Política

¡Tienen derecho a ser reaccionarios!

hcmujica@gmail.com
¡Tienen derecho a ser reaccionarios!
¡Tienen derecho a ser reaccionarios!
5 de junio del 2021

¡Tienen derecho a ser reaccionarios!

Los conservadores y sus múltiples expresiones de inmovilismo social, de privilegios intocables de las castas gobernantes, de desdén a quienes -según ellos- no tienen el mismo “status social”, de cautela del modelo económico que ha logrado 7 millones de peruanos sin trabajo y sin una vida digna, tienen un lugar en la política nacional.

Siempre y cuando se comporten como ciudadanos que respeten resultados y no se amparen en su poder e influencia para alinear a los medios de comunicación, a las asociaciones magnánimas de empresarios mercantilistas y bancos y financieras que les proveen de millones de dólares y con eso montan psico-sociales y campañas de toda índole, ninguna decente.

El antecedente, con obvias diferencias de espacio y tiempo, fue el torpe Donald Trump cuyos émulos asaltaron la Casa Blanca este enero y con el trágico saldo de más de 7 muertos a balazos. No querer reconocer el triunfo de Joe Biden y el ejercicio atrabiliario de mil y un excusas bobas, supuestamente legales, consiguió estupidizar a millones no sólo dentro de la poderosa nación del norte. Aquí, muchos de los exaltados criollos, ya hacían sus pininos alineándose con los gárrulos de Trump.

Pero la barbaridad de impugnar el triunfo del adversario es el mismo. No se pierde con hidalguía, se apela a la baja estofa, al alarido de callejón, a la zancadilla aviesa, a la miseria humana de que muchos hacen exhibición impúdica. ¿Cuántos imbéciles, químicamente puros, no hemos visto farfullando en radio, televisión y periódicos?

Las portátiles se fletan con buses numerosos que trasladan a la manada a donde haya que ir con tal de protestar. ¿Por la democracia, por la defensa del voto, por la dignidad ciudadana? ¡A otro perro con ese hueso! La catadura moral de no pocos conversos y apóstatas y la mentira habitual en su vida cotidiana, echan por los suelos cualquier etiqueta noble.

Si los reaccionarios conservadores desean hacerse opción política pues tienen derecho. Discutible que también quieran volverse fascistas con camisa negra, porque racistas e insolentes son. Turbas urbanas rotuladas de principios encuentran en bien rentados alfiles y abogángsteres la teoría política que no se preocuparon de estructurar en 70 años.

En la otra banda, hacia la izquierda, tienen el deber de modernizarse y descartar por anacrónicas no pocas aventuras de origen europeo que ya no encuentran imposible verificación en nuestros países, verbi gracia: la dictadura del proletariado y su toma del poder; o que la violencia es la partera de la historia cuando, y así lo adelantó Haya de la Torre, es su ineluctable sepulturera.

¿Y qué de los apristas sólo de nombre que se pliegan a marchas que no son suyas y por causas de sólo evitar la prisión de la candidata que tiene su propia agenda y dificultades de ese escenario complicadísimo? Reaccionarios también por cómplices, majaderos y por haber olvidado la lección fundamental que remonta a los orígenes del Apra protestante en calles y plazas del Perú.

Cada quién en su trinchera, pero que los reaccionarios y los ultras de cualquier facción, deben entender que se acabó su tiempo. Perú merece mejores adalides, más conspicuos directores. No hay buenas ni malas masas, sólo buenos o malos dirigentes.

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¡Tienen derecho a ser reaccionarios!

Los conservadores y sus múltiples expresiones de inmovilismo social, de privilegios intocables de las castas gobernantes, de desdén a quienes -según ellos- no tienen el mismo “status social”, de cautela del modelo económico que ha logrado 7 millones de peruanos sin trabajo y sin una vida digna, tienen un lugar en la política nacional.

Siempre y cuando se comporten como ciudadanos que respeten resultados y no se amparen en su poder e influencia para alinear a los medios de comunicación, a las asociaciones magnánimas de empresarios mercantilistas y bancos y financieras que les proveen de millones de dólares y con eso montan psico-sociales y campañas de toda índole, ninguna decente.

El antecedente, con obvias diferencias de espacio y tiempo, fue el torpe Donald Trump cuyos émulos asaltaron la Casa Blanca este enero y con el trágico saldo de más de 7 muertos a balazos. No querer reconocer el triunfo de Joe Biden y el ejercicio atrabiliario de mil y un excusas bobas, supuestamente legales, consiguió estupidizar a millones no sólo dentro de la poderosa nación del norte. Aquí, muchos de los exaltados criollos, ya hacían sus pininos alineándose con los gárrulos de Trump.

Pero la barbaridad de impugnar el triunfo del adversario es el mismo. No se pierde con hidalguía, se apela a la baja estofa, al alarido de callejón, a la zancadilla aviesa, a la miseria humana de que muchos hacen exhibición impúdica. ¿Cuántos imbéciles, químicamente puros, no hemos visto farfullando en radio, televisión y periódicos?

Las portátiles se fletan con buses numerosos que trasladan a la manada a donde haya que ir con tal de protestar. ¿Por la democracia, por la defensa del voto, por la dignidad ciudadana? ¡A otro perro con ese hueso! La catadura moral de no pocos conversos y apóstatas y la mentira habitual en su vida cotidiana, echan por los suelos cualquier etiqueta noble.

Si los reaccionarios conservadores desean hacerse opción política pues tienen derecho. Discutible que también quieran volverse fascistas con camisa negra, porque racistas e insolentes son. Turbas urbanas rotuladas de principios encuentran en bien rentados alfiles y abogángsteres la teoría política que no se preocuparon de estructurar en 70 años.

En la otra banda, hacia la izquierda, tienen el deber de modernizarse y descartar por anacrónicas no pocas aventuras de origen europeo que ya no encuentran imposible verificación en nuestros países, verbi gracia: la dictadura del proletariado y su toma del poder; o que la violencia es la partera de la historia cuando, y así lo adelantó Haya de la Torre, es su ineluctable sepulturera.

¿Y qué de los apristas sólo de nombre que se pliegan a marchas que no son suyas y por causas de sólo evitar la prisión de la candidata que tiene su propia agenda y dificultades de ese escenario complicadísimo? Reaccionarios también por cómplices, majaderos y por haber olvidado la lección fundamental que remonta a los orígenes del Apra protestante en calles y plazas del Perú.

Cada quién en su trinchera, pero que los reaccionarios y los ultras de cualquier facción, deben entender que se acabó su tiempo. Perú merece mejores adalides, más conspicuos directores. No hay buenas ni malas masas, sólo buenos o malos dirigentes.

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