Política

No se lo guarde: ¡cuéntelo!

hcmujica@gmail.com
No se lo guarde: ¡cuéntelo!
No se lo guarde: ¡cuéntelo!
24 de agosto del 2022

No se lo guarde: ¡cuéntelo!

El buen y grato recuerdo de los y las que se fueron antes que nosotros, merece sobrevivir. Más allá de la contingencia o suceso, superando las lógicas pero episódicas lágrimas, todos aquellos deben ser las lenguas del creador fuego eterno. Es la memoria.

La pandemia del covid nos arrebató a madres, tíos, hermanas, padres, etc. He visto quebrarse a muchos navegando en esa recordación tristísima. Y siempre me he preguntado ¿el dolor tiene que ser mandato obligatorio o apelamos a los mejores recuerdos en vida?

Quien se sumerja en la lamentación estéril, pierde el tiempo. Quien desdeñe los nuevos caminos que perennizan las reminiscencias, es un ladrón de su tiempo.

Winston Churchill afirmaba que si un súbdito inglés nacía, se educaba, formaba familia, envejecía pero NO hacía nada por cambiar su entorno y realidad, no era más que un ladrón de su tiempo.

Si dejamos que la pareja, amiga, consorte, que tuvimos y que partió, tan sólo sea evocación y llanto. Desperdiciamos la imaginación.

Si el pariente, madre, primo, esposa o esposo, que viajara al puerto final súbitamente y no promovemos el recuerdo escrito o fílmico, fotográfico o literario, caemos en la lóbrega e infértil falta de ideas.

Se me ocurre que la biografía corta, plena en detalles, esos que siempre hay alrededor de nuestros seres queridos, es una avenida posible, rica en variantes pero, sobre todo, la perpetuación de esa memoria que debe ser inolvidable, hoy y mañana.

Y la circunstancia no es nueva, mucho menos original. ¿No tenemos monumentos, construcciones, ceramios, artículos textiles con cientos o miles de años? Es la impronta de nuestras culturas pre-íncas que dejaron al porvenir, nuestro presente, sus firmas indelebles.

Poner a disposición del auditorio que uno escoge, con los cuadros mejores y más gratos que se desee perennizar de aquellos a quienes quisimos con lealtad firme, es más sencillo hoy en día. Si el relato se grafica, tanto mejor.

Cuando amanezca este miércoles 24 celebraremos el Día de San Bartolomé, fecha en que los hugonotes en Francia, 1572, fueron masacrados a diestra y siniestra. Mi partida de nacimiento afinca también en el mismo día y hace décadas, el suceso. Mi invariable y muy cariñoso abrazo, en momentos frágiles, a Francisco Mujica Vinces y Aída Rojas Martínez, mis padres.

Por eso la convocatoria del titular bien vale una y mil repeticiones:

No se lo guarde: ¡cuéntelo!
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No se lo guarde: ¡cuéntelo!

El buen y grato recuerdo de los y las que se fueron antes que nosotros, merece sobrevivir. Más allá de la contingencia o suceso, superando las lógicas pero episódicas lágrimas, todos aquellos deben ser las lenguas del creador fuego eterno. Es la memoria.

La pandemia del covid nos arrebató a madres, tíos, hermanas, padres, etc. He visto quebrarse a muchos navegando en esa recordación tristísima. Y siempre me he preguntado ¿el dolor tiene que ser mandato obligatorio o apelamos a los mejores recuerdos en vida?

Quien se sumerja en la lamentación estéril, pierde el tiempo. Quien desdeñe los nuevos caminos que perennizan las reminiscencias, es un ladrón de su tiempo.

Winston Churchill afirmaba que si un súbdito inglés nacía, se educaba, formaba familia, envejecía pero NO hacía nada por cambiar su entorno y realidad, no era más que un ladrón de su tiempo.

Si dejamos que la pareja, amiga, consorte, que tuvimos y que partió, tan sólo sea evocación y llanto. Desperdiciamos la imaginación.

Si el pariente, madre, primo, esposa o esposo, que viajara al puerto final súbitamente y no promovemos el recuerdo escrito o fílmico, fotográfico o literario, caemos en la lóbrega e infértil falta de ideas.

Se me ocurre que la biografía corta, plena en detalles, esos que siempre hay alrededor de nuestros seres queridos, es una avenida posible, rica en variantes pero, sobre todo, la perpetuación de esa memoria que debe ser inolvidable, hoy y mañana.

Y la circunstancia no es nueva, mucho menos original. ¿No tenemos monumentos, construcciones, ceramios, artículos textiles con cientos o miles de años? Es la impronta de nuestras culturas pre-íncas que dejaron al porvenir, nuestro presente, sus firmas indelebles.

Poner a disposición del auditorio que uno escoge, con los cuadros mejores y más gratos que se desee perennizar de aquellos a quienes quisimos con lealtad firme, es más sencillo hoy en día. Si el relato se grafica, tanto mejor.

Cuando amanezca este miércoles 24 celebraremos el Día de San Bartolomé, fecha en que los hugonotes en Francia, 1572, fueron masacrados a diestra y siniestra. Mi partida de nacimiento afinca también en el mismo día y hace décadas, el suceso. Mi invariable y muy cariñoso abrazo, en momentos frágiles, a Francisco Mujica Vinces y Aída Rojas Martínez, mis padres.

Por eso la convocatoria del titular bien vale una y mil repeticiones:

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