
Lima debería implorar perdón al Perú
Los días precedentes confirmaron con elocuencia imbatible, el divorcio entre una Lima infestada de conservadores a ultranza y el resto del país que tiene sus propias dinámicas, protestas, creaciones y orgullos invictos. Lima pretende persistir con el desdén mandón y lo único que ha cosechado fueron 26 trágicas muertes a balazos.
Y tenemos un gobierno que no se inmuta en la tragedia y quiere hacernos creer que es un tema de cambio de primer ministro. O sea de ajustes mínimo. La vida humana es “deleznable”.
¿Qué hacen los parlamentarios electos de provincias cuando llegan a Lima?: urgen ser llamados congresistas de la República; ¿qué aprenden aquí los hombres y mujeres de la cosa pública?: a mentir, a hablar en estúpido, a abundar en millones de indefiniciones y a prometer lo que no pueden cumplir.
¿Qué embrujo maléfico, sortilegio contumaz o hechizo malhadado, pervierte, tuberculiza, convierte en monstruos a los ciudadanos de esta capital que se cree divina rectora de los destinos del país?
Lima tiene 487 años de fundada por el porquerizo natural de Trujillo de Extremadura, España, Francisco Pizarro, y desde entonces, cual foete castigador, ha impuesto su peso centralista, nucleador fragilísimo, racista y discriminador, al resto del país. Lima debería implorar perdón al Perú.
Bien ha preguntado Manuel Cerna, estudioso del arte y sus expresiones culturales: ¿Merece Lima seguir siendo capital del Perú?

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Lima debería implorar perdón al Perú
Los días precedentes confirmaron con elocuencia imbatible, el divorcio entre una Lima infestada de conservadores a ultranza y el resto del país que tiene sus propias dinámicas, protestas, creaciones y orgullos invictos. Lima pretende persistir con el desdén mandón y lo único que ha cosechado fueron 26 trágicas muertes a balazos.
Y tenemos un gobierno que no se inmuta en la tragedia y quiere hacernos creer que es un tema de cambio de primer ministro. O sea de ajustes mínimo. La vida humana es “deleznable”.
¿Qué hacen los parlamentarios electos de provincias cuando llegan a Lima?: urgen ser llamados congresistas de la República; ¿qué aprenden aquí los hombres y mujeres de la cosa pública?: a mentir, a hablar en estúpido, a abundar en millones de indefiniciones y a prometer lo que no pueden cumplir.
¿Qué embrujo maléfico, sortilegio contumaz o hechizo malhadado, pervierte, tuberculiza, convierte en monstruos a los ciudadanos de esta capital que se cree divina rectora de los destinos del país?
Lima tiene 487 años de fundada por el porquerizo natural de Trujillo de Extremadura, España, Francisco Pizarro, y desde entonces, cual foete castigador, ha impuesto su peso centralista, nucleador fragilísimo, racista y discriminador, al resto del país. Lima debería implorar perdón al Perú.
Bien ha preguntado Manuel Cerna, estudioso del arte y sus expresiones culturales: ¿Merece Lima seguir siendo capital del Perú?
