Política

Súbditos mentales

hcmujica@gmail.com
illegals
3 de noviembre del 2024

Informe
Señal de Alerta-Herbert Mujica Rojas
4-11-2024

Súbditos mentales

Aún existe en Perú una clase de súbditos mentales cuyo elogio y admiración hacia los Estados Unidos como meta de destino y, casi siempre, oculto padecimiento, medra por aquí y acullá y asombra por su mediocridad acrítica.

Mañana martes, no pocos de los mencionados, votarán por Donald Trump que aspira a un segundo término. No importa que el señor de marras desprecie e insulte a los foráneos y sobre todo con términos racistas e inaceptables.

Los súbditos mentales son erre con erre y por razones misteriosas creen que con ellos no es el asunto violentista y desalojador que nunca ocultó Trump. Los llantos servirán de poco después.

Profundos desconocedores del modus vivendi norteamericano cuyo desenfreno consumista es base de su sociedad, los súbditos mentales, no escatiman loas para Trump a quien llaman “presidente” y obvian con candidez culposa que aquél personaje detesta a los latinos y a los inmigrantes.

No pocas veces, aquí en Perú, he escuchado a siervos hablando del “presidente Trump”. Y vociferan su preferencia ante quien hace tabla rasa de formas, fondo y de cualquier cosa que no le guste según su saber y horizonte cultural que es de contextura esmirriada.

Si fuera que los súbditos mentales se guardaran esa sumisión para sus adentros, bien ¡y salud! Pero influyen, con martilleo añejo en las aspiraciones de sus hijos que no pocas veces viajan a Gringolandia y sólo cuentan las partes bonitas y guardan todo lo feo bajo siete o más llaves.

Estos personajes carecen de amor por el Perú. Creen que el destino superior es irse a vivir como sea a un ambiente frío, distinto, laborioso de sol a sol y donde ¡nadie! regala una moneda o desperdicia el tiempo. ¡La ley no escrita es Time is money!

Son millones los peruanos que viven en Estados Unidos y cualquiera de ellos puede contar su historia, a retazos o completa. Siempre las constantes de enorme esfuerzo, sacrificio y trabajo, trabajo y trabajo, señalarán el patrimonio adquirido en buena ley. Al lado de esta crónica, está la parte de la discriminación por ser latinos.

Es cierto que el estilo sempiterno de los sucesivos gobiernos nacionales transita por la expoliación inmisericorde del Estado, el establecimiento de negociados para las próximas generaciones y una total orfandad de horizonte ni construcción de un país. Y Perú no es un país pobre, tiene dirigentes de miserable pobreza espiritual.

Los clubes electorales, alias partidos políticos, son diminutas entidades productoras de asaltantes del Estado. Donde quiera que recalan se hacen ilustres por el monto asaltado al tributo ciudadano y porque a ellos la justicia no alcanza.

¿Cuántos ministros escandalosos y esencialmente ladrones, se murieron sin pagar ni un centavo de todo lo que asaltaron?

Como en los juicios contaron –pudieron pagar tarifas altísimas- con esa raza de abogánsteres que convierten 2 + 2= ¡6! y gratificaron con premios suculentos a jueces venales, los funcionarios públicos, rara vez, son hallados culpables. Pero los dineros desaparecieron y las obras se hicieron mal o nunca se llevaron a cabo.

Quien pretenda sostener en estos días que la gran nación del norte es un paraíso para solucionar los temas económicos, yerra con torpeza. Se gana mucho más dinero, claro que sí. Pero, salvo que se sea profesional con reválida de título, permiso para trabajar y contrato a la vista, nuestros egresados tendrán que recorrer el largo tránsito de ¡hacer de todo!

Y ese largo túnel incluye: lavar platos, barrer calles, recoger desperdicios reciclables y demás ejercicios durísimos.

He contado alguna vez cómo hice de traductor en Nueva York de un médico argentino, culto, brillante, locuaz, elocuente, que NO hablaba inglés y que no podía hacerse entender cuando discurseaba sobre las bondades de su sabiduría profesional. Resultado, el previsible: debía aprender el idioma o cero puntos, cero balas.

Decepciona que en Perú exista gente tan pobre de espíritu que crea que “exportar” hijos a un mercado duro, frío, insensible en que si no se cumple, se pierde la ocasión y el puesto y que haya forjado un mundo mental que reposa en estructuras a miles de kilómetros.

De ganar Trump, las previsiones apuntan a una política mucho más severa y represora contra los inmigrantes ilegales y ¡ni qué decir! de los que piensan llegar. Trump nunca ha ocultado su desdén por los foráneos y en torno a los latinos esa actitud es más acentuada.

Con esa clase de ciudadanos que viven aquí pero piensan para allá, dudoso edificar raíces fuertes y vigorosas.

Reza el viejo dicho: Bien está Pedro en Roma ¡aunque no coma!

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Súbditos mentales

Aún existe en Perú una clase de súbditos mentales cuyo elogio y admiración hacia los Estados Unidos como meta de destino y, casi siempre, oculto padecimiento, medra por aquí y acullá y asombra por su mediocridad acrítica.

Mañana martes, no pocos de los mencionados, votarán por Donald Trump que aspira a un segundo término. No importa que el señor de marras desprecie e insulte a los foráneos y sobre todo con términos racistas e inaceptables.

Los súbditos mentales son erre con erre y por razones misteriosas creen que con ellos no es el asunto violentista y desalojador que nunca ocultó Trump. Los llantos servirán de poco después.

Profundos desconocedores del modus vivendi norteamericano cuyo desenfreno consumista es base de su sociedad, los súbditos mentales, no escatiman loas para Trump a quien llaman “presidente” y obvian con candidez culposa que aquél personaje detesta a los latinos y a los inmigrantes.

No pocas veces, aquí en Perú, he escuchado a siervos hablando del “presidente Trump”. Y vociferan su preferencia ante quien hace tabla rasa de formas, fondo y de cualquier cosa que no le guste según su saber y horizonte cultural que es de contextura esmirriada.

Si fuera que los súbditos mentales se guardaran esa sumisión para sus adentros, bien ¡y salud! Pero influyen, con martilleo añejo en las aspiraciones de sus hijos que no pocas veces viajan a Gringolandia y sólo cuentan las partes bonitas y guardan todo lo feo bajo siete o más llaves.

Estos personajes carecen de amor por el Perú. Creen que el destino superior es irse a vivir como sea a un ambiente frío, distinto, laborioso de sol a sol y donde ¡nadie! regala una moneda o desperdicia el tiempo. ¡La ley no escrita es Time is money!

Son millones los peruanos que viven en Estados Unidos y cualquiera de ellos puede contar su historia, a retazos o completa. Siempre las constantes de enorme esfuerzo, sacrificio y trabajo, trabajo y trabajo, señalarán el patrimonio adquirido en buena ley. Al lado de esta crónica, está la parte de la discriminación por ser latinos.

Es cierto que el estilo sempiterno de los sucesivos gobiernos nacionales transita por la expoliación inmisericorde del Estado, el establecimiento de negociados para las próximas generaciones y una total orfandad de horizonte ni construcción de un país. Y Perú no es un país pobre, tiene dirigentes de miserable pobreza espiritual.

Los clubes electorales, alias partidos políticos, son diminutas entidades productoras de asaltantes del Estado. Donde quiera que recalan se hacen ilustres por el monto asaltado al tributo ciudadano y porque a ellos la justicia no alcanza.

¿Cuántos ministros escandalosos y esencialmente ladrones, se murieron sin pagar ni un centavo de todo lo que asaltaron?

Como en los juicios contaron –pudieron pagar tarifas altísimas- con esa raza de abogánsteres que convierten 2 + 2= ¡6! y gratificaron con premios suculentos a jueces venales, los funcionarios públicos, rara vez, son hallados culpables. Pero los dineros desaparecieron y las obras se hicieron mal o nunca se llevaron a cabo.

Quien pretenda sostener en estos días que la gran nación del norte es un paraíso para solucionar los temas económicos, yerra con torpeza. Se gana mucho más dinero, claro que sí. Pero, salvo que se sea profesional con reválida de título, permiso para trabajar y contrato a la vista, nuestros egresados tendrán que recorrer el largo tránsito de ¡hacer de todo!

Y ese largo túnel incluye: lavar platos, barrer calles, recoger desperdicios reciclables y demás ejercicios durísimos.

He contado alguna vez cómo hice de traductor en Nueva York de un médico argentino, culto, brillante, locuaz, elocuente, que NO hablaba inglés y que no podía hacerse entender cuando discurseaba sobre las bondades de su sabiduría profesional. Resultado, el previsible: debía aprender el idioma o cero puntos, cero balas.

Decepciona que en Perú exista gente tan pobre de espíritu que crea que “exportar” hijos a un mercado duro, frío, insensible en que si no se cumple, se pierde la ocasión y el puesto y que haya forjado un mundo mental que reposa en estructuras a miles de kilómetros.

De ganar Trump, las previsiones apuntan a una política mucho más severa y represora contra los inmigrantes ilegales y ¡ni qué decir! de los que piensan llegar. Trump nunca ha ocultado su desdén por los foráneos y en torno a los latinos esa actitud es más acentuada.

Con esa clase de ciudadanos que viven aquí pero piensan para allá, dudoso edificar raíces fuertes y vigorosas.

Reza el viejo dicho: Bien está Pedro en Roma ¡aunque no coma!

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