que todos somos iguales ante la ley, pero los ladrones retrucan: pero algunos somos más iguales que otros. Y a ellos no alcanza la ley y sí más bien la benevolencia de jueces que se compran en dólares o euros y con depósito en paraísos fiscales.

Como a una patota de recipendiarios de dinero de Odebrecht les “indigna” que los consideren organización criminal y por toda defensa argumentan que cuando el suceso, eso no era ilícito, ni les inquieta el reconocimiento que sí gozaron de los fondos sucios de una firma brasilera que no daba limosnas a mendigos ávidos, sólo por un gesto dadivoso. ¡Pamplinas!

Cualquier dinero disfrazado de aporte, tiene en sí mismo, el germen de la coima, de la compra de conciencias y el soborno a venales que muestran desfachatez y montan en “ira”. Acaso la cólera se debe a que no “exigieron” más. ¡Sinverguenzas!

Algunas veces he escrito sobre el fusilamiento moral a estos caraduras que se reciclan hábilmente con la ayuda de los miedos de comunicación, agencias de publicidad y los fondos de empresas sucias que saben que deben “invertir” en estos monigotes porque son los que defenderán las leyes con nombre propio contra los intereses de las mayorías.

El fusilamiento moral es un ejercicio que promueve la identificación de estos forajidos de manera pública y a quienes debe repelerse por donde pasen: restaurantes, lugares abiertos, clubes o estadios. Los códices no alcanzan a la solidaridad o espíritu de cuerpo que los réprobos maquinan para que jamás les ataque el castigo.

¿De qué otro modo se explica que connotados ex parlamentarios que visitaban a fenicios extranjeros en sus hoteles no para hacer negocios sino para elaborar formas de asaltar al Perú estén libres por las calles de todo el país?

Los miedos que deben favores de diversa laya, han endiosado a genuinos débiles mentales que siguen creyendo que la función pública es el mejor modo de volverse millonarios sin el esfuerzo de la tarea tesonera que lleva años. Para aquellos el Estado y los gobiernos, son un botín y actúan como filibusteros y piratas contra el propio pueblo.

No se quedan atrás los grandes estudios de abogángsteres, los mismos que están detrás de cada concesión de los recursos renovables y no renovables, empresas, industrias de toda índole a precios viles y comisiones altas para los intermediarios (ellos). Las privatizaciones a barrer desde los años delictivos del régimen fujimorista, reconocen nombre y apellido de esas mafias.

¡Haga usted la prueba y pregunte a quien está a su lado: ¿qué es ser peruano? y se sorprenderá de las mil y un respuestas distintas!

Piense ¿qué de común hay entre un poblador selvático y otro que vive en la altiplanicie? Cada quien afronta sus retos pero la casualidad que los junta es una bandera, un himno que se canta mal y una llamada historia común que es parte del mosaico inmenso que conforman las historias locales, todas valiosas y heroicas.

Si hay una constante en el Perú desde 1821, aquella es la producción de bandidos a mansalva, asaltantes a granel, sinverguenzas por toneladas. Otra cosa es que muchos de esos miserables pertenecieran a los grandes cogollos que se llamaron respetables y de familia y que por tanto eran intocables.

Gran parte de nuestros historiadores no cruza la delicada línea que rompe el pacto infame y tácito de hablar a media voz. Lazos consanguíneos, parentelas y amistades convenientes, signan variaciones de una sinfonía infame a la que se disimula con toneladas de escritos y elogios.

 

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8-8-2023

¡Ladrones de la fe pública!

¿Qué tipo de pena se aplica a quienes le roban la fe a los pueblos? ¿A esos que merced a la demagogia prometen cualquier cosa y una vez en el mando, olvidan todo? ¿Enajenarle la confianza, la seguridad, la fe en sí mismo, la risa y el horizonte, a un pueblo, no es acaso uno de los mayores crímenes jamás castigados desde hace 202 años en Perú?

Algunas personas, de seguro con bondad, pretenden refutar la sentencia que retrata al país como una cueva de bandidos. Pero los hechos dicen otra cosa. ¿Cuántos ex ministros, diputados, senadores, alcaldes, gobernadores, en su paso depredador por la cosa pública, no hicieron sino aumentar en toneladas el volumen de sus asaltos y robos del bien de la ciudadanía?

¿Qué podemos decir de decenas de ex presidentes que tornaron célebres no por las obras que acometieron sino por los recurrentes robos al erario nacional? Sobrevaloraron el cemento, la grifería, los servicios tercerizados, aparecieron con autos nuevos y de lujo, viajaron por el mundo con rudimentos menos que básicos del castellano y produjeron ridículos a granel porque no arribaron al puesto para construir al Perú, en cambio sí lo zahirieron malamente.

Dicen que todos somos iguales ante la ley, pero los ladrones retrucan: pero algunos somos más iguales que otros. Y a ellos no alcanza la ley y sí más bien la benevolencia de jueces que se compran en dólares o euros y con depósito en paraísos fiscales.

Como a una patota de recipendiarios de dinero de Odebrecht les “indigna” que los consideren organización criminal y por toda defensa argumentan que cuando el suceso, eso no era ilícito, ni les inquieta el reconocimiento que sí gozaron de los fondos sucios de una firma brasilera que no daba limosnas a mendigos ávidos, sólo por un gesto dadivoso. ¡Pamplinas!

Cualquier dinero disfrazado de aporte, tiene en sí mismo, el germen de la coima, de la compra de conciencias y el soborno a venales que muestran desfachatez y montan en “ira”. Acaso la cólera se debe a que no “exigieron” más. ¡Sinverguenzas!

Algunas veces he escrito sobre el fusilamiento moral a estos caraduras que se reciclan hábilmente con la ayuda de los miedos de comunicación, agencias de publicidad y los fondos de empresas sucias que saben que deben “invertir” en estos monigotes porque son los que defenderán las leyes con nombre propio contra los intereses de las mayorías.

El fusilamiento moral es un ejercicio que promueve la identificación de estos forajidos de manera pública y a quienes debe repelerse por donde pasen: restaurantes, lugares abiertos, clubes o estadios. Los códices no alcanzan a la solidaridad o espíritu de cuerpo que los réprobos maquinan para que jamás les ataque el castigo.

¿De qué otro modo se explica que connotados ex parlamentarios que visitaban a fenicios extranjeros en sus hoteles no para hacer negocios sino para elaborar formas de asaltar al Perú estén libres por las calles de todo el país?

Los miedos que deben favores de diversa laya, han endiosado a genuinos débiles mentales que siguen creyendo que la función pública es el mejor modo de volverse millonarios sin el esfuerzo de la tarea tesonera que lleva años. Para aquellos el Estado y los gobiernos, son un botín y actúan como filibusteros y piratas contra el propio pueblo.

No se quedan atrás los grandes estudios de abogángsteres, los mismos que están detrás de cada concesión de los recursos renovables y no renovables, empresas, industrias de toda índole a precios viles y comisiones altas para los intermediarios (ellos). Las privatizaciones a barrer desde los años delictivos del régimen fujimorista, reconocen nombre y apellido de esas mafias.

¡Haga usted la prueba y pregunte a quien está a su lado: ¿qué es ser peruano? y se sorprenderá de las mil y un respuestas distintas!

Piense ¿qué de común hay entre un poblador selvático y otro que vive en la altiplanicie? Cada quien afronta sus retos pero la casualidad que los junta es una bandera, un himno que se canta mal y una llamada historia común que es parte del mosaico inmenso que conforman las historias locales, todas valiosas y heroicas.

Si hay una constante en el Perú desde 1821, aquella es la producción de bandidos a mansalva, asaltantes a granel, sinverguenzas por toneladas. Otra cosa es que muchos de esos miserables pertenecieran a los grandes cogollos que se llamaron respetables y de familia y que por tanto eran intocables.

Gran parte de nuestros historiadores no cruza la delicada línea que rompe el pacto infame y tácito de hablar a media voz. Lazos consanguíneos, parentelas y amistades convenientes, signan variaciones de una sinfonía infame a la que se disimula con toneladas de escritos y elogios.

 

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