
Informe
Señal de Alerta-Herbert Mujica Rojas
18-10-2024
¡Pamplinas: el fútbol no es lo nuestro!
La selección nacional, o los escogidos por los clubes y por los contratos publicitarios actuales o por firmarse, acaba de retornar del Brasil y con 4 goles en contra. ¿Es útil escudriñar más para comprobar que en ese deporte Perú no está ni a la altura de un equipo de 2da amateur?
El fútbol o el balompié, no es lo nuestro. Acaso lampos, uno que otro pelotero hábil y hasta brillante, pero ¡nada más! Nunca fuimos otra cosa que un modestísimo país para la práctica de este deporte.
Cada vez que hay eliminatorias para el torneo mundial nace la misma literatura palurda: “el fútbol nos une” y fragilidades por el estilo. Ni uno solo de los temas grandes que afligen a 33 millones de peruanos, ve su análisis o solución en 90 minutos de juego.
Pero el negocio prevalece porque las empresas patrocinadoras de los torneos necesitan llenar los estadios, vender las chucherías que se ofrecen en las tribunas y para eso hay medios y periodistas que, envueltos en una vorágine inevitable, dan cuerda a las ilusiones, fabrican expectativas y luego retornan con el rabo entre las piernas, pero con los negocios ya hechos y con dólares en el bolsillo.
El fútbol funciona como un gran distractivo cuando el éxito en la cancha acompaña a la selección nacional. En 1978 los militares asesinos de la Junta hicieron su mundial y Argentina se llevó el título.
Hasta en 3 oportunidades fui seguido y luego detenido por fornidos agentes –soplones- en la Argentina de 1976-77. El trato era insolente, matonesco y por esos años era un cabecita negra y siempre me preguntaban si estaba haciendo la colimba (servicio militar). Claro después que “gocé” de la punta de una pistola en la frente.
Pelé, Edson Arantes do Nascimento, ha contado en un documental de fácil acceso, cómo los militares le comisionaron para llevar adelante al Brasil en el mundial de 1970 que ganaron con un equipo formidable en ese año en México.
Esa película se estrenó meses antes del fallecimiento de Pelé, revela la presión de los militares brasileros que “ordenaban” a su equipo a ganar ese mundial y cómo Edson Arantes, apenas si aguantaba tanta “responsabilidad”.
Y luego de Perú Campeón, la polca que se hiciera popular, casi un himno para acompañar a la selección de 1970 con Didi a la cabeza, todo lo que vino en el tiempo ha sido oleadas de resonantes y espectaculares fracasos.
¿No parece realmente bobo pretender que 22 jugadores corriendo tras una pelota, tengan soluciones sociales que “unen” a los peruanos tras la imagen de una cancha? En este país de absurdos sensacionales, llueve para arriba y a cualquier imbécil llamamos estadista o estratega.
La campaña presente es bastante mala no sólo porque el entrenador no logra más con el equipo humano que dice dirigir, sino que es hora de licenciar a las vacas sagradas, jubilar a los ancianos y sentarnos a la mesa para pensar cómo sacamos adelante un equipo digno, con vergüenza y corajudo para los próximos ¡10 ó 15 años!
Resulta obvio que el párrafo anterior choca frontal y bruscamente con la base del negocio futbolístico que consiste sólo en el circo mentiroso y ninguna perspectiva, ni a la corta ni a la larga. En el país del casi, seguimos evocando a Prisco y Campolo Alcalde, a Valeriano López, a Lolo Fernández, a Toto Terry, al Mago Valdivieso, al Chueco Honores, a Cubillas, a Perico León, a Víctor “Pitín” Zegarra cuando ya son decenios los que han pasado luego del brillo individual de los mencionados por sólo citar a algunos que la memoria recuerda.
¡No somos un país futbolero! El problema va desde la pobrísima alimentación que nos regala jugadores de muy poca talla y peso ligero, hasta la concepción triunfadora dentro de la cancha. Por desgracia hay quienes sólo desean cumplir y aparecer en la foto que los medios difunden al lado de leyendas y mentiras fabricadas en las usinas que se encargan de inocular esperanzas de la afición en equipos bastante malos. ¡He allí un engaño colectivo de consecuencias dolorosas!
Una selección –como la nuestra- que entra a ver si, de repente, consigue un empate, cuando no una goleada, está condenada a seguir dando espectáculos de muy pobre y decepcionante factura.
Pero el sistema cruel inocula su pócima que repiten acríticamente los miedos de comunicación y entonces “todo el Perú se para”, “Perú campeón”, “hay que ir a triunfar al mundial, venceremos a todo rival”. Y letras por el estilo.
Enfeudarse a un deporte cuyo balance es oprobiosamente desfavorable al Perú y mentirnos a nosotros mismos, es un favor insólito a los regímenes que necesitan del romano lema pan y circo.
¡Hay que eliminar las argollas y hay que beneficiar a las vacas sagradas y que se queden donde están triunfando! ¡Aquí hay que dar oportunidad a los más jóvenes y a los más nuevos!
Simple y llanamente, Perú no es un país futbolero.

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Señal de Alerta-Herbert Mujica Rojas
18-10-2024
¡Pamplinas: el fútbol no es lo nuestro!
La selección nacional, o los escogidos por los clubes y por los contratos publicitarios actuales o por firmarse, acaba de retornar del Brasil y con 4 goles en contra. ¿Es útil escudriñar más para comprobar que en ese deporte Perú no está ni a la altura de un equipo de 2da amateur?
El fútbol o el balompié, no es lo nuestro. Acaso lampos, uno que otro pelotero hábil y hasta brillante, pero ¡nada más! Nunca fuimos otra cosa que un modestísimo país para la práctica de este deporte.
Cada vez que hay eliminatorias para el torneo mundial nace la misma literatura palurda: “el fútbol nos une” y fragilidades por el estilo. Ni uno solo de los temas grandes que afligen a 33 millones de peruanos, ve su análisis o solución en 90 minutos de juego.
Pero el negocio prevalece porque las empresas patrocinadoras de los torneos necesitan llenar los estadios, vender las chucherías que se ofrecen en las tribunas y para eso hay medios y periodistas que, envueltos en una vorágine inevitable, dan cuerda a las ilusiones, fabrican expectativas y luego retornan con el rabo entre las piernas, pero con los negocios ya hechos y con dólares en el bolsillo.
El fútbol funciona como un gran distractivo cuando el éxito en la cancha acompaña a la selección nacional. En 1978 los militares asesinos de la Junta hicieron su mundial y Argentina se llevó el título.
Hasta en 3 oportunidades fui seguido y luego detenido por fornidos agentes –soplones- en la Argentina de 1976-77. El trato era insolente, matonesco y por esos años era un cabecita negra y siempre me preguntaban si estaba haciendo la colimba (servicio militar). Claro después que “gocé” de la punta de una pistola en la frente.
Pelé, Edson Arantes do Nascimento, ha contado en un documental de fácil acceso, cómo los militares le comisionaron para llevar adelante al Brasil en el mundial de 1970 que ganaron con un equipo formidable en ese año en México.
Esa película se estrenó meses antes del fallecimiento de Pelé, revela la presión de los militares brasileros que “ordenaban” a su equipo a ganar ese mundial y cómo Edson Arantes, apenas si aguantaba tanta “responsabilidad”.
Y luego de Perú Campeón, la polca que se hiciera popular, casi un himno para acompañar a la selección de 1970 con Didi a la cabeza, todo lo que vino en el tiempo ha sido oleadas de resonantes y espectaculares fracasos.
¿No parece realmente bobo pretender que 22 jugadores corriendo tras una pelota, tengan soluciones sociales que “unen” a los peruanos tras la imagen de una cancha? En este país de absurdos sensacionales, llueve para arriba y a cualquier imbécil llamamos estadista o estratega.
La campaña presente es bastante mala no sólo porque el entrenador no logra más con el equipo humano que dice dirigir, sino que es hora de licenciar a las vacas sagradas, jubilar a los ancianos y sentarnos a la mesa para pensar cómo sacamos adelante un equipo digno, con vergüenza y corajudo para los próximos ¡10 ó 15 años!
Resulta obvio que el párrafo anterior choca frontal y bruscamente con la base del negocio futbolístico que consiste sólo en el circo mentiroso y ninguna perspectiva, ni a la corta ni a la larga. En el país del casi, seguimos evocando a Prisco y Campolo Alcalde, a Valeriano López, a Lolo Fernández, a Toto Terry, al Mago Valdivieso, al Chueco Honores, a Cubillas, a Perico León, a Víctor “Pitín” Zegarra cuando ya son decenios los que han pasado luego del brillo individual de los mencionados por sólo citar a algunos que la memoria recuerda.
¡No somos un país futbolero! El problema va desde la pobrísima alimentación que nos regala jugadores de muy poca talla y peso ligero, hasta la concepción triunfadora dentro de la cancha. Por desgracia hay quienes sólo desean cumplir y aparecer en la foto que los medios difunden al lado de leyendas y mentiras fabricadas en las usinas que se encargan de inocular esperanzas de la afición en equipos bastante malos. ¡He allí un engaño colectivo de consecuencias dolorosas!
Una selección –como la nuestra- que entra a ver si, de repente, consigue un empate, cuando no una goleada, está condenada a seguir dando espectáculos de muy pobre y decepcionante factura.
Pero el sistema cruel inocula su pócima que repiten acríticamente los miedos de comunicación y entonces “todo el Perú se para”, “Perú campeón”, “hay que ir a triunfar al mundial, venceremos a todo rival”. Y letras por el estilo.
Enfeudarse a un deporte cuyo balance es oprobiosamente desfavorable al Perú y mentirnos a nosotros mismos, es un favor insólito a los regímenes que necesitan del romano lema pan y circo.
¡Hay que eliminar las argollas y hay que beneficiar a las vacas sagradas y que se queden donde están triunfando! ¡Aquí hay que dar oportunidad a los más jóvenes y a los más nuevos!
Simple y llanamente, Perú no es un país futbolero.
