
Informe
Señal de Alerta-Herbert Mujica Rojas
18-10-2025
¡Pesimismo NO es alternativa!
¿Qué caminos de organización política, cívica, económica, financiera, de todo orden en el manejo del gobierno, tienen para ofrecer y razonar ante la ciudadanía cualquiera de los extremos bullangueros, a las derechas o a las izquierdas, con y sin uniforme que menudean en el pantanoso decurso político peruano?
El condenable deceso violento del joven cantante Ruiz y que haya sido un policía el autor del disparo fatal, dan cuenta de varios cuestionamientos: ¿en nombre de quién y bajo qué comandos actuó dicho sujeto?. ¿Estuvo con la misión de crear esa circunstancia y a cambio de qué? No hay claridad alguna al respecto.
El lema que “se vayan todos” es de una eufonía vibrante y a contrapelo, su debilidad es impresionante. ¿Y quiénes vienen a ocupar las sillas vacías? Pocos o nadie se pregunta cuál es el derrotero alternativo porque el grito totalitario, en uno u otro sentido, suena bien.
Los adalides están obligados por un mínimo sentido de equilibrio, a entender con qué se cuenta y quiénes son los que están. Más aún, dos son las tareas urgentes: combatir con radical eficacia la delincuencia delictiva y cautelar que el proceso electoral del 2026, se haga y con limpieza acrisolada.
Las bandas a la diestra y a la siniestra, están listas para agilizar los sangrientos caminos de violencia porque es muy presumible que sí tengan uno que otro plan de contingencia pero en la orilla del conflicto, más allá, la nebulosa de no saber qué hacer, es fácilmente perceptible.
¿Qué diferencia al líder del adláter o seguidor común y corriente? Tengo la viva impresión que el adalid siempre sonríe, piensa y mira al horizonte. Hacer y organizar son columnas de su pensamiento y, sobre todo, es un ser ético que NO roba dinero o bienes ajenos y que tampoco estafa la fe del pueblo.
La intangible fe del pueblo deviene estafada con poemas y listas de requerimientos. Una vez en los goznes administrativos, los comprometidos se “olvidan” rápidamente.
Los grandes capitanes del pueblo, en el ámbito en que se desempeñen como dirigentes o gerentes carecen del "derecho" al pesimismo.
Delincuentes en la cosa pública, por generaciones, han forjado un Estado servil para con el mandato de los poderosos y obsecuente con quienes pagan sus impuestos para mantenerlo.
La gran contradicción es mostrada como "normal" por los miedos de comunicación que embrutecen al lector, televidente u oyente, vía los ríos de sangre que propagan durante las 24 horas del día y así en el decurso de meses y años.
Para hacer política no es necesario robar, transitar por los derroteros culposos de la coima ni el conchabo que edifica asociaciones ilícitas para esquilmar al Estado. Debe recordarse que aquél es una convención ciudadana, una herramienta para cualquier gobierno y que su definición torna fundamental para saber qué clase de Estado o Estado de qué clase queremos.
Mandar a matar para agitar más el crispado ambiente nacional, es un crimen sin atenuantes. Que los poetas, literatos, cronistas, de todo pelaje, elaboren epitafios y canten lloriqueos, no repara la inaceptable pérdida de vidas humanas como lo acaecido hace poco.
Preguntémonos con honestidad:
¿Es posible ser honrado en la cosa pública en Perú? Una simple revisión de las principales entidades estatales nos daría un dictamen abominable. Encontrar funcionarios honestos es casi una aventura porque o roban o dejan robar o se hacen de la vista gorda ante saqueos que malgastan el dinero del pueblo.
Más fácil -dicen- es dejar las cosas como están porque ganan "alguito" y "nadie" dice o protesta nada. En buena cuenta, ser ratero o ladrón sí es rentable, en cambio ser ético, es contraproducente.
Pero ¡primero hay que construir y alimentar la tesis que sí se puede llegar a una tregua aunque no nos guste el vecino del frente!
¿No sería más interesante tener en el ojo público a quienes se considera réprobos y asaltantes de la cosa pública en la televisión, radios y diarios? Si meten la pata, se los denuncia y mete a la cárcel y millones serán los testigos de sus trapacerías.
¿Qué dicen los clubes electorales, tan empeñados en sus angurrias de colocar diputados y senadores para tener sueldo fijo, tropas de secretarias y brigadas de asesores? ¡Qué disparate de casta política la peruana! Es amor a lo gárrulo y sin importancia. Miopía de gnomos.
Horas delicadas las que se vienen. El desconcierto, caos y turbamulta sólo ayudan a los golpistas, con y sin uniforme, a los que quieren, una vez más, “salvar al Perú y a la democracia”.
El diseño político ofrece un comicio con más de 40 listas competidoras. En efecto, el que gane mayoría aunque sea por 12-15% pasará a una segunda vuelta con la debilidad anémica de su respaldo casi inexistente. Pero los señorones ya estarán en su curul, mandoneando a sus empleados y de lleno en ¡el tráfico de influencias!
El liderazgo auténtico requiere el mantenimiento perenne de conductas éticas tanto en la cosa pública, como partidaria o empresarial. La sonrisa, el optimismo constructor, el entusiasmo edificante que amalgame voluntades que griten al unísono por la conquista de sus ideales, una tarea imprescindible y a la que no pueden renunciar quienes deben estar a la cabeza y en la primera fila de la responsabilidad en la marcha por las calles, en el micrófono de la tribuna parlamentaria o en el Ejecutivo en Palacio.
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Señal de Alerta-Herbert Mujica Rojas
18-10-2025
¡Pesimismo NO es alternativa!
¿Qué caminos de organización política, cívica, económica, financiera, de todo orden en el manejo del gobierno, tienen para ofrecer y razonar ante la ciudadanía cualquiera de los extremos bullangueros, a las derechas o a las izquierdas, con y sin uniforme que menudean en el pantanoso decurso político peruano?
El condenable deceso violento del joven cantante Ruiz y que haya sido un policía el autor del disparo fatal, dan cuenta de varios cuestionamientos: ¿en nombre de quién y bajo qué comandos actuó dicho sujeto?. ¿Estuvo con la misión de crear esa circunstancia y a cambio de qué? No hay claridad alguna al respecto.
El lema que “se vayan todos” es de una eufonía vibrante y a contrapelo, su debilidad es impresionante. ¿Y quiénes vienen a ocupar las sillas vacías? Pocos o nadie se pregunta cuál es el derrotero alternativo porque el grito totalitario, en uno u otro sentido, suena bien.
Los adalides están obligados por un mínimo sentido de equilibrio, a entender con qué se cuenta y quiénes son los que están. Más aún, dos son las tareas urgentes: combatir con radical eficacia la delincuencia delictiva y cautelar que el proceso electoral del 2026, se haga y con limpieza acrisolada.
Las bandas a la diestra y a la siniestra, están listas para agilizar los sangrientos caminos de violencia porque es muy presumible que sí tengan uno que otro plan de contingencia pero en la orilla del conflicto, más allá, la nebulosa de no saber qué hacer, es fácilmente perceptible.
¿Qué diferencia al líder del adláter o seguidor común y corriente? Tengo la viva impresión que el adalid siempre sonríe, piensa y mira al horizonte. Hacer y organizar son columnas de su pensamiento y, sobre todo, es un ser ético que NO roba dinero o bienes ajenos y que tampoco estafa la fe del pueblo.
La intangible fe del pueblo deviene estafada con poemas y listas de requerimientos. Una vez en los goznes administrativos, los comprometidos se “olvidan” rápidamente.
Los grandes capitanes del pueblo, en el ámbito en que se desempeñen como dirigentes o gerentes carecen del "derecho" al pesimismo.
Delincuentes en la cosa pública, por generaciones, han forjado un Estado servil para con el mandato de los poderosos y obsecuente con quienes pagan sus impuestos para mantenerlo.
La gran contradicción es mostrada como "normal" por los miedos de comunicación que embrutecen al lector, televidente u oyente, vía los ríos de sangre que propagan durante las 24 horas del día y así en el decurso de meses y años.
Para hacer política no es necesario robar, transitar por los derroteros culposos de la coima ni el conchabo que edifica asociaciones ilícitas para esquilmar al Estado. Debe recordarse que aquél es una convención ciudadana, una herramienta para cualquier gobierno y que su definición torna fundamental para saber qué clase de Estado o Estado de qué clase queremos.
Mandar a matar para agitar más el crispado ambiente nacional, es un crimen sin atenuantes. Que los poetas, literatos, cronistas, de todo pelaje, elaboren epitafios y canten lloriqueos, no repara la inaceptable pérdida de vidas humanas como lo acaecido hace poco.
Preguntémonos con honestidad:
¿Es posible ser honrado en la cosa pública en Perú? Una simple revisión de las principales entidades estatales nos daría un dictamen abominable. Encontrar funcionarios honestos es casi una aventura porque o roban o dejan robar o se hacen de la vista gorda ante saqueos que malgastan el dinero del pueblo.
Más fácil -dicen- es dejar las cosas como están porque ganan "alguito" y "nadie" dice o protesta nada. En buena cuenta, ser ratero o ladrón sí es rentable, en cambio ser ético, es contraproducente.
Pero ¡primero hay que construir y alimentar la tesis que sí se puede llegar a una tregua aunque no nos guste el vecino del frente!
¿No sería más interesante tener en el ojo público a quienes se considera réprobos y asaltantes de la cosa pública en la televisión, radios y diarios? Si meten la pata, se los denuncia y mete a la cárcel y millones serán los testigos de sus trapacerías.
¿Qué dicen los clubes electorales, tan empeñados en sus angurrias de colocar diputados y senadores para tener sueldo fijo, tropas de secretarias y brigadas de asesores? ¡Qué disparate de casta política la peruana! Es amor a lo gárrulo y sin importancia. Miopía de gnomos.
Horas delicadas las que se vienen. El desconcierto, caos y turbamulta sólo ayudan a los golpistas, con y sin uniforme, a los que quieren, una vez más, “salvar al Perú y a la democracia”.
El diseño político ofrece un comicio con más de 40 listas competidoras. En efecto, el que gane mayoría aunque sea por 12-15% pasará a una segunda vuelta con la debilidad anémica de su respaldo casi inexistente. Pero los señorones ya estarán en su curul, mandoneando a sus empleados y de lleno en ¡el tráfico de influencias!
El liderazgo auténtico requiere el mantenimiento perenne de conductas éticas tanto en la cosa pública, como partidaria o empresarial. La sonrisa, el optimismo constructor, el entusiasmo edificante que amalgame voluntades que griten al unísono por la conquista de sus ideales, una tarea imprescindible y a la que no pueden renunciar quienes deben estar a la cabeza y en la primera fila de la responsabilidad en la marcha por las calles, en el micrófono de la tribuna parlamentaria o en el Ejecutivo en Palacio.