Informe
Señal de Alerta-Herbert Mujica Rojas
17-11-2024
¡Mentiras solo mentiras!
¡En la boca del mentiroso, lo cierto se hace dudoso!
¿Cómo se entiende que la sociedad peruana, conociendo de siempre lo farsantes y huecos que son sus candidatos a la hora de postular, los haya elegido varias veces como autoridades?
Popular como trágica realidad la constatación que nuestros hombres y mujeres públicos no hesitan en mentir. El embuste tiene personalidad y se lo pronuncia con voz académica y dicción saboreada. ¡No importa que sean tonterías, las expresadas, “suenan” mejor!
Cuando la mentira muta y se convierte, primero, en fuerte rumor, luego en cantinela repetida, para a posteriori ser parte de la conferencia de cualquier fulano o zutano, entonces la tara se convierte en “verdad”.
La mentira es un mensaje ecuménico instalado desde siempre en el ADN social peruano. Quien no miente, se arriesga a ser considerado tonto o, peor aún, estúpido que no aprovecha la ocasión de engatusar a unos y otros.
Otro dicho reza: la mentira tiene patas cortas. Aunque, hay que agregar, de larga duración. Especies repetidas y deformadas con el tiempo, han persistido en su torvo mensaje, de generación en generación.
Si la definición de mentira es que su carga es lejana de la verdad ¿cómo se la asimila y repite corregida y aumentada en todos los ámbitos de la abstrusa sociedad peruana cuyos fragmentos, más de una vez, han amenazado con gatillar una diáspora terrible?
Los responsables de ordenar, metodizar la memoria y el documento histórico incurrieron en pecados y se cuidaron muy mucho de obliterar verdades y “rescatar” falsedades. ¿Cuántas calles y avenidas, parques y sitios públicos, llevan el nombre de traidores?
La historiografía miope y selectiva, por así llamarla, contribuyó a la edificación de falsos valores que en vida fueron delincuentes y se los “recuerda” como probos y selectos hijos de la Nación.
Sobre el barro o el fango no se puede construir parapetos de ilustración o limpieza. ¡Todo lo contrario! La típica costumbre peruana de justificar todo so pretexto que “roba pero hace obra”, ni es nueva y menos original, es sucia como sus fautores!
Por tanto, a nadie asombra que los discursos demagógicos exhiban mentiras impúdicas. La “crítica” se remite a la belleza gestual y oratoria del emisor y el discurso. Pero una cosa es el deseo y aspiración y otra la realidad fragorosa que vencer y derrotar.
El político sucio no aspira a construir nada, sólo tiene la mira puesta en enriquecerse. Y con él la gorda patota de parientes, queridas, amantes, entenados, validos, que le acompañan con los timbales y los platillos del festejo.
Decía González Prada que una vez llegados al Parlamento las figuras y figurones se convertían en gorilas politicantes. Si no sacaban una ley con nombre propio a las buenas, recurrían a las tradicionales alamedas de la coima, el soborno, el delito.
En eso estriba una clave fundamental: para los peruanos la mentira no constituye la aberración cancerosa que es. ¡Es una herramienta “indispensable” en el camino al “éxito”. El antídoto que debiera ser la vergüenza y prudencia contra los malos actos, no funciona, es más bien, pasaporte para la gestión delictiva.
Y el asunto viene desde los bisabuelos a los bisnietos. No se considera a la zancadilla o embuste como un acto deleznable y sucio, se lo acepta, olvidando que quien prueba el veneno, no se sana, se muere lentamente.
¿Cómo contribuyen los miedos de comunicación en esta trapisonda que describimos? ¡De manera muy importante. Y negativa! A la falta de crítica suman la autocensura “prudente” para no malquistarse con los patrones.
¿Cuántos hombres y mujeres a quienes nadie conocía, desaparecieron del anonimato para formar parte diaria de crónicas y reportajes? Casi nunca van al meollo del tema en cuestión, hablan, pronuncian garrulería de la más barata, pero “forman” opinión.
Luchar contra esos mensajes viles es tarea desde la casa y en todas partes. El niño tiene que aprender a conquistar sus logros, a valorar el esfuerzo, a saborear que el camino del éxito no es gratuito, sino la suma de alegrías inteligentes y genuina limpieza y pundonor.
Pero, además, la ciudadanía debe castigar a los políticos mentirosos no depositando su voto por ellos. El invento de “Tú lo conoces, vota por él” es otra engañifa del peor calibre. ¡Precisamente porque conocemos al 99% de inútiles en la cosa pública, es que hay que limpiar, sanear y desinfectar la política peruana!
Tags relacionados
Informe
Señal de Alerta-Herbert Mujica Rojas
17-11-2024
¡Mentiras solo mentiras!
¡En la boca del mentiroso, lo cierto se hace dudoso!
¿Cómo se entiende que la sociedad peruana, conociendo de siempre lo farsantes y huecos que son sus candidatos a la hora de postular, los haya elegido varias veces como autoridades?
Popular como trágica realidad la constatación que nuestros hombres y mujeres públicos no hesitan en mentir. El embuste tiene personalidad y se lo pronuncia con voz académica y dicción saboreada. ¡No importa que sean tonterías, las expresadas, “suenan” mejor!
Cuando la mentira muta y se convierte, primero, en fuerte rumor, luego en cantinela repetida, para a posteriori ser parte de la conferencia de cualquier fulano o zutano, entonces la tara se convierte en “verdad”.
La mentira es un mensaje ecuménico instalado desde siempre en el ADN social peruano. Quien no miente, se arriesga a ser considerado tonto o, peor aún, estúpido que no aprovecha la ocasión de engatusar a unos y otros.
Otro dicho reza: la mentira tiene patas cortas. Aunque, hay que agregar, de larga duración. Especies repetidas y deformadas con el tiempo, han persistido en su torvo mensaje, de generación en generación.
Si la definición de mentira es que su carga es lejana de la verdad ¿cómo se la asimila y repite corregida y aumentada en todos los ámbitos de la abstrusa sociedad peruana cuyos fragmentos, más de una vez, han amenazado con gatillar una diáspora terrible?
Los responsables de ordenar, metodizar la memoria y el documento histórico incurrieron en pecados y se cuidaron muy mucho de obliterar verdades y “rescatar” falsedades. ¿Cuántas calles y avenidas, parques y sitios públicos, llevan el nombre de traidores?
La historiografía miope y selectiva, por así llamarla, contribuyó a la edificación de falsos valores que en vida fueron delincuentes y se los “recuerda” como probos y selectos hijos de la Nación.
Sobre el barro o el fango no se puede construir parapetos de ilustración o limpieza. ¡Todo lo contrario! La típica costumbre peruana de justificar todo so pretexto que “roba pero hace obra”, ni es nueva y menos original, es sucia como sus fautores!
Por tanto, a nadie asombra que los discursos demagógicos exhiban mentiras impúdicas. La “crítica” se remite a la belleza gestual y oratoria del emisor y el discurso. Pero una cosa es el deseo y aspiración y otra la realidad fragorosa que vencer y derrotar.
El político sucio no aspira a construir nada, sólo tiene la mira puesta en enriquecerse. Y con él la gorda patota de parientes, queridas, amantes, entenados, validos, que le acompañan con los timbales y los platillos del festejo.
Decía González Prada que una vez llegados al Parlamento las figuras y figurones se convertían en gorilas politicantes. Si no sacaban una ley con nombre propio a las buenas, recurrían a las tradicionales alamedas de la coima, el soborno, el delito.
En eso estriba una clave fundamental: para los peruanos la mentira no constituye la aberración cancerosa que es. ¡Es una herramienta “indispensable” en el camino al “éxito”. El antídoto que debiera ser la vergüenza y prudencia contra los malos actos, no funciona, es más bien, pasaporte para la gestión delictiva.
Y el asunto viene desde los bisabuelos a los bisnietos. No se considera a la zancadilla o embuste como un acto deleznable y sucio, se lo acepta, olvidando que quien prueba el veneno, no se sana, se muere lentamente.
¿Cómo contribuyen los miedos de comunicación en esta trapisonda que describimos? ¡De manera muy importante. Y negativa! A la falta de crítica suman la autocensura “prudente” para no malquistarse con los patrones.
¿Cuántos hombres y mujeres a quienes nadie conocía, desaparecieron del anonimato para formar parte diaria de crónicas y reportajes? Casi nunca van al meollo del tema en cuestión, hablan, pronuncian garrulería de la más barata, pero “forman” opinión.
Luchar contra esos mensajes viles es tarea desde la casa y en todas partes. El niño tiene que aprender a conquistar sus logros, a valorar el esfuerzo, a saborear que el camino del éxito no es gratuito, sino la suma de alegrías inteligentes y genuina limpieza y pundonor.
Pero, además, la ciudadanía debe castigar a los políticos mentirosos no depositando su voto por ellos. El invento de “Tú lo conoces, vota por él” es otra engañifa del peor calibre. ¡Precisamente porque conocemos al 99% de inútiles en la cosa pública, es que hay que limpiar, sanear y desinfectar la política peruana!