Nuestros asesinos
“Si seguimos así el terrorismo aumentará. Qué espera el Congreso para promulgar una Ley que exonere de responsabilidad penal y civil cuando los militares y policías utilicen sus armas en defensa del orden público y seguridad nacional ?” (en Twitter)
Son casi 60 los muertos a causa de la violencia desplegada por la PNP y FFAA en estos dos últimos meses. Las investigaciones son lentas y no esclarecen, hasta el momento, gran cosa.
La violencia legal, y no pocos cacarean con atenta mirada, la tiene el Estado. Y el Estado es manejado por el episódico gobierno de turno. Aunque corto, el período de la presidente Dina Boluarte, ya tiene sobre sí serios cargos contra los derechos humanos.
La violencia, de dónde venga y cómo venga, es condenable, inútil y criminal. Y así como la voladura de garitas, puentes o asedio a aeropuertos y sedes públicas, son hechos absolutamente reprobables, también lo es la violencia diaria que se emplea contra manifestantes en todo el país.
Los sedientos de sangre y balazos, no ocultan que su angurrienta proclama no es contra quienes quebrantan la ley: es letal y debe aplicarse a los que están en la calle protestando. Si son provincianos, inofensivos, inermes, sin entrenamiento militar de ninguna especie, ¡no importa! La “defensa del orden público y seguridad nacional”, así lo “demanda”.
Y nuestros asesinos no hesitan para aprovechar cuanto resquicio exista de violencia letal, como lo ocurrido en el VRAE con el aleve asesinato de 4 efectivos de la PNP. El sábado aconteció el doloroso incidente y ayer domingo, diarios cainitas ya daban por hecho que el terrorismo estaba de retorno.
¿Es una casualidad que afirmen, sin mayor investigación profunda, acreditada y con seriedad y no informes preliminares, esos medios, que “ha vuelto” el terrorismo? No lo parece.
En cambio sí hay personas que se asustan y repiten, cual loros amaestrados, la especie. Se persuaden a sí mismos de la mendacidad, la reiteran y muchos las trasladan a sus cuentas en las redes sociales.
¿Qué cosa será “defensa del orden público y seguridad nacional” para nuestros asesinos?
Si alguien alza el brazo o gira el cuerpo y encara cualquier frente ¿será sospechoso de horadar el orden público y la seguridad nacional? El soldado y policía que sepa que tiene licencia para disparar impunemente, lo hará.
En tiempos del terrorismo los periodistas, muchos, trabajábamos hasta la 1 ó 2 de la madrugada y luego debíamos volver a nuestras casas en autos con la luz interior prendida, con documentos y permisos especiales en el toque de queda, y años la pasamos con la esperanza que los soldados no nos dispararan. No pocos encontronazos sí tuvimos.
Una puerta de acero que daba al jirón Chancay fue dinamitada sobre las 7.30 de una noche en Expreso-Extra y el estruendo fue horrible y el temor in crescendo peor. Al día siguiente la primera plana de Expreso decía: ¡Aquí estamos carajo!
Eran otros tiempos, y el enemigo terrorista, criminal, auténtico antidemócrata actuaba con letalidad y planes para su toma del poder y cerco de la capital.
Si bien es cierto que la derrota militar del terrorismo se confirmó con la caída del criminal Abimael Guzmán, su fracaso político requiere un mayor concurso actual de la sociedad civil.
Pero, hay que advertirlo: la demanda de nuestros asesinos para que se otorgue licencia para matar, so pretexto del orden y seguridad, es profundamente antidemocrática.
Si se envilece la narrativa y se premune a los soldados y efectivos de la PNP de una supuesta amenaza constante contra su vida, el orden y la seguridad, ¿hasta qué momento persiste la serenidad, si total, “la ley los protege para disparar”?
¿Por qué hasta hoy no se ha esclarecido al 100% el doloroso tema de las 60 muertes? ¡Que no nos digan que es difícil hacerlo!
¿Y cómo es tan fácil dictaminar que hay un supuesto “rebrote” del terrorismo?
Para quienes miran desde el balcón, pedir, exigir, opinar, es fácil. Hasta que algún pariente o relacionado, sea blanco de balas irresponsables y de necesidad mortal. Entonces recordarán que no hay que escupir al cielo.
Una de las grandes figuras de la revolución francesa, Dantón, no pudo evitar la muerte en la guillotina.
Nuestros asesinos son de baja estofa y nula trayectoria.
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“Si seguimos así el terrorismo aumentará. Qué espera el Congreso para promulgar una Ley que exonere de responsabilidad penal y civil cuando los militares y policías utilicen sus armas en defensa del orden público y seguridad nacional ?” (en Twitter)
Son casi 60 los muertos a causa de la violencia desplegada por la PNP y FFAA en estos dos últimos meses. Las investigaciones son lentas y no esclarecen, hasta el momento, gran cosa.
La violencia legal, y no pocos cacarean con atenta mirada, la tiene el Estado. Y el Estado es manejado por el episódico gobierno de turno. Aunque corto, el período de la presidente Dina Boluarte, ya tiene sobre sí serios cargos contra los derechos humanos.
La violencia, de dónde venga y cómo venga, es condenable, inútil y criminal. Y así como la voladura de garitas, puentes o asedio a aeropuertos y sedes públicas, son hechos absolutamente reprobables, también lo es la violencia diaria que se emplea contra manifestantes en todo el país.
Los sedientos de sangre y balazos, no ocultan que su angurrienta proclama no es contra quienes quebrantan la ley: es letal y debe aplicarse a los que están en la calle protestando. Si son provincianos, inofensivos, inermes, sin entrenamiento militar de ninguna especie, ¡no importa! La “defensa del orden público y seguridad nacional”, así lo “demanda”.
Y nuestros asesinos no hesitan para aprovechar cuanto resquicio exista de violencia letal, como lo ocurrido en el VRAE con el aleve asesinato de 4 efectivos de la PNP. El sábado aconteció el doloroso incidente y ayer domingo, diarios cainitas ya daban por hecho que el terrorismo estaba de retorno.
¿Es una casualidad que afirmen, sin mayor investigación profunda, acreditada y con seriedad y no informes preliminares, esos medios, que “ha vuelto” el terrorismo? No lo parece.
En cambio sí hay personas que se asustan y repiten, cual loros amaestrados, la especie. Se persuaden a sí mismos de la mendacidad, la reiteran y muchos las trasladan a sus cuentas en las redes sociales.
¿Qué cosa será “defensa del orden público y seguridad nacional” para nuestros asesinos?
Si alguien alza el brazo o gira el cuerpo y encara cualquier frente ¿será sospechoso de horadar el orden público y la seguridad nacional? El soldado y policía que sepa que tiene licencia para disparar impunemente, lo hará.
En tiempos del terrorismo los periodistas, muchos, trabajábamos hasta la 1 ó 2 de la madrugada y luego debíamos volver a nuestras casas en autos con la luz interior prendida, con documentos y permisos especiales en el toque de queda, y años la pasamos con la esperanza que los soldados no nos dispararan. No pocos encontronazos sí tuvimos.
Una puerta de acero que daba al jirón Chancay fue dinamitada sobre las 7.30 de una noche en Expreso-Extra y el estruendo fue horrible y el temor in crescendo peor. Al día siguiente la primera plana de Expreso decía: ¡Aquí estamos carajo!
Eran otros tiempos, y el enemigo terrorista, criminal, auténtico antidemócrata actuaba con letalidad y planes para su toma del poder y cerco de la capital.
Si bien es cierto que la derrota militar del terrorismo se confirmó con la caída del criminal Abimael Guzmán, su fracaso político requiere un mayor concurso actual de la sociedad civil.
Pero, hay que advertirlo: la demanda de nuestros asesinos para que se otorgue licencia para matar, so pretexto del orden y seguridad, es profundamente antidemocrática.
Si se envilece la narrativa y se premune a los soldados y efectivos de la PNP de una supuesta amenaza constante contra su vida, el orden y la seguridad, ¿hasta qué momento persiste la serenidad, si total, “la ley los protege para disparar”?
¿Por qué hasta hoy no se ha esclarecido al 100% el doloroso tema de las 60 muertes? ¡Que no nos digan que es difícil hacerlo!
¿Y cómo es tan fácil dictaminar que hay un supuesto “rebrote” del terrorismo?
Para quienes miran desde el balcón, pedir, exigir, opinar, es fácil. Hasta que algún pariente o relacionado, sea blanco de balas irresponsables y de necesidad mortal. Entonces recordarán que no hay que escupir al cielo.
Una de las grandes figuras de la revolución francesa, Dantón, no pudo evitar la muerte en la guillotina.
Nuestros asesinos son de baja estofa y nula trayectoria.