Política

Testarudo Rafael López Aliaga

hcmujica@gmail.com
Testarudo Rafael López Aliaga
Testarudo Rafael López Aliaga
26 de octubre del 2021

Testarudo Rafael López Aliaga

El ex candidato Rafael López Aliaga hizo gala, una vez más, de su vocación testaruda para entender que hay reglas cuya obediencia deben seguir todos. Hasta el más desavisado sabe que no se puede estacionar o meterse en la vía exclusiva del Metropolitano. Alegar, además, que tenía “autorización” para semejante demostración de terquedad, le hacen poco favor a su autoproclamada candidatura a la alcaldía de Lima.

El razonamiento es simple, directo y muy a la inversa de su actitud dogmática y soberbia: si es inepto hasta para comprender lo elemental que significa vía exclusiva dónde no se debe estacionar, ¿cómo haría desde la tribuna de la mayor alcaldía del país? Predecir un despelote no es una adivinanza. Es una certeza.

En Perú hay individuos a quienes la posesión de ingente patrimonio dinerario o inmobiliario nutre su mente tornándola autista, ensoberbecida, dogmática. Dueños de la verdad imbatible, no hay cómo sacarlos de semejante covacha de esperpentos de fe, diríase erre con erre, por la pseudo razón que su billete les cubre con una pátina de imbatibilidad a prueba de balas.

¿Ya pagó lo que debía en impuestos a la Sunat? Dijo hasta la saciedad que no había sido notificado pero las deudas son desde varios años atrás. Cualquiera con una pizca de inteligencia sabe muy bien que hay una entidad que es particularmente puntual en sus reclamos: la Sunat. La especie que no supo del asunto es como para exclamar ¡a otro perro con ese hueso!

La ortodoxia fanatizada de que hacen gala grupos matonescos es un peligro que ataca a la sociedad peruana. Hay casos individuales e insolentes como el que comentamos. Pero los hay en pandillas capaces, en cualquier momento, de producir asesinatos en nombre de “principios” torcidos y que la autoridad no reprime hasta hoy porque son amenazas letales contra la salud mental y física del ambiente social y cotidiano del Perú.

Somos el país del después, nunca del antes o de la prevención. Lloramos a mares y nos especializamos en los pésames más plañideros y casi siempre ante tragedias que pudimos prevenir. ¿Qué se escucha en los noticieros a partir de las 5 am? Los ajustes de cuentas en que mueren por tiroteos individuos, hombres y mujeres, son moneda común en Lima y en el resto del país. ¿Alguien puede refutar esta exposición?

Hilo visible de esta intolerancia, con mucho dinero y bienes, el señor López Aliaga anunció su carrera hacia la alcaldía de la capital. Tiene cómo sufragar cualquier campaña y mantener a los activistas, comprar las banderolas, alquilar plumas y ujieres pro domo sua. Subrayar que sus creencias son fundamentalistas, totalitarias y antihistóricas, no es ningún descubrimiento. No obstante parecía algo más reflexivo, su invasión del carril del Metropolitano, le ha devuelto a los confines de su vocación totalitaria.

¿Qué hacen los clubes electorales aparte de apuñalarse entre sí y expulsarse de sus inmorales cuevas cómplices del derrumbe político que vive el país desde hace más de cuatro décadas? La respuesta es directa: ¡nada de nada! Sin polemistas o ideólogos, huérfanos de ejemplo que dar ante la ciudadanía y el 95% pasible de ser llamados rateros y estafadores, protagonizan un repliegue insano ante el avance de las amenazas de quienes alegan vocaciones religiosas, cilicios, autoflagelamientos, escamoteo pícaro al pago de impuestos y hace pocas horas, para colmo de colmos, la invasión de una ruta exclusiva para el transporte Metropolitano de Lima.

La siembra de vientos augura una inefable cosecha de tempestades.

Estamos avisados. Gimoteos y llantos, cuanto que lamentaciones e imprecaciones serán absolutamente inútiles.

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El ex candidato Rafael López Aliaga hizo gala, una vez más, de su vocación testaruda para entender que hay reglas cuya obediencia deben seguir todos. Hasta el más desavisado sabe que no se puede estacionar o meterse en la vía exclusiva del Metropolitano. Alegar, además, que tenía “autorización” para semejante demostración de terquedad, le hacen poco favor a su autoproclamada candidatura a la alcaldía de Lima.

El razonamiento es simple, directo y muy a la inversa de su actitud dogmática y soberbia: si es inepto hasta para comprender lo elemental que significa vía exclusiva dónde no se debe estacionar, ¿cómo haría desde la tribuna de la mayor alcaldía del país? Predecir un despelote no es una adivinanza. Es una certeza.

En Perú hay individuos a quienes la posesión de ingente patrimonio dinerario o inmobiliario nutre su mente tornándola autista, ensoberbecida, dogmática. Dueños de la verdad imbatible, no hay cómo sacarlos de semejante covacha de esperpentos de fe, diríase erre con erre, por la pseudo razón que su billete les cubre con una pátina de imbatibilidad a prueba de balas.

¿Ya pagó lo que debía en impuestos a la Sunat? Dijo hasta la saciedad que no había sido notificado pero las deudas son desde varios años atrás. Cualquiera con una pizca de inteligencia sabe muy bien que hay una entidad que es particularmente puntual en sus reclamos: la Sunat. La especie que no supo del asunto es como para exclamar ¡a otro perro con ese hueso!

La ortodoxia fanatizada de que hacen gala grupos matonescos es un peligro que ataca a la sociedad peruana. Hay casos individuales e insolentes como el que comentamos. Pero los hay en pandillas capaces, en cualquier momento, de producir asesinatos en nombre de “principios” torcidos y que la autoridad no reprime hasta hoy porque son amenazas letales contra la salud mental y física del ambiente social y cotidiano del Perú.

Somos el país del después, nunca del antes o de la prevención. Lloramos a mares y nos especializamos en los pésames más plañideros y casi siempre ante tragedias que pudimos prevenir. ¿Qué se escucha en los noticieros a partir de las 5 am? Los ajustes de cuentas en que mueren por tiroteos individuos, hombres y mujeres, son moneda común en Lima y en el resto del país. ¿Alguien puede refutar esta exposición?

Hilo visible de esta intolerancia, con mucho dinero y bienes, el señor López Aliaga anunció su carrera hacia la alcaldía de la capital. Tiene cómo sufragar cualquier campaña y mantener a los activistas, comprar las banderolas, alquilar plumas y ujieres pro domo sua. Subrayar que sus creencias son fundamentalistas, totalitarias y antihistóricas, no es ningún descubrimiento. No obstante parecía algo más reflexivo, su invasión del carril del Metropolitano, le ha devuelto a los confines de su vocación totalitaria.

¿Qué hacen los clubes electorales aparte de apuñalarse entre sí y expulsarse de sus inmorales cuevas cómplices del derrumbe político que vive el país desde hace más de cuatro décadas? La respuesta es directa: ¡nada de nada! Sin polemistas o ideólogos, huérfanos de ejemplo que dar ante la ciudadanía y el 95% pasible de ser llamados rateros y estafadores, protagonizan un repliegue insano ante el avance de las amenazas de quienes alegan vocaciones religiosas, cilicios, autoflagelamientos, escamoteo pícaro al pago de impuestos y hace pocas horas, para colmo de colmos, la invasión de una ruta exclusiva para el transporte Metropolitano de Lima.

La siembra de vientos augura una inefable cosecha de tempestades.

Estamos avisados. Gimoteos y llantos, cuanto que lamentaciones e imprecaciones serán absolutamente inútiles.

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