Kamala y Mike: la pura sangre y el potro blanco
El segundo debate para las elecciones del 3 de noviembre en los Estados Unidos ha sido entre lo que en términos figurativos sin ser ofensivo, una pura sangre como la senadora demócrata Kamala Harris y un potro blanco como el actual vicepresidente Mike Pence.
Ambos son abogados y muy articulados. Solo seis años de diferencia de edad los separan. En el caso de Kamala Harris abogada y activista desde siempre, creándose una fama de defensora de las minorías de los derechos civiles en todas sus formas, lo cual poco a poco le permitió ascender en el sistema judicial hasta convertirse en una fiscal de polendas. Una reputación de radical en muchas de sus propuestas pudo haberle costado las reticencias de cierto sector conservador en el partido demócrata, sobre todo cuando trató de dar un salto mayor buscando la nominación a la candidatura presidencial de ese partido hace cuatro años. Pero no, estos últimos ella logró sortear todas las reticencias y mas bien ha generado un amplio consenso en el electorado femenino como también en las minorías étnicas tanto afroamericanas y con menor consenso entre el latino, muy dividido en sus preferencias. Ella es una luchadora nata, mas por principio que por reivindicación y ya en el 2007 algunas publicaciones como el New York Times, la percibían como presidenciable. Por una vez los diarios no se han equivocado.
Por otro lado Mike Pence, ha equilibrado con creces y en mucho el triste espectáculo que dio el presidente Trump en el debate con Biden y que sigue dando con su comportamiento errático de los últimos días y que puede reducir aún mas el tambaleante electorado que seguía su candidatura.
Si las tendencias se mantienen o acentúan en los pocos días que faltan, el resultado puede ser desastroso para los republicanos, no solo en lo electoral, sino también en el “after day” pues Trump ha destruido la respetabilidad que tenía este partido en muchos sectores, creando muchas defecciones de conocidos líderes republicanos y no pocos visibles personajes que han colaborado con presidentes republicanos. Siete ex miembros del gabinete del ex presidente Bush y casi una cincuentena de altos oficiales del ejército han manifestado que no votarán por la reelección de Trump, pues sería apoyar reconducir un período con un plan desastroso en muchos aspectos, pero sobre todo fragilizando la institución de la presidencia.
Trump efectivamente se ha esforzado por hacer de su período, un campo de impredictibilidad absoluta, no se sabe en busca de qué cuando tranquilamente hubiese podido disfrutar de su cuantiosa riqueza y guardar un margen de influencia. Pero no, él ha buscado la confrontación gratuita y se ha ganado la desconfianza de todos. Lo peor ha sido que perdidas las elecciones, las investigaciones que le harán para investigar sus no pagos de impuestos le pueden hacer la vida muy difícil y los últimos destapes indican también que los negocios a los cuales se ha prestado su simpática y leal hija Ivanka Trump no han sido tan santos como parecían. La bella Ivankita parece haber heredado algunas mañas del papá y eso le puede costar caro también a ella. Lo cierto es que muchos republicanos se golpean la cabeza y se comen las uñas de haber apostado todo a un solo caballo en estas elecciones. Pueden perder soga, cabra y hasta la pradera.
Esta pesada mochila de los Trump, evidentemente influye en la tensión de lo que tenía que defender durante el debate con Kamala Harris, el correcto Mike Pence, que siempre se vendió a sí mismo como un católico, conservador y republicano. “En ese orden” siempre ha afirmado. El ya había tenido experiencia como locutor de radio y presentador de televisión antes de hacer carrera como diputado y luego como gobernador de Indiana. Hombre discreto e impasible, equilibrado pero hábil para los debates y capaz de captar inmediatamente las debilidades de su rival. Todo lo opuesto a Trump, mas amigo de la diatriba, la burla y del insulto. Si bien en muchas de sus intervenciones sobre temas puntuales, Pence fue impreciso y al límite de la falsedad, fue muy diferente en eso, de Trump que optaba sin medir las consecuencias no por la imprecisión sino por la mentira pura y simple y cuando optaba por la ambigüedad, al responder preguntas delicadas y que requerían una respuesta contundente y responsable como cuál será su reacción si pierde las elecciones: si respetará los resultados o no. Esta desconfianza que está suscitando Trump sobre la fiabilidad del voto postal está creando diversas inquietudes que fragilizan la democracia made in USA, mas de lo que ya está.
Los temas tratados en el debate Kamala Harris/Mike Pence, por el cortísimo tiempo de palabra, no les permitieron explayarse a ninguno de los dos, sobre muchos aspectos que ambos manejaban. Ella como senadora y él como vicepresidente.
Es evidentemente mas difícil defender un legado como el que tenía que defender Pence, sobre todo sobre temas como el de la pandemia, los problemas raciales, la violencia policiaca, las carencias del sistema de salud, la inmigración y la nueva nominacion para la corte suprema, todos ellos temas que en la forma y en el fondo llevan en su manejo, el sello de haber sido muy manoseados por el presidente Trump. Mike Pence sin embargo cumplió bien el encargo, quizás ningún otro líder republicano, lo hubiese podido haber hecho mejor y de haber sido Pence, el candidato republicano a la presidencia, nadie duda a estas alturas, que hubiese dejado una mejor imagen que Trump y hubiese captado mejor a los electorados conservadores de centro de ambos partidos y a pesar del manejo desastroso de la pandemia hubiese podido dar mejor pelea, capitalizando la recuperación económica que se percibía antes de la pandemia, sobre todo en el acápite del empleo.
Su lealtad a Trump, ha terminado mas bien haciendo que Pence sea percibido también como parte del problema. Ha tratado este de “inocentar” tanto como ha podido los deslices de Trump, no deslindando en tiempo real, cuando éste apoyaba suicidariamente a desembozados grupos fascistoides de toda calaña, y exculparlo también a destiempo el que no se hayan tomado las medidas necesarias en la lucha para la pandemia.
Faltó Pence a la verdad durante el debate, al aducir que se cortaron todos los vuelos provenientes desde China al inicio de la pandemia. Eso no era cierto y además todo indicaba que se tomó esta decisión cuando se sabía que ya el coronavirus desde febrero no venía desde China sino desde Europa, como lo comprobó la grave irradiación de la pandemia en España, Italia y Francia. Pence durante la campaña ha sido consecuente, sin mayores aspavientos de los temas que como cristiano conservador ha defendido durante su carrera política como lo son la lucha contra el aborto y en coincidencia con Trump el tema de no apoyar el control de armas y menos aun su reticencia hacia el uso de las energías renovables. Sobre este último tema, se defendió como pudo en el debate, pero es increíble que con los desastres climáticos de estos últimos años, se persista en la ceguera de no aceptar el tema de las medidas sobre el cambio climático.
Kamala Harris tiene todas las características de la encarnación del American dream en sus aspectos mas nobles. Bella mujer, dueña de una sonrisa generosa y una personalidad avasalladora y con una mirada no exenta de picardía, sin duda por la parte latina que lleva en su sangre es una mujer que sintetiza los sueños de los inmigrantes de primera generación. Esta mujer que hasta el borde de los 50 años no se había casado aún y que ahora es esposa de un divorciado que cuando habla de ella parece ser un adolescente enamorado, está al borde de ser la primera mujer de color en ser vicepresidenta de los Estados Unidos y en la medida que si Biden es elegido, éste por su avanzada edad, no vaya a la reelección ella será sin duda la candidata a la presidencia de los Estados Unidos en 2024.
Impresionante país que a menos de 10 años de que Obama deje la presidencia se habrá reinventado políticamente otra vez. La diferencia de las preferencias para el 3 de noviembre se han acentuado a un punto casi irreversible, pues el electorado femenino y las minorías apoyan contundentemente a Biden, gracias en mucho a la presencia de Kamala Harris y hoy las personas de tercera edad, que en las anteriores elecciones le dieron su preferencia a Trump, con el pésimo manejo de la pandemia y concientes que la mayor parte de los fallecidos ha sido gente de tercera edad, al ver que algún amigo cercano pasó a mejor vida o que algún otro esté contagiado, al final se han dicho a sí mismos: “No vuelvo a votar por Trump”.
Con lo cual la suerte ya parece estar echada.
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Kamala y Mike: la pura sangre y el potro blanco
El segundo debate para las elecciones del 3 de noviembre en los Estados Unidos ha sido entre lo que en términos figurativos sin ser ofensivo, una pura sangre como la senadora demócrata Kamala Harris y un potro blanco como el actual vicepresidente Mike Pence.
Ambos son abogados y muy articulados. Solo seis años de diferencia de edad los separan. En el caso de Kamala Harris abogada y activista desde siempre, creándose una fama de defensora de las minorías de los derechos civiles en todas sus formas, lo cual poco a poco le permitió ascender en el sistema judicial hasta convertirse en una fiscal de polendas. Una reputación de radical en muchas de sus propuestas pudo haberle costado las reticencias de cierto sector conservador en el partido demócrata, sobre todo cuando trató de dar un salto mayor buscando la nominación a la candidatura presidencial de ese partido hace cuatro años. Pero no, estos últimos ella logró sortear todas las reticencias y mas bien ha generado un amplio consenso en el electorado femenino como también en las minorías étnicas tanto afroamericanas y con menor consenso entre el latino, muy dividido en sus preferencias. Ella es una luchadora nata, mas por principio que por reivindicación y ya en el 2007 algunas publicaciones como el New York Times, la percibían como presidenciable. Por una vez los diarios no se han equivocado.
Por otro lado Mike Pence, ha equilibrado con creces y en mucho el triste espectáculo que dio el presidente Trump en el debate con Biden y que sigue dando con su comportamiento errático de los últimos días y que puede reducir aún mas el tambaleante electorado que seguía su candidatura.
Si las tendencias se mantienen o acentúan en los pocos días que faltan, el resultado puede ser desastroso para los republicanos, no solo en lo electoral, sino también en el “after day” pues Trump ha destruido la respetabilidad que tenía este partido en muchos sectores, creando muchas defecciones de conocidos líderes republicanos y no pocos visibles personajes que han colaborado con presidentes republicanos. Siete ex miembros del gabinete del ex presidente Bush y casi una cincuentena de altos oficiales del ejército han manifestado que no votarán por la reelección de Trump, pues sería apoyar reconducir un período con un plan desastroso en muchos aspectos, pero sobre todo fragilizando la institución de la presidencia.
Trump efectivamente se ha esforzado por hacer de su período, un campo de impredictibilidad absoluta, no se sabe en busca de qué cuando tranquilamente hubiese podido disfrutar de su cuantiosa riqueza y guardar un margen de influencia. Pero no, él ha buscado la confrontación gratuita y se ha ganado la desconfianza de todos. Lo peor ha sido que perdidas las elecciones, las investigaciones que le harán para investigar sus no pagos de impuestos le pueden hacer la vida muy difícil y los últimos destapes indican también que los negocios a los cuales se ha prestado su simpática y leal hija Ivanka Trump no han sido tan santos como parecían. La bella Ivankita parece haber heredado algunas mañas del papá y eso le puede costar caro también a ella. Lo cierto es que muchos republicanos se golpean la cabeza y se comen las uñas de haber apostado todo a un solo caballo en estas elecciones. Pueden perder soga, cabra y hasta la pradera.
Esta pesada mochila de los Trump, evidentemente influye en la tensión de lo que tenía que defender durante el debate con Kamala Harris, el correcto Mike Pence, que siempre se vendió a sí mismo como un católico, conservador y republicano. “En ese orden” siempre ha afirmado. El ya había tenido experiencia como locutor de radio y presentador de televisión antes de hacer carrera como diputado y luego como gobernador de Indiana. Hombre discreto e impasible, equilibrado pero hábil para los debates y capaz de captar inmediatamente las debilidades de su rival. Todo lo opuesto a Trump, mas amigo de la diatriba, la burla y del insulto. Si bien en muchas de sus intervenciones sobre temas puntuales, Pence fue impreciso y al límite de la falsedad, fue muy diferente en eso, de Trump que optaba sin medir las consecuencias no por la imprecisión sino por la mentira pura y simple y cuando optaba por la ambigüedad, al responder preguntas delicadas y que requerían una respuesta contundente y responsable como cuál será su reacción si pierde las elecciones: si respetará los resultados o no. Esta desconfianza que está suscitando Trump sobre la fiabilidad del voto postal está creando diversas inquietudes que fragilizan la democracia made in USA, mas de lo que ya está.
Los temas tratados en el debate Kamala Harris/Mike Pence, por el cortísimo tiempo de palabra, no les permitieron explayarse a ninguno de los dos, sobre muchos aspectos que ambos manejaban. Ella como senadora y él como vicepresidente.
Es evidentemente mas difícil defender un legado como el que tenía que defender Pence, sobre todo sobre temas como el de la pandemia, los problemas raciales, la violencia policiaca, las carencias del sistema de salud, la inmigración y la nueva nominacion para la corte suprema, todos ellos temas que en la forma y en el fondo llevan en su manejo, el sello de haber sido muy manoseados por el presidente Trump. Mike Pence sin embargo cumplió bien el encargo, quizás ningún otro líder republicano, lo hubiese podido haber hecho mejor y de haber sido Pence, el candidato republicano a la presidencia, nadie duda a estas alturas, que hubiese dejado una mejor imagen que Trump y hubiese captado mejor a los electorados conservadores de centro de ambos partidos y a pesar del manejo desastroso de la pandemia hubiese podido dar mejor pelea, capitalizando la recuperación económica que se percibía antes de la pandemia, sobre todo en el acápite del empleo.
Su lealtad a Trump, ha terminado mas bien haciendo que Pence sea percibido también como parte del problema. Ha tratado este de “inocentar” tanto como ha podido los deslices de Trump, no deslindando en tiempo real, cuando éste apoyaba suicidariamente a desembozados grupos fascistoides de toda calaña, y exculparlo también a destiempo el que no se hayan tomado las medidas necesarias en la lucha para la pandemia.
Faltó Pence a la verdad durante el debate, al aducir que se cortaron todos los vuelos provenientes desde China al inicio de la pandemia. Eso no era cierto y además todo indicaba que se tomó esta decisión cuando se sabía que ya el coronavirus desde febrero no venía desde China sino desde Europa, como lo comprobó la grave irradiación de la pandemia en España, Italia y Francia. Pence durante la campaña ha sido consecuente, sin mayores aspavientos de los temas que como cristiano conservador ha defendido durante su carrera política como lo son la lucha contra el aborto y en coincidencia con Trump el tema de no apoyar el control de armas y menos aun su reticencia hacia el uso de las energías renovables. Sobre este último tema, se defendió como pudo en el debate, pero es increíble que con los desastres climáticos de estos últimos años, se persista en la ceguera de no aceptar el tema de las medidas sobre el cambio climático.
Kamala Harris tiene todas las características de la encarnación del American dream en sus aspectos mas nobles. Bella mujer, dueña de una sonrisa generosa y una personalidad avasalladora y con una mirada no exenta de picardía, sin duda por la parte latina que lleva en su sangre es una mujer que sintetiza los sueños de los inmigrantes de primera generación. Esta mujer que hasta el borde de los 50 años no se había casado aún y que ahora es esposa de un divorciado que cuando habla de ella parece ser un adolescente enamorado, está al borde de ser la primera mujer de color en ser vicepresidenta de los Estados Unidos y en la medida que si Biden es elegido, éste por su avanzada edad, no vaya a la reelección ella será sin duda la candidata a la presidencia de los Estados Unidos en 2024.
Impresionante país que a menos de 10 años de que Obama deje la presidencia se habrá reinventado políticamente otra vez. La diferencia de las preferencias para el 3 de noviembre se han acentuado a un punto casi irreversible, pues el electorado femenino y las minorías apoyan contundentemente a Biden, gracias en mucho a la presencia de Kamala Harris y hoy las personas de tercera edad, que en las anteriores elecciones le dieron su preferencia a Trump, con el pésimo manejo de la pandemia y concientes que la mayor parte de los fallecidos ha sido gente de tercera edad, al ver que algún amigo cercano pasó a mejor vida o que algún otro esté contagiado, al final se han dicho a sí mismos: “No vuelvo a votar por Trump”.
Con lo cual la suerte ya parece estar echada.