Política

Me lo contaron los zorros

hcmujica@gmail.com
KachkaniraqmiResized
17 de septiembre del 2023

Informe
Señal de Alerta-Herbert Mujica Rojas
18-9-2023

Me lo contaron los zorros

Kachkaniraqmi, Arguedas (Existo. A pesar de todo, existo).

En la reciente novela de Eduardo González Viaña y porque lo cuentan los zorros nos acercamos a un paraje interesante de la vida temprana de José María Arguedas. La fuga del niño José María con su burro Azulejo es real y puede encontrarse en cualquier cronología.

Y es en los Andes, fuego y solidez creadoras y desafiantes del Perú, donde transcurre un relato seductor y de formidable descripción de usos, costumbres, mitos, imágenes en que los seres humanos no pueden dominar ni su tiempo ni su vida.

El destierro temprano de Arguedas a la cocina y hacia la convivencia con la entonces denominada servidumbre, constituirán el ingreso del personaje a un mundo donde la infelicidad no se sabe, se siente.

El drama opresor de los ibéricos iniciáticos muestra por arriba, la fiesta. Por debajo, la invasión territorial de los blancos. Y a posteriori de ellos, los que se auparon sin derecho alguno en el mando o lo impusieron a sangre y fuego en todo el territorio nacional.

Sabido es que la historia del Perú es una pesadilla en la que siempre triunfan los lobos. Y esas dentelladas, lejos de amainar, mutaron hasta nuestros tiempos tomando formas y figuras algo modificadas, pero iguales de crueles y discriminadoras.

Es el periplo de algo más de dos años de Arguedas niño y su burro Azulejo, de pueblo en pueblo, encontrando la magia desde los cerros y el ulular de vientos helados que discurre ese viaje a las distintas facetas del Perú profundo en los que el castellano y el quechua se peleaban en su infantil pensamiento.

¿Ha perdido el Ande, sus cuencas, escondrijos misteriosos, a miles de metros sobre el nivel del mar, su vocación creadora y fertilizante que antaño dominó buena parte de la América del Sur? Con inigualable maestría Eduardo González Viaña traza un homenaje a los cerros sin los cuales sería incomprensible el Perú.

Fue en los Andes, en el Perú de adentro y arriba, donde se desarrollaron las grandes culturas preíncas y las que gobernaron luego el Tahuantinsuyo. Los peruanos de hoy aún persisten en el descuido de leer a sus Andes.

Por eso González Viaña anota que en aquellos “Todo es música. El dios que habla se convierte en río y canta. Las montañas tararean, cantan las nubes y los luceros al rozar con el cielo. Si se acabara la música, dejaríamos de existir”.

En Kachkaniraqmi, Arguedas es posible seleccionar sentencias que señalan lampos e hitos cuyo decurso hiciera joven, muy joven José María. A saber: …la muerte es solamente eso, una suspensión de la palabra; el zorro es el animal más fidedigno de la historia andina; sobre ella (la mula) iban las ropas, los cacharros, los lapiceros, los tampones, los sellos;… pero los aullidos de las mujeres no figuran en los libros de historia; el cuerpo comenzó a perder gravedad y a ganar ternura; aprendió de nuevo a brotar, es decir a recordar.

“El concepto de “lo andino”, es pues, el continente que defiende la vida, porque en nuestro continente andino todo se opone a la muerte, nuestros pueblos son la defensa humana a la depredación ecológica y al exterminio a la que nos ha llevado la aventura colonialista europea occidental que se inicia en el siglo XV y que en solo 100 años (1492-1595) exterminó a la mitad de la humanidad en Asia, Africa, Andinia y Oceanía, y cuyos “logros” y resultados han intentado inútilmente globalizarse, encontrando su límite de contención o “frontera” invencible en el continente andino. Y sobre todo, “lo andino” significa lo producido y aportado por nuestro continente, al resto del mundo para que sobreviva la vida –valga la redundancia-. (Jallalla a nuestro continente andino libre y soberano, Javier Lajo Lazo
www.voltairenet.org/article190863.html?var_mode=calcul)

Estudiosos de la obra de Arguedas y refiriéndose al trabajo de González Viaña, no han ahorrado conceptos:

-“Pero cómo contar esta historia? ¿con qué voz hacerlo? Ese asombroso escritor que es Eduardo González Viaña le ha entregado ese papel de narradores a dos zorros de aquellos que están siempre presentes en las leyendas andinas y con quienes se alternará en juego, en relato y en sapiencia”. Elena Zurrón

“Es el escritor que como el Tayta Arguedas se convierte en Demono feliz, recogiendo poemas y cantos en quechua y castellano, en cristiano e indio, haciendo de esta novela, un monumento insuperable de sólidos pilares en antropología y literatura. Eduardo González Viaña es la magnífica y vigorosa prosa de todos los tiempos.” José Carlos Vilcapoma

“Esos zorros, constantes interlocutores del narrador, permiten también, prolongar las novelas de Arguedas y presentar diferentes finales. Por eso mismo, el lector de Kachkaniraqmi Arguedas, reconoce, desde el inicio, que se trata de una completa ficción en la que, acertadamente, se ha destacado el quechua original de las creaciones del gran escritor andahuaylino.” Carmen María Pinilla

 

 

 

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Me lo contaron los zorros

Kachkaniraqmi, Arguedas (Existo. A pesar de todo, existo).

En la reciente novela de Eduardo González Viaña y porque lo cuentan los zorros nos acercamos a un paraje interesante de la vida temprana de José María Arguedas. La fuga del niño José María con su burro Azulejo es real y puede encontrarse en cualquier cronología.

Y es en los Andes, fuego y solidez creadoras y desafiantes del Perú, donde transcurre un relato seductor y de formidable descripción de usos, costumbres, mitos, imágenes en que los seres humanos no pueden dominar ni su tiempo ni su vida.

El destierro temprano de Arguedas a la cocina y hacia la convivencia con la entonces denominada servidumbre, constituirán el ingreso del personaje a un mundo donde la infelicidad no se sabe, se siente.

El drama opresor de los ibéricos iniciáticos muestra por arriba, la fiesta. Por debajo, la invasión territorial de los blancos. Y a posteriori de ellos, los que se auparon sin derecho alguno en el mando o lo impusieron a sangre y fuego en todo el territorio nacional.

Sabido es que la historia del Perú es una pesadilla en la que siempre triunfan los lobos. Y esas dentelladas, lejos de amainar, mutaron hasta nuestros tiempos tomando formas y figuras algo modificadas, pero iguales de crueles y discriminadoras.

Es el periplo de algo más de dos años de Arguedas niño y su burro Azulejo, de pueblo en pueblo, encontrando la magia desde los cerros y el ulular de vientos helados que discurre ese viaje a las distintas facetas del Perú profundo en los que el castellano y el quechua se peleaban en su infantil pensamiento.

¿Ha perdido el Ande, sus cuencas, escondrijos misteriosos, a miles de metros sobre el nivel del mar, su vocación creadora y fertilizante que antaño dominó buena parte de la América del Sur? Con inigualable maestría Eduardo González Viaña traza un homenaje a los cerros sin los cuales sería incomprensible el Perú.

Fue en los Andes, en el Perú de adentro y arriba, donde se desarrollaron las grandes culturas preíncas y las que gobernaron luego el Tahuantinsuyo. Los peruanos de hoy aún persisten en el descuido de leer a sus Andes.

Por eso González Viaña anota que en aquellos “Todo es música. El dios que habla se convierte en río y canta. Las montañas tararean, cantan las nubes y los luceros al rozar con el cielo. Si se acabara la música, dejaríamos de existir”.

En Kachkaniraqmi, Arguedas es posible seleccionar sentencias que señalan lampos e hitos cuyo decurso hiciera joven, muy joven José María. A saber: …la muerte es solamente eso, una suspensión de la palabra; el zorro es el animal más fidedigno de la historia andina; sobre ella (la mula) iban las ropas, los cacharros, los lapiceros, los tampones, los sellos;… pero los aullidos de las mujeres no figuran en los libros de historia; el cuerpo comenzó a perder gravedad y a ganar ternura; aprendió de nuevo a brotar, es decir a recordar.

“El concepto de “lo andino”, es pues, el continente que defiende la vida, porque en nuestro continente andino todo se opone a la muerte, nuestros pueblos son la defensa humana a la depredación ecológica y al exterminio a la que nos ha llevado la aventura colonialista europea occidental que se inicia en el siglo XV y que en solo 100 años (1492-1595) exterminó a la mitad de la humanidad en Asia, Africa, Andinia y Oceanía, y cuyos “logros” y resultados han intentado inútilmente globalizarse, encontrando su límite de contención o “frontera” invencible en el continente andino. Y sobre todo, “lo andino” significa lo producido y aportado por nuestro continente, al resto del mundo para que sobreviva la vida –valga la redundancia-. (Jallalla a nuestro continente andino libre y soberano, Javier Lajo Lazo
www.voltairenet.org/article190863.html?var_mode=calcul)

Estudiosos de la obra de Arguedas y refiriéndose al trabajo de González Viaña, no han ahorrado conceptos:

-“Pero cómo contar esta historia? ¿con qué voz hacerlo? Ese asombroso escritor que es Eduardo González Viaña le ha entregado ese papel de narradores a dos zorros de aquellos que están siempre presentes en las leyendas andinas y con quienes se alternará en juego, en relato y en sapiencia”. Elena Zurrón

“Es el escritor que como el Tayta Arguedas se convierte en Demono feliz, recogiendo poemas y cantos en quechua y castellano, en cristiano e indio, haciendo de esta novela, un monumento insuperable de sólidos pilares en antropología y literatura. Eduardo González Viaña es la magnífica y vigorosa prosa de todos los tiempos.” José Carlos Vilcapoma

“Esos zorros, constantes interlocutores del narrador, permiten también, prolongar las novelas de Arguedas y presentar diferentes finales. Por eso mismo, el lector de Kachkaniraqmi Arguedas, reconoce, desde el inicio, que se trata de una completa ficción en la que, acertadamente, se ha destacado el quechua original de las creaciones del gran escritor andahuaylino.” Carmen María Pinilla

 

 

 

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