Reinscripción alanista: ¿se comprobará en las urnas?
Reinscripción alanista: ¿se comprobará en las urnas?
En Perú ocurren cosas asombrosas, llueve para arriba, los sepultureros reinscriben partidos, los réprobos contra la Patria son premiados y nombrados. Tomar a lo serio cosas del Perú, advertía González Prada.
Los que enterraron al Apra, lo llevaron a menos de 3% electoral, lo enajenaron de ideología, doctrina, moral o comportamiento, lo convirtieron en plataforma de toda clase de negocios, de preferencia coimeros y profundamente deshonestos, hoy han “reinscrito” a esa agrupación.
¿Creería usted en la posibilidad que los nazis hicieran un sentido homenaje póstumo a las víctimas, 6 millones de judíos, que ellos mismos quemaron en los campos de concentración?
Los alanistas, secta lumpen y destructiva, convirtieron al Apra en una caricatura servicial al fujimorismo y pulverizaron la conducta desde el pueblo con sus padeceres y sufrimientos, para poner el cascarón simpático a los grupos de poder.
¿No hemos visto a figuras y figurones, todas grises, despojados de cualquier intelectualidad o creación heroica en la construcción política, haciendo marchas payasescas apoyando a minorías nada representativas?
Las tachas (2) contra la inscripción alanista, siguieron su curso natural: fracasaron. Todo parece indicar que el conchabo que requiere el sistema (nada vale, “Perú necesita partidos”) era más fuerte que cualquier objeción. ¿No fue así señores del JNE?
No pocas leyes o disposiciones en Perú se hacen para jamás ser cumplidas. Y ya vamos 202 años con ese sistema tan beneficioso a los mandones y a sus mandarines.
El asunto no se refiere tan solo a la inscripción. Hay militantes apristas que con inocencia y candidez espectaculares, ya “avizoran” un “tercer gobierno”. Y la realidad es muy cruel.
No hay un solo evento, conflicto social, entidad representativa, en cualquier parte del país, que cuente con la participación aprista en las dirigencias y mucho menos en la militancia. En buen castellano, la antaña voz potente de un pueblo que nunca fue menos del 30%, hoy NO existe.
Si es cierto, como afirmo con inmensa consternación aunque tengo muy claro quiénes son los delincuentes culpables de esa situación ¿qué garantiza que esa inscripción no se estrelle con cualquier conteo electoral por debajo de la valla?
Ya lo han advertido muchos veteranos: si el alanismo consigue, otra vez, fracasar en toda la línea, esta vez ya no hay rescate o resurrección. Simplemente las pompas fúnebres.
Con tarados que hacen gráficos juntando a Haya de la Torre con Bob Marley o borrachitos de quinta categoría que creen que saludar con el brazo izquierdo es parte de su diversión o vanidosos obesos que no se bañan para fingir pobreza, no hay recambio ni porvenir.
La victoria que nos debe el porvenir, como advertía González Prada, es una quimera, un sueño de opio, una abyecta fantasía.
Los jóvenes que vitorean acríticamente a AG deberían saber que la política no sólo es una ciencia sino una actividad en que los valores morales requieren ser preservados con inflexible conducta. Recibir propinas y premios, estímulos pasajeros y lisonjas sólo es mercenarismo oscurantista.
¿Quién otorgaría su voto por viejas y desprestigiadas figuras de los se sospecha de conductas ilícitas, queridas mantenidas con el dinero del Estado, negocios non sanctos e invasión de ministerios como parte de un diseño altamente delincuencial?
No hay escatología o injuria en que no hayan incurrido los ladrones alanistas: destruyeron al Partido, lo despojaron de ideología, pulverizaron la Fraternidad, lo anemizaron en su concepción social de Frente Unico de Trabajadores Manuales e Intelectuales, escupieron sobre el sacrificio de sus héroes y mártires, convirtieron el robo y la monra en “formas de vida” y la mejor demostración es que para el habitante común y corriente “todos los apristas son vulgares rateros”. Al estafador, caco y vil exaccionador simplemente hay que reconocerlo como tal. Y de manera vitalicia.
Los que aspiran a ser parlamentarios, ministros, funcionarios públicos, tendrán que entender que un partido en el 2.8% no gana ninguna elección. Y lo más probable que más de un oportunista logrero, migre frente a la realidad.
La reinscripción no garantiza nada. Los milagros no existen, al menos en la política.
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Reinscripción alanista: ¿se comprobará en las urnas?
En Perú ocurren cosas asombrosas, llueve para arriba, los sepultureros reinscriben partidos, los réprobos contra la Patria son premiados y nombrados. Tomar a lo serio cosas del Perú, advertía González Prada.
Los que enterraron al Apra, lo llevaron a menos de 3% electoral, lo enajenaron de ideología, doctrina, moral o comportamiento, lo convirtieron en plataforma de toda clase de negocios, de preferencia coimeros y profundamente deshonestos, hoy han “reinscrito” a esa agrupación.
¿Creería usted en la posibilidad que los nazis hicieran un sentido homenaje póstumo a las víctimas, 6 millones de judíos, que ellos mismos quemaron en los campos de concentración?
Los alanistas, secta lumpen y destructiva, convirtieron al Apra en una caricatura servicial al fujimorismo y pulverizaron la conducta desde el pueblo con sus padeceres y sufrimientos, para poner el cascarón simpático a los grupos de poder.
¿No hemos visto a figuras y figurones, todas grises, despojados de cualquier intelectualidad o creación heroica en la construcción política, haciendo marchas payasescas apoyando a minorías nada representativas?
Las tachas (2) contra la inscripción alanista, siguieron su curso natural: fracasaron. Todo parece indicar que el conchabo que requiere el sistema (nada vale, “Perú necesita partidos”) era más fuerte que cualquier objeción. ¿No fue así señores del JNE?
No pocas leyes o disposiciones en Perú se hacen para jamás ser cumplidas. Y ya vamos 202 años con ese sistema tan beneficioso a los mandones y a sus mandarines.
El asunto no se refiere tan solo a la inscripción. Hay militantes apristas que con inocencia y candidez espectaculares, ya “avizoran” un “tercer gobierno”. Y la realidad es muy cruel.
No hay un solo evento, conflicto social, entidad representativa, en cualquier parte del país, que cuente con la participación aprista en las dirigencias y mucho menos en la militancia. En buen castellano, la antaña voz potente de un pueblo que nunca fue menos del 30%, hoy NO existe.
Si es cierto, como afirmo con inmensa consternación aunque tengo muy claro quiénes son los delincuentes culpables de esa situación ¿qué garantiza que esa inscripción no se estrelle con cualquier conteo electoral por debajo de la valla?
Ya lo han advertido muchos veteranos: si el alanismo consigue, otra vez, fracasar en toda la línea, esta vez ya no hay rescate o resurrección. Simplemente las pompas fúnebres.
Con tarados que hacen gráficos juntando a Haya de la Torre con Bob Marley o borrachitos de quinta categoría que creen que saludar con el brazo izquierdo es parte de su diversión o vanidosos obesos que no se bañan para fingir pobreza, no hay recambio ni porvenir.
La victoria que nos debe el porvenir, como advertía González Prada, es una quimera, un sueño de opio, una abyecta fantasía.
Los jóvenes que vitorean acríticamente a AG deberían saber que la política no sólo es una ciencia sino una actividad en que los valores morales requieren ser preservados con inflexible conducta. Recibir propinas y premios, estímulos pasajeros y lisonjas sólo es mercenarismo oscurantista.
¿Quién otorgaría su voto por viejas y desprestigiadas figuras de los se sospecha de conductas ilícitas, queridas mantenidas con el dinero del Estado, negocios non sanctos e invasión de ministerios como parte de un diseño altamente delincuencial?
No hay escatología o injuria en que no hayan incurrido los ladrones alanistas: destruyeron al Partido, lo despojaron de ideología, pulverizaron la Fraternidad, lo anemizaron en su concepción social de Frente Unico de Trabajadores Manuales e Intelectuales, escupieron sobre el sacrificio de sus héroes y mártires, convirtieron el robo y la monra en “formas de vida” y la mejor demostración es que para el habitante común y corriente “todos los apristas son vulgares rateros”. Al estafador, caco y vil exaccionador simplemente hay que reconocerlo como tal. Y de manera vitalicia.
Los que aspiran a ser parlamentarios, ministros, funcionarios públicos, tendrán que entender que un partido en el 2.8% no gana ninguna elección. Y lo más probable que más de un oportunista logrero, migre frente a la realidad.
La reinscripción no garantiza nada. Los milagros no existen, al menos en la política.