Política

¿Quién resucita a esos 22 fallecidos?

hcmujica@gmail.com
¿Quién resucita a esos 22 fallecidos?
¿Quién resucita a esos 22 fallecidos?
18 de diciembre del 2022

¿Quién resucita a esos 22 fallecidos?

La explosión de pasiones, odios, antipatías, prejuicios y pésimas costumbres de menospreciar a quien piensa diferente, fue trágica moneda común en estos últimos días. Simplones han visto terroristas, comunistas, socialistas, violentistas debajo de cada piedra. Y elementales lenguaraces tildaron a la PNP y a las FFAA de genocidas, asesinos, abusivos. Lo desgraciado es que 22 muertos es el saldo del cortísimo gobierno que preside Dina Boluarte y esa mancha será imposible borrarla jamás.

¿Quién tiene la razón, los unos o los otros, o todos están en lo cierto?

Perú es un país de movimientos pendulares, amamos, adoramos y odiamos con la misma pasión y son más las veces que hemos encumbrado a genuinos chacales que no hesitaron en asesinar a su pueblo como estafarlo desde el Estado y los sucesivos gobiernos.

Sin unidad política para demandar con realismo metas que puedan cumplirse, las exigencias –como ha ocurrido- pierden legitimidad y anemizan su carga justiciera. El masivo odio que concita el Congreso –uno de los más patéticamente mediocres de toda la historia republicana- no puede solucionarse con un candado. Los mecanismos constitucionales no lo prevén así. ¿Es realista pedirlo con tanto desparpajo?

¿Tienen alguna materia gris los golpistas que desperdiciaron año y medio procurando desde el Parlamento, vacar al ex presidente Castillo y que luego “celebraron” su caída que él mismo generó por ineficacia de los estruendosos miembros de la derecha bruta y achorada?

Ex ministros, turroneros metidos a analistas políticos, periodistas en el triste papel de propagandistas de lo que el patrón o mandones pagan, entrevistadores que jamás dijeron nada cuando las épocas espeluznantes del terrorismo o cuando tenían mudez y el fujimorismo remataba las empresas peruanas al mejor postor y coima; salieron de sus madrigueras y nos llenaron de análisis, interpretaciones y sandeces en cantidades industriales.

¿Quién resucita a esos 22 fallecidos?

En río revuelto, ganancia de pescadores. Los violentistas, saboteadores, esos que atentan contra los bienes públicos, son esquiroles de causas malsanas. Todo lo que destruyan tendrá que ser repuesto, dispendiando recursos tributarios que debían ser usados en otras causas más útiles. Las sinrazones de estos elementos no tienen nada que ver con la indignación popular que repudia al Congreso, pide su cese y reclama elecciones generales ¡cuanto antes!

El caos político obedece a la simple razón que en Perú no se hace política, se practica el canibalismo más sangriento que no deja títere con cabeza.

Lo que no es blanco, no es NEGRO. ¡Es no blanco!

Recuerdo el principio lógico porque suelo repetir la frase de Don Manuel: ¡Rompamos el pacto infame y tácito de hablar a media voz! Y digo las cosas como las siento, las veo y proclamo públicamente. Entonces un par de esquiroles de la ignorancia, no tuvieron idea más “ilustre” que llamarme “comunista maldito” o “terruco”. Cómo es obvio, no puedo responder a esos palurdos ignorantes.

Por la orfandad de liderazgo político requiérese un plan realista para reconstruir un país en zozobra permanente, un menú a cumplirse por todos los gobiernos por los próximos 50 años, una agenda mínima en la que su violación represente crimen de lesa humanidad, la inclusión de los empresarios nacionalistas, patriotas e inteligentes, y de los trabajadores en sus múltiples ramas en la producción, representan hitos de obligatoria militancia.

Y la prensa escrita, televisiva, radial e impresa tiene que aprender los caminos de la decencia y dejar de ser las odaliscas obedientes a quien pone el billete para justificar cualquier cosa, desde asesinatos, allanamientos, violaciones de derechos humanos, hasta el remate de los recursos no renovables del Perú vía contratos de estabilidad tributaria que sólo protegen a las grandes empresas, dejando al país en manos de lobos hambrientos y despiadados.

Persiste la pregunta: ¿quién resucita a esos 22 fallecidos?

En homenaje a esos caídos, debiéramos reflexionar y actuar y hacerlo con limpieza. A los sucios y torcidos todos los conocemos, es hora de limpiar la casa y sacarlos a escobazo limpio.

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¿Quién resucita a esos 22 fallecidos?

La explosión de pasiones, odios, antipatías, prejuicios y pésimas costumbres de menospreciar a quien piensa diferente, fue trágica moneda común en estos últimos días. Simplones han visto terroristas, comunistas, socialistas, violentistas debajo de cada piedra. Y elementales lenguaraces tildaron a la PNP y a las FFAA de genocidas, asesinos, abusivos. Lo desgraciado es que 22 muertos es el saldo del cortísimo gobierno que preside Dina Boluarte y esa mancha será imposible borrarla jamás.

¿Quién tiene la razón, los unos o los otros, o todos están en lo cierto?

Perú es un país de movimientos pendulares, amamos, adoramos y odiamos con la misma pasión y son más las veces que hemos encumbrado a genuinos chacales que no hesitaron en asesinar a su pueblo como estafarlo desde el Estado y los sucesivos gobiernos.

Sin unidad política para demandar con realismo metas que puedan cumplirse, las exigencias –como ha ocurrido- pierden legitimidad y anemizan su carga justiciera. El masivo odio que concita el Congreso –uno de los más patéticamente mediocres de toda la historia republicana- no puede solucionarse con un candado. Los mecanismos constitucionales no lo prevén así. ¿Es realista pedirlo con tanto desparpajo?

¿Tienen alguna materia gris los golpistas que desperdiciaron año y medio procurando desde el Parlamento, vacar al ex presidente Castillo y que luego “celebraron” su caída que él mismo generó por ineficacia de los estruendosos miembros de la derecha bruta y achorada?

Ex ministros, turroneros metidos a analistas políticos, periodistas en el triste papel de propagandistas de lo que el patrón o mandones pagan, entrevistadores que jamás dijeron nada cuando las épocas espeluznantes del terrorismo o cuando tenían mudez y el fujimorismo remataba las empresas peruanas al mejor postor y coima; salieron de sus madrigueras y nos llenaron de análisis, interpretaciones y sandeces en cantidades industriales.

¿Quién resucita a esos 22 fallecidos?

En río revuelto, ganancia de pescadores. Los violentistas, saboteadores, esos que atentan contra los bienes públicos, son esquiroles de causas malsanas. Todo lo que destruyan tendrá que ser repuesto, dispendiando recursos tributarios que debían ser usados en otras causas más útiles. Las sinrazones de estos elementos no tienen nada que ver con la indignación popular que repudia al Congreso, pide su cese y reclama elecciones generales ¡cuanto antes!

El caos político obedece a la simple razón que en Perú no se hace política, se practica el canibalismo más sangriento que no deja títere con cabeza.

Lo que no es blanco, no es NEGRO. ¡Es no blanco!

Recuerdo el principio lógico porque suelo repetir la frase de Don Manuel: ¡Rompamos el pacto infame y tácito de hablar a media voz! Y digo las cosas como las siento, las veo y proclamo públicamente. Entonces un par de esquiroles de la ignorancia, no tuvieron idea más “ilustre” que llamarme “comunista maldito” o “terruco”. Cómo es obvio, no puedo responder a esos palurdos ignorantes.

Por la orfandad de liderazgo político requiérese un plan realista para reconstruir un país en zozobra permanente, un menú a cumplirse por todos los gobiernos por los próximos 50 años, una agenda mínima en la que su violación represente crimen de lesa humanidad, la inclusión de los empresarios nacionalistas, patriotas e inteligentes, y de los trabajadores en sus múltiples ramas en la producción, representan hitos de obligatoria militancia.

Y la prensa escrita, televisiva, radial e impresa tiene que aprender los caminos de la decencia y dejar de ser las odaliscas obedientes a quien pone el billete para justificar cualquier cosa, desde asesinatos, allanamientos, violaciones de derechos humanos, hasta el remate de los recursos no renovables del Perú vía contratos de estabilidad tributaria que sólo protegen a las grandes empresas, dejando al país en manos de lobos hambrientos y despiadados.

Persiste la pregunta: ¿quién resucita a esos 22 fallecidos?

En homenaje a esos caídos, debiéramos reflexionar y actuar y hacerlo con limpieza. A los sucios y torcidos todos los conocemos, es hora de limpiar la casa y sacarlos a escobazo limpio.

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