Política

Insuficiente voto de confianza

hcmujica@gmail.com
Insuficiente voto de confianza
Insuficiente voto de confianza
8 de noviembre del 2021

Insuficiente voto de confianza

Quien deduzca que los 68 votos otorgados bajo el membrete de Confianza al gabinete que lidera Mirtha Vásquez, son respaldo firme, se equivoca y el yerro no puede ser más calamitoso. La ignorancia extremista, desdeñosa e insolente de los sectores más conservadores –desde sectas religiosas hasta imitadores del Ku Klux Klan anticholo y los que ven a los inexistentes senderistas hasta en la sopa- van por la remoción, sin dudas ni murmuraciones, del gobierno de Pedro Castillo.

¿Qué fue del esperpento aquél de “fraude en mesa” o de la otra especie que el robo de votos facilitó la victoria de Castillo? Los gonfaloneros y alfiles públicos cobraron bien, echaron el lodo correspondiente y aguardan cualquier fetiche con tal de seguir en la “lucha” por conservar sus tarimas de privilegio.

Es evidente, los hechos e improvisaciones, algunos más ridículos y torpes que las anteriores, que los que hoy están en el gobierno, carecían de cualquier barrunto certero en torno a la administración nacional, al modo en que se mueven las mafias y respecto de los mecanismos perversos en que se asalta el presupuesto del Perú con licitaciones fletadas con nombre y apellido, las mismas que permanentemente enriquecen a los que están en el reino de la coimacracia y los lobbys cuya genética viene de sus tatarabuelos siempre hábiles para expoliar el fisco de la Patria.

¿Significaría que los de la diestra sí estaban capacitados porque desde hace casi 200 años, matices más o menos, han vivido de la ubre del Estado?

Lo que no es blanco, no es negro. Es no blanco.

Se habla de reforma tributaria a partir de cierto nivel de ingresos y las plañideras y los turiferarios del orden establecido sacan las garras y dan de alaridos por doquier. ¡NO se puede tocar el orden! Por la simple y desvergonzada “razón” que el status quo ha franqueado fortunas, estafas y abusos múltiples y los favorecidos no dan su brazo a torcer porque su mundo precario se viene al suelo.

Se enuncia el mal contrato de Camisea (modestia aparte, venimos escribiendo sobre esa materia desde hace casi 20 años) y los gorilas defensores acérrimos –dicen ellos- de la “inversión privada” inundan los miedos de comunicación para alertar al país que la estabilidad jurídica es sagrada, inmóvil, permanente.

Los esbirros de grupos extremistas se exhiben por las calles y no hesitan en proferir dicterios y movilizar agresiones de cualquier índole. Pareciera que este gravísimo hecho recién cobra visos de preocupación en las actuales autoridades que brillan por su apocamiento y lentitud.

¿Qué hay de los clubes electorales? Nada de nada. Sólo se preocupan de cómo volver –si el asco de los electores, los apartó de la inscripción legal- al Registro de Organizaciones Políticas del JNE y también de no perder sus andamios de corruptela a los que han tenido acceso por lustros larguísimos. ¿Fe, entusiasmo, voluntad de cambio, espíritu levantisco por un Perú libre, culto y justo? ¡Bah, pamplinas, sólo pamplinas!

Las gavillas de matones, al carecer de cualquier tipo de respuesta, han aumentado los decibeles de su ruido en todo nivel. ¡Ni siquiera la PNP toma acción dinámica, firme y tajante contra estos forjadores de violencia! Hasta que empiece la contaduría de cadáveres de uno y otro lado.

Sin respuestas orientadoras y de horizonte, sin visión política para la edificación de un país que requiere interpretación geopolítica firme y señera, Perú camina afectado de una ceguera suicida.

Es hora que despierten nuestros contingentes creadores.

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Quien deduzca que los 68 votos otorgados bajo el membrete de Confianza al gabinete que lidera Mirtha Vásquez, son respaldo firme, se equivoca y el yerro no puede ser más calamitoso. La ignorancia extremista, desdeñosa e insolente de los sectores más conservadores –desde sectas religiosas hasta imitadores del Ku Klux Klan anticholo y los que ven a los inexistentes senderistas hasta en la sopa- van por la remoción, sin dudas ni murmuraciones, del gobierno de Pedro Castillo.

¿Qué fue del esperpento aquél de “fraude en mesa” o de la otra especie que el robo de votos facilitó la victoria de Castillo? Los gonfaloneros y alfiles públicos cobraron bien, echaron el lodo correspondiente y aguardan cualquier fetiche con tal de seguir en la “lucha” por conservar sus tarimas de privilegio.

Es evidente, los hechos e improvisaciones, algunos más ridículos y torpes que las anteriores, que los que hoy están en el gobierno, carecían de cualquier barrunto certero en torno a la administración nacional, al modo en que se mueven las mafias y respecto de los mecanismos perversos en que se asalta el presupuesto del Perú con licitaciones fletadas con nombre y apellido, las mismas que permanentemente enriquecen a los que están en el reino de la coimacracia y los lobbys cuya genética viene de sus tatarabuelos siempre hábiles para expoliar el fisco de la Patria.

¿Significaría que los de la diestra sí estaban capacitados porque desde hace casi 200 años, matices más o menos, han vivido de la ubre del Estado?

Lo que no es blanco, no es negro. Es no blanco.

Se habla de reforma tributaria a partir de cierto nivel de ingresos y las plañideras y los turiferarios del orden establecido sacan las garras y dan de alaridos por doquier. ¡NO se puede tocar el orden! Por la simple y desvergonzada “razón” que el status quo ha franqueado fortunas, estafas y abusos múltiples y los favorecidos no dan su brazo a torcer porque su mundo precario se viene al suelo.

Se enuncia el mal contrato de Camisea (modestia aparte, venimos escribiendo sobre esa materia desde hace casi 20 años) y los gorilas defensores acérrimos –dicen ellos- de la “inversión privada” inundan los miedos de comunicación para alertar al país que la estabilidad jurídica es sagrada, inmóvil, permanente.

Los esbirros de grupos extremistas se exhiben por las calles y no hesitan en proferir dicterios y movilizar agresiones de cualquier índole. Pareciera que este gravísimo hecho recién cobra visos de preocupación en las actuales autoridades que brillan por su apocamiento y lentitud.

¿Qué hay de los clubes electorales? Nada de nada. Sólo se preocupan de cómo volver –si el asco de los electores, los apartó de la inscripción legal- al Registro de Organizaciones Políticas del JNE y también de no perder sus andamios de corruptela a los que han tenido acceso por lustros larguísimos. ¿Fe, entusiasmo, voluntad de cambio, espíritu levantisco por un Perú libre, culto y justo? ¡Bah, pamplinas, sólo pamplinas!

Las gavillas de matones, al carecer de cualquier tipo de respuesta, han aumentado los decibeles de su ruido en todo nivel. ¡Ni siquiera la PNP toma acción dinámica, firme y tajante contra estos forjadores de violencia! Hasta que empiece la contaduría de cadáveres de uno y otro lado.

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