Desde hace meses y con la mayor impunidad, Lumpen suelto que se hace llamar “la resistencia” y que la decencia popular ha rebautizado como “la pestilencia”, viene incurriendo en prácticas delictivas de intimidación, agresión y hasta son invisibles para las autoridades policiales.
La última “hazaña” como turba urbana, fue la visita que hicieron a los domicilios de los colegas Rosa María Palacios y Gustavo Gorriti. Los esquiroles (rompehuelgas, matones asalariados) han “decidido” según sus torcidos criterios, aplicar “castigo” y aterran a los vecinos.
Las gavillas, que eso son, vulgares elementos del lumpen actúan desde lo que fue el comienzo del gobierno extinto de Pedro Castillo. Inclinados a la extrema derecha, su proveniencia de alcantarilla es inolcultable e insultan, agreden.
Son innumerables las matonadas de la pestilencia.
Hay dos enfoques indispensables.
Uno se refiere a que hay algún tipo de permiso no escrito porque jamás son detenidos ni apresados. Y si ocurre el evento, a las pocas horas ya están circulando por las calles. En buen castellano: los hampones tienen licencia para el delito.
Otra mirada nos lleva a recordar a los fascistas italianos y nazis alemanes cuando desataban golpizas inmisericordes contra sus enemigos. Y disolvían las huelgas, capturaban a líderes obreros y políticos, los apaleaban y directo, con graves heridas, al hospital más cercano cuando sobrevivían.
La animalización de la política peruana tiene con los actuales “referentes” un tinte mucho más pronunciado.
¿No es violencia, en un país con miseria extrema en las calles, comer con lujo y especialidad platos caros? Digan lo que digan, esta es otra forma de “demostrar” que unos tienen un “sitial” de privilegio. ¿Y el resto?
La paradoja macabra es que aquellos parlamentarios no producen el dinero con que se paga esa ingesta tan subida de precio: ¡es el pueblo con tus tributos el que lo hace!
Engañar reiteradas veces, con la esperanza de una salida política, adelantando las elecciones generales y postergarla, otras tantas, ¿no es violencia y timo?
Y el lumpen, que sabe que no serán detenidos, va a la casa de quienes no son de su simpatía para proferir insultos y lemas de baja estofa.
¿Qué criterio pueden tener aquellos? ¿Qué saben los burros de alfajores?
¿Quiénes son y porqué actúan así, contra todas las leyes y en nombre de una supuesta justicia propia?
En Perú tenemos, en los últimos 45-50 días, la horrorosa cifra de más de 65 fallecidos de manera violenta por arma de fuego militar y policial. Le llaman la violencia legal.
Pero ¿los caídos eran gente armada, premunida de artefactos de fuego o bombas molotov o algo similar y letal? ¡No! Eran civiles marchando por las calles, expresando su repudio al gobierno de doña Dina Boluarte.
¿Por qué demora tanto el informe sobre las muertes? ¿Se teme que la violencia legal, no haya sido más que vulgar acción criminal?
Al no actuar contra la pestilencia, esta turba urbana acopia situaciones de hecho que en cualquier momento pueden cobrar víctimas.
Por ejemplo ¿que tal si la pestilencia empieza a disparar y arremete a balazos?
Se produciría entonces la macabra combinación de violencia impune, ataques con armas de fuego, crímenes selectivos y sin culpables.
La derecha bruta y achorada que no le gusta que la llamen así porque considera que es ofensivo, respalda con su discurso de odio y discriminación, ¡precisamente! el cáncer urbano de la pestilencia. ¿Los censuran, denuncian o cuestionan? ¡Por supuesto que no!
En el otro extremo, bobalicones que se creen jueces ideológicos “condenan” a sus adversarios y celebran que sean puestos bajo granizada de insultos, visitas no pedidas y agresiones en las calles.
La bestialización de la política que empieza a predominar por encima de cualquier debate, sólo consigue una dictadura desembozada y con las garantías suspendidas, no deberá sorprendernos una violencia superlativa.
Los trabajos sucios de “ablandamiento”, “persuasión”, ¿están a cargo de la pestilencia?
¿Son los colegas Gorriti y Palacios, la “avanzada” de “escarmiento”?
Caer tan bajo es el caos deplorable en el Perú. Consentirlo es un suicidio.
¡Libertad: cuántos crímenes se cometen en tu nombre!
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Desde hace meses y con la mayor impunidad, Lumpen suelto que se hace llamar “la resistencia” y que la decencia popular ha rebautizado como “la pestilencia”, viene incurriendo en prácticas delictivas de intimidación, agresión y hasta son invisibles para las autoridades policiales.
La última “hazaña” como turba urbana, fue la visita que hicieron a los domicilios de los colegas Rosa María Palacios y Gustavo Gorriti. Los esquiroles (rompehuelgas, matones asalariados) han “decidido” según sus torcidos criterios, aplicar “castigo” y aterran a los vecinos.
Las gavillas, que eso son, vulgares elementos del lumpen actúan desde lo que fue el comienzo del gobierno extinto de Pedro Castillo. Inclinados a la extrema derecha, su proveniencia de alcantarilla es inolcultable e insultan, agreden.
Son innumerables las matonadas de la pestilencia.
Hay dos enfoques indispensables.
Uno se refiere a que hay algún tipo de permiso no escrito porque jamás son detenidos ni apresados. Y si ocurre el evento, a las pocas horas ya están circulando por las calles. En buen castellano: los hampones tienen licencia para el delito.
Otra mirada nos lleva a recordar a los fascistas italianos y nazis alemanes cuando desataban golpizas inmisericordes contra sus enemigos. Y disolvían las huelgas, capturaban a líderes obreros y políticos, los apaleaban y directo, con graves heridas, al hospital más cercano cuando sobrevivían.
La animalización de la política peruana tiene con los actuales “referentes” un tinte mucho más pronunciado.
¿No es violencia, en un país con miseria extrema en las calles, comer con lujo y especialidad platos caros? Digan lo que digan, esta es otra forma de “demostrar” que unos tienen un “sitial” de privilegio. ¿Y el resto?
La paradoja macabra es que aquellos parlamentarios no producen el dinero con que se paga esa ingesta tan subida de precio: ¡es el pueblo con tus tributos el que lo hace!
Engañar reiteradas veces, con la esperanza de una salida política, adelantando las elecciones generales y postergarla, otras tantas, ¿no es violencia y timo?
Y el lumpen, que sabe que no serán detenidos, va a la casa de quienes no son de su simpatía para proferir insultos y lemas de baja estofa.
¿Qué criterio pueden tener aquellos? ¿Qué saben los burros de alfajores?
¿Quiénes son y porqué actúan así, contra todas las leyes y en nombre de una supuesta justicia propia?
En Perú tenemos, en los últimos 45-50 días, la horrorosa cifra de más de 65 fallecidos de manera violenta por arma de fuego militar y policial. Le llaman la violencia legal.
Pero ¿los caídos eran gente armada, premunida de artefactos de fuego o bombas molotov o algo similar y letal? ¡No! Eran civiles marchando por las calles, expresando su repudio al gobierno de doña Dina Boluarte.
¿Por qué demora tanto el informe sobre las muertes? ¿Se teme que la violencia legal, no haya sido más que vulgar acción criminal?
Al no actuar contra la pestilencia, esta turba urbana acopia situaciones de hecho que en cualquier momento pueden cobrar víctimas.
Por ejemplo ¿que tal si la pestilencia empieza a disparar y arremete a balazos?
Se produciría entonces la macabra combinación de violencia impune, ataques con armas de fuego, crímenes selectivos y sin culpables.
La derecha bruta y achorada que no le gusta que la llamen así porque considera que es ofensivo, respalda con su discurso de odio y discriminación, ¡precisamente! el cáncer urbano de la pestilencia. ¿Los censuran, denuncian o cuestionan? ¡Por supuesto que no!
En el otro extremo, bobalicones que se creen jueces ideológicos “condenan” a sus adversarios y celebran que sean puestos bajo granizada de insultos, visitas no pedidas y agresiones en las calles.
La bestialización de la política que empieza a predominar por encima de cualquier debate, sólo consigue una dictadura desembozada y con las garantías suspendidas, no deberá sorprendernos una violencia superlativa.
Los trabajos sucios de “ablandamiento”, “persuasión”, ¿están a cargo de la pestilencia?
¿Son los colegas Gorriti y Palacios, la “avanzada” de “escarmiento”?
Caer tan bajo es el caos deplorable en el Perú. Consentirlo es un suicidio.
¡Libertad: cuántos crímenes se cometen en tu nombre!