Política

¿Clase política cuál clase?

hcmujica@gmail.com
¿Clase política, cuál clase?
¿Clase política, cuál clase?
30 de agosto del 2022

¿Clase política cuál clase?

Con frecuencia atroz se dice y repite bobamente en los miedos de comunicación, tanto orales, visuales y escritos, que “la clase política” dice esto o lo otro.

¿Clase política, cuál clase?

Si una clase social se define por el papel que ocupan en la producción de cualquier sistema, habría que convenir que los políticos tan feraces en la emisión de naderías y ridículos, no pueden ser catalogados como clase porque simple y llanamente no producen, absolutamente nada.

Javier Valle Riestra precisó años atrás una definición más exacta:

“Es que la casta política no tiene más visión ni más meta que el reparto de escaños, de fajines ministeriales y de embajadas. Ellos aspiran a ser los príncipes de una monarquía siútica (cursi), hortera (de mal gusto), huachafa, que dura cinco años. Entre ellos se aplauden; entre ellos se festejan, entre ellos se encuestan. Lógicamente que están totalmente engañados. El país real marcha por otro riel, por otro lado, tal como lo anunciara hace 25 años Matos Mar. Por un lado el Perú de la bancocracia y de la Iglesia, el Perú de la burocracia costeña, y por otro lado el Perú informal, el del trueque, de adoración a santos no canonizados, que es el que va a terminar deglutiéndose al primero. Ya lo he dicho varias veces: en este banquete no ven lo que dice el firmamento, como en Babilonia: mane thecel fares (tus días están contados).”

Me permitiría aventurar que el 95% de nuestros políticos está huérfano de horizonte histórico. Pretende dar leyes a través de morisquetas de mal gusto o maromas con dedicatoria. O simplemente empujan la vacancia, su onanismo es notorio.

Manuel Seoane hablaba de planes nacionales pero no para lustros o quinquenios cómplices sino para décadas y que en estos debía estar el prisma político en su conjunto.

Obviamente la escuela política brilla por su ausencia porque los partidos han abdicado de su tarea educadora de líderes integrales y enterizos. Perú se caracteriza, desde hace casi 30 años, en la lucha tribal y canibalesca de grupúsculos que inventan cómo sobrevivir a través de ONGs capta-dólares o contratos de asesoría o licitación con nombre propio con el Estado.

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Con frecuencia atroz se dice y repite bobamente en los miedos de comunicación, tanto orales, visuales y escritos, que “la clase política” dice esto o lo otro.

¿Clase política, cuál clase?

Si una clase social se define por el papel que ocupan en la producción de cualquier sistema, habría que convenir que los políticos tan feraces en la emisión de naderías y ridículos, no pueden ser catalogados como clase porque simple y llanamente no producen, absolutamente nada.

Javier Valle Riestra precisó años atrás una definición más exacta:

“Es que la casta política no tiene más visión ni más meta que el reparto de escaños, de fajines ministeriales y de embajadas. Ellos aspiran a ser los príncipes de una monarquía siútica (cursi), hortera (de mal gusto), huachafa, que dura cinco años. Entre ellos se aplauden; entre ellos se festejan, entre ellos se encuestan. Lógicamente que están totalmente engañados. El país real marcha por otro riel, por otro lado, tal como lo anunciara hace 25 años Matos Mar. Por un lado el Perú de la bancocracia y de la Iglesia, el Perú de la burocracia costeña, y por otro lado el Perú informal, el del trueque, de adoración a santos no canonizados, que es el que va a terminar deglutiéndose al primero. Ya lo he dicho varias veces: en este banquete no ven lo que dice el firmamento, como en Babilonia: mane thecel fares (tus días están contados).”

Me permitiría aventurar que el 95% de nuestros políticos está huérfano de horizonte histórico. Pretende dar leyes a través de morisquetas de mal gusto o maromas con dedicatoria. O simplemente empujan la vacancia, su onanismo es notorio.

Manuel Seoane hablaba de planes nacionales pero no para lustros o quinquenios cómplices sino para décadas y que en estos debía estar el prisma político en su conjunto.

Obviamente la escuela política brilla por su ausencia porque los partidos han abdicado de su tarea educadora de líderes integrales y enterizos. Perú se caracteriza, desde hace casi 30 años, en la lucha tribal y canibalesca de grupúsculos que inventan cómo sobrevivir a través de ONGs capta-dólares o contratos de asesoría o licitación con nombre propio con el Estado.

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