Política

¿Vocación aficionada a la impunidad?

simberk025875@gmail.com
¿Vocación aficionada a la impunidad?
¿Vocación aficionada a la impunidad?
15 de septiembre del 2022

¿Vocación aficionada a la impunidad?

El doctor Francisco Celis Mendoza Ayma en quien el Estado ha confiado la administración de justicia, critica la prisión preventiva, reniega de esa medida cautelar y desacredita a esa reclusión provisoria.

Es decir, siendo miembro de una sala superior, profesor de la Academia de la Magistratura y capacitador del Ministerio de Justicia, el juez Mendoza descalifica a esa tutela cautelar. Aduce que esa medida ya no es la excepción, por cuanto, según su parecer, ya se ha convertido en “regla” general, por la “presión” que ejerce la sociedad mediatizada. Por tanto, considera él, que la prisión preventiva, se ha transmutado en “prisión pervertida”. Y, lo dice con total desparpajo desde su cómoda condición de magistrado superior y asalariado del Estado.

Claro está, que si esos argumentos que descalifican a la llamada prisión preventiva, provinieran de un abogado defensor de algún inculpado encarcelado, sería explicable, tolerable y hasta comprensible. Pero, como aquél que lo dice y lo sostiene es nada menos que un abogado a quien el Estado le ha concedido el título de juez para que en nombre de la nación pueda impartir justicia, ya no sólo resulta disgustoso, sino, claramente provocador. Puesto que, la prisión preventiva correctamente decidida, es la única disposición que es percibida como justa o justicia, tanto por los ciudadanos víctimas de los malhechores, como por los colectivos que han sufrido algún daño irreparable o perjuicio irremediable.
De modo que, si el doctor Mendoza es partidario de largos e interminables juicios, de prolongados e inacabables procesos, de lentos y dilatados litigios que llegan a su fin, cuando ya los agraviados o las víctimas han perdido la fe o la vida, o cuando ya los colectivos o las comunidades han quedado frustrados de encontrar justicia, pues entonces, por un asunto de coherencia, debe de renunciar a la judicatura y pasar a la fila de los letrados litigantes para que desde esa condición pueda entender por fin, que una tardía sentencia, casi ya no alberga en su esencia, el espíritu de justicia.
Además, con la renuncia a su función de juez, la judicatura no perdería a una luminaria de la justicia. Pues de su publicado artículo, se advierte que el doctor Mendoza no es de luces sino de sombras, y es probable que escriba únicamente para darse pistos. Ya que, los argumentos que esgrime para descalificar la prisión preventiva y denominarla con sarcasmo como la “prisión pervertida”, no resisten ningún análisis de rigor. Sus explicaciones, aparte de ser cafres paralogismos, revelan con absoluta claridad, no sólo su propia carencia de idoneidad para ejercer la función de magistrado, sino además, desnudan la flaqueza del propio sistema judicial. Y, veamos por qué.
En su artículo: “La prisión pervertida”, el doctor Mendoza Ayma asegura que las prisiones preventivas se dictan “presionadas” por las hordas mediáticas, y que por tanto, ya no responden a las necesidades cautelares de un proceso, sino a las necesidades de la noticia y la satisfacción morbosa del colectivo idiotizado y exacerbado por los medios.

Como bien puede notarse, el primer error en esta afirmación, es la generalización, la falta de especificación y la ausencia de exposición de un caso concreto a modo de verbigracia.

El segundo error es tácitamente una confesión de parte. Ya que, da a entender, que los jueces son tan timoratos, miedosos y casi pusilánimes que se dejan presionar, influir y manipular, tanto por los colectivos, como por los medios de comunicación. Por tanto, se colige que el sistema judicial no garantiza el estado de Derecho, ni al debido proceso.

El tercero, es una revelación de que los jueces son incapaces de encarar los procesos con juicio lógico y criterio ético, por cuanto ceden sus decisiones con facilidad, a la dirección hacia donde exigen los colectivos y los medios.

El cuarto error, es considerar a las prisiones preventivas como armas de combate de los “politicastros”, y creer que se dictan de acuerdo a las necesidades de la noticia y la satisfacción morbosa del colectivo idiotizado y exacerbado por los medios.

Como es evidente, esta última afirmación, revela con absoluta precisión la talla exacta del juez Mendoza Ayma. Puesto que lo dice con vulgar simpleza de pirómano, sabiendo que la prisión preventiva exige una rigurosa acreditación de hasta tres presupuestos o requisitos irrefutables. Y, que precisamente por eso, no todos los pedidos de la prisión preventiva que solicita el ministerio público, prosperan en los juzgados. Puesto que en muchos casos son desestimados por los jueces.

De manera que, si el doctor Mendoza Ayma, siendo magistrado y pieza del sistema judicial trata de desacreditar sin serios y rigurosos elementos de juicio, a la prisión preventiva, que lo entienda bien. Pues, esa tutela cautelar de la que él reniega por su tácita vocación aficionada a la impunidad, es la que le ha devuelto a la ciudadanía, algo de fe en la justicia del país.

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¿Vocación aficionada a la impunidad?

El doctor Francisco Celis Mendoza Ayma en quien el Estado ha confiado la administración de justicia, critica la prisión preventiva, reniega de esa medida cautelar y desacredita a esa reclusión provisoria.

Es decir, siendo miembro de una sala superior, profesor de la Academia de la Magistratura y capacitador del Ministerio de Justicia, el juez Mendoza descalifica a esa tutela cautelar. Aduce que esa medida ya no es la excepción, por cuanto, según su parecer, ya se ha convertido en “regla” general, por la “presión” que ejerce la sociedad mediatizada. Por tanto, considera él, que la prisión preventiva, se ha transmutado en “prisión pervertida”. Y, lo dice con total desparpajo desde su cómoda condición de magistrado superior y asalariado del Estado.

Claro está, que si esos argumentos que descalifican a la llamada prisión preventiva, provinieran de un abogado defensor de algún inculpado encarcelado, sería explicable, tolerable y hasta comprensible. Pero, como aquél que lo dice y lo sostiene es nada menos que un abogado a quien el Estado le ha concedido el título de juez para que en nombre de la nación pueda impartir justicia, ya no sólo resulta disgustoso, sino, claramente provocador. Puesto que, la prisión preventiva correctamente decidida, es la única disposición que es percibida como justa o justicia, tanto por los ciudadanos víctimas de los malhechores, como por los colectivos que han sufrido algún daño irreparable o perjuicio irremediable.
De modo que, si el doctor Mendoza es partidario de largos e interminables juicios, de prolongados e inacabables procesos, de lentos y dilatados litigios que llegan a su fin, cuando ya los agraviados o las víctimas han perdido la fe o la vida, o cuando ya los colectivos o las comunidades han quedado frustrados de encontrar justicia, pues entonces, por un asunto de coherencia, debe de renunciar a la judicatura y pasar a la fila de los letrados litigantes para que desde esa condición pueda entender por fin, que una tardía sentencia, casi ya no alberga en su esencia, el espíritu de justicia.
Además, con la renuncia a su función de juez, la judicatura no perdería a una luminaria de la justicia. Pues de su publicado artículo, se advierte que el doctor Mendoza no es de luces sino de sombras, y es probable que escriba únicamente para darse pistos. Ya que, los argumentos que esgrime para descalificar la prisión preventiva y denominarla con sarcasmo como la “prisión pervertida”, no resisten ningún análisis de rigor. Sus explicaciones, aparte de ser cafres paralogismos, revelan con absoluta claridad, no sólo su propia carencia de idoneidad para ejercer la función de magistrado, sino además, desnudan la flaqueza del propio sistema judicial. Y, veamos por qué.
En su artículo: “La prisión pervertida”, el doctor Mendoza Ayma asegura que las prisiones preventivas se dictan “presionadas” por las hordas mediáticas, y que por tanto, ya no responden a las necesidades cautelares de un proceso, sino a las necesidades de la noticia y la satisfacción morbosa del colectivo idiotizado y exacerbado por los medios.

Como bien puede notarse, el primer error en esta afirmación, es la generalización, la falta de especificación y la ausencia de exposición de un caso concreto a modo de verbigracia.

El segundo error es tácitamente una confesión de parte. Ya que, da a entender, que los jueces son tan timoratos, miedosos y casi pusilánimes que se dejan presionar, influir y manipular, tanto por los colectivos, como por los medios de comunicación. Por tanto, se colige que el sistema judicial no garantiza el estado de Derecho, ni al debido proceso.

El tercero, es una revelación de que los jueces son incapaces de encarar los procesos con juicio lógico y criterio ético, por cuanto ceden sus decisiones con facilidad, a la dirección hacia donde exigen los colectivos y los medios.

El cuarto error, es considerar a las prisiones preventivas como armas de combate de los “politicastros”, y creer que se dictan de acuerdo a las necesidades de la noticia y la satisfacción morbosa del colectivo idiotizado y exacerbado por los medios.

Como es evidente, esta última afirmación, revela con absoluta precisión la talla exacta del juez Mendoza Ayma. Puesto que lo dice con vulgar simpleza de pirómano, sabiendo que la prisión preventiva exige una rigurosa acreditación de hasta tres presupuestos o requisitos irrefutables. Y, que precisamente por eso, no todos los pedidos de la prisión preventiva que solicita el ministerio público, prosperan en los juzgados. Puesto que en muchos casos son desestimados por los jueces.

De manera que, si el doctor Mendoza Ayma, siendo magistrado y pieza del sistema judicial trata de desacreditar sin serios y rigurosos elementos de juicio, a la prisión preventiva, que lo entienda bien. Pues, esa tutela cautelar de la que él reniega por su tácita vocación aficionada a la impunidad, es la que le ha devuelto a la ciudadanía, algo de fe en la justicia del país.

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