Informe
Señal de Alerta-Herbert Mujica Rojas
27-5-2024
En modo abuelo II
Tres años atrás, el 27-5-2021 nació Emilia Alejandra y en Estrenando (por escrito) la abuelidad (https://bit.ly/3oTS9oQ), redacté algunas líneas celebratorias:
Llegó, (escribo a los padres, Alejandra y Alonso): “iniciando lo que será felicidad renovada, esperanza fructífera, luz de un porvenir que hoy alumbra con más potentes y renovados faros. ¡Por hoy los puristas del castellano, pueden irse a freír monos! La abuelidad es una estación en los Caminos de Nuestra Señora la Vida, a la que acabo de ingresar, humilde y contento.
He oído múltiples versiones de qué se siente cuando ganamos el rango de abuelo o abuela. ¡Qué raro!, yo no siento nada, pero sí me he visto en la dulce tarea de poner en blanco y negro el testimonio sobre el pórtico que con una nueva vida nos muestra caminos, alamedas, trochas por las que discurrir, de ahora en adelante.
La dulce niña de entonces, Emilia, cumple hoy 3 años. Y canta, baila, ríe y habla con mucha soltura y magnífica pronunciación.
Pero estamos en modo abuelos II porque el 12 de febrero de este año 2024, Matías Alonso nació y nos suscitó alegría formidable. (Ya puedo regalarle la pelota de fútbol escondida por un trienio).
Había escrito en el texto referido:
“En meses anteriores y premunido de la hermosa noticia que se nos venía la abuelidad, fui a varias tiendas para escoger la mejor pelota. Los hombres simples casi siempre deseamos que el nuevo ciudadano sea varón. En este episodio no fue así, por tanto, la alegría de una niña redobló nuestro júbilo”.
A medida que enhebro estos cortos párrafos sí compruebo que hay alertas y señuelos que nos recuerdan que el tiempo ha pasado y que son otros los protagonistas porque la rueda incesante y vital es así: gira y gira y en esas evoluciones hay que hallar los caminos. No es el cabello níveo tan solo, es que el nacimiento de Emilia y el de Matías, otorga sentido, profundidad, determinación para seguir estando orgullosos de nuestra estirpe de buenos hombres y mujeres.
Las y los abuelos, bisabuelos, Erika, Elvira, Herbert, María, Aída y Francisco pueden dar testimonio que la vida continúa porque las semillas fructificaron y testimonios de aquello son, qué duda cabe, Emilia y Matías.
Cuando semanas atrás, una de las abuelitas preguntó a Emilia si Matías quería torta, ella contestó muy segura: “él no come torta porque no tiene dientes”. La respuesta fue demoledoramente lógica y muy divertida.
Por años escuché los relatos de amigos que habían estrenado su abuelidad. Y las anécdotas van desde jugar en el piso, darles biberón, como pasear a los párvulos por parques y calles. Aún lejos, y sé de casos, los padres de los padres, reproducen vivencias que prodigaron a los hijos hoy capitanes de familia.
De autor anónimo, encontré estas líneas:
Abuelos que miman
que regalan tiempo y regalan vida.
¡Abuelas, Abuelos!
Sus nietos felices, esperan ansiosos
abrazos mimosos,
caricias de ensueño, regalos curiosos
y cuentos sabrosos.
Abuelos maestros, abuelos viajeros.
¡Abuelas, Abuelos!
Que escriben historias y que cuentan cuentos.
Los dulces momentos,
con fuertes aplausos, les agradecemos.
Y el año que viene
con brazos abiertos los esperaremos
¡Abuelas, Abuelos!
Alejandra y Alonso: a ustedes toca la hermosa responsabilidad de bruñir los diamantes que les acompañan desde hace tres años, Emilia y algo más de 3 meses, Matías.
Concebidos en amor, deberán crecer en una sinfonía que reconozca las etapas naturales de una relación de pareja. Que nunca se pierda la antorcha luminosa que les llevó a unirse en matrimonio porque será también esa virtud la que arropará y enorgullecerá a Emilia y Matías, nuestros nietos.
Amigos: confío en no robarles tiempo de lectura con algo que pueda no ser de su amable atención, pero la ternura sí es una alameda, un camino a compartir.
A los compatriotas que son abuelos y abuelas, aquí, a la distancia o en el silencio y que desde hace largos años, reciben el literal bombardeo de noticias, denuncias, reflexiones, críticas con que suelo homenajearles sin que me lo pidan, tempranísimo todas las mañanas, un saludo en este aniversario 3 de Emilia.
Y si algún purista aún tiene ganas de impugnar el término abuelidad, ya lo anuncié líneas antes: que se vaya a freír monos.
¡Viva la vida!
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Señal de Alerta-Herbert Mujica Rojas
27-5-2024
En modo abuelo II
Tres años atrás, el 27-5-2021 nació Emilia Alejandra y en Estrenando (por escrito) la abuelidad (https://bit.ly/3oTS9oQ), redacté algunas líneas celebratorias:
Llegó, (escribo a los padres, Alejandra y Alonso): “iniciando lo que será felicidad renovada, esperanza fructífera, luz de un porvenir que hoy alumbra con más potentes y renovados faros. ¡Por hoy los puristas del castellano, pueden irse a freír monos! La abuelidad es una estación en los Caminos de Nuestra Señora la Vida, a la que acabo de ingresar, humilde y contento.
He oído múltiples versiones de qué se siente cuando ganamos el rango de abuelo o abuela. ¡Qué raro!, yo no siento nada, pero sí me he visto en la dulce tarea de poner en blanco y negro el testimonio sobre el pórtico que con una nueva vida nos muestra caminos, alamedas, trochas por las que discurrir, de ahora en adelante.
La dulce niña de entonces, Emilia, cumple hoy 3 años. Y canta, baila, ríe y habla con mucha soltura y magnífica pronunciación.
Pero estamos en modo abuelos II porque el 12 de febrero de este año 2024, Matías Alonso nació y nos suscitó alegría formidable. (Ya puedo regalarle la pelota de fútbol escondida por un trienio).
Había escrito en el texto referido:
“En meses anteriores y premunido de la hermosa noticia que se nos venía la abuelidad, fui a varias tiendas para escoger la mejor pelota. Los hombres simples casi siempre deseamos que el nuevo ciudadano sea varón. En este episodio no fue así, por tanto, la alegría de una niña redobló nuestro júbilo”.
A medida que enhebro estos cortos párrafos sí compruebo que hay alertas y señuelos que nos recuerdan que el tiempo ha pasado y que son otros los protagonistas porque la rueda incesante y vital es así: gira y gira y en esas evoluciones hay que hallar los caminos. No es el cabello níveo tan solo, es que el nacimiento de Emilia y el de Matías, otorga sentido, profundidad, determinación para seguir estando orgullosos de nuestra estirpe de buenos hombres y mujeres.
Las y los abuelos, bisabuelos, Erika, Elvira, Herbert, María, Aída y Francisco pueden dar testimonio que la vida continúa porque las semillas fructificaron y testimonios de aquello son, qué duda cabe, Emilia y Matías.
Cuando semanas atrás, una de las abuelitas preguntó a Emilia si Matías quería torta, ella contestó muy segura: “él no come torta porque no tiene dientes”. La respuesta fue demoledoramente lógica y muy divertida.
Por años escuché los relatos de amigos que habían estrenado su abuelidad. Y las anécdotas van desde jugar en el piso, darles biberón, como pasear a los párvulos por parques y calles. Aún lejos, y sé de casos, los padres de los padres, reproducen vivencias que prodigaron a los hijos hoy capitanes de familia.
De autor anónimo, encontré estas líneas:
Abuelos que miman
que regalan tiempo y regalan vida.
¡Abuelas, Abuelos!
Sus nietos felices, esperan ansiosos
abrazos mimosos,
caricias de ensueño, regalos curiosos
y cuentos sabrosos.
Abuelos maestros, abuelos viajeros.
¡Abuelas, Abuelos!
Que escriben historias y que cuentan cuentos.
Los dulces momentos,
con fuertes aplausos, les agradecemos.
Y el año que viene
con brazos abiertos los esperaremos
¡Abuelas, Abuelos!
Alejandra y Alonso: a ustedes toca la hermosa responsabilidad de bruñir los diamantes que les acompañan desde hace tres años, Emilia y algo más de 3 meses, Matías.
Concebidos en amor, deberán crecer en una sinfonía que reconozca las etapas naturales de una relación de pareja. Que nunca se pierda la antorcha luminosa que les llevó a unirse en matrimonio porque será también esa virtud la que arropará y enorgullecerá a Emilia y Matías, nuestros nietos.
Amigos: confío en no robarles tiempo de lectura con algo que pueda no ser de su amable atención, pero la ternura sí es una alameda, un camino a compartir.
A los compatriotas que son abuelos y abuelas, aquí, a la distancia o en el silencio y que desde hace largos años, reciben el literal bombardeo de noticias, denuncias, reflexiones, críticas con que suelo homenajearles sin que me lo pidan, tempranísimo todas las mañanas, un saludo en este aniversario 3 de Emilia.
Y si algún purista aún tiene ganas de impugnar el término abuelidad, ya lo anuncié líneas antes: que se vaya a freír monos.
¡Viva la vida!