Informe
Señal de Alerta-Herbert Mujica Rojas
13-2-2024
Entre charcos y bosta
No es muy fértil el menú político peruano. Por lo menos si se trata de ideas, éstas escasean y pocas veces se ha contemplado cómo hordas de hunos, con morisquetas y payasadas, pretenden el reconocimiento ciudadano que los aborrece raigalmente.
Pocas dudas hay que en lugar de polemistas vemos a bufones que recitan sus líneas de paporreta, emiten sus disfuerzos estudiados pero son reyes de la nada. ¿Qué dice esta clase de especímenes?: nada, hablan naderías.
Se puede, haciendo un esfuerzo de piedad, comprender a cuarentones huérfanos de materia gris aunque estén presentes en cuanto medio de comunicación que necesite rellenar con cualquier cosa su oferta cotidiana.
Pero ¿qué decir cuando los políticos son añejos, mañosos tinterillos cuyas triquiñuelas son harto conocidas? Algunos ex parlamentarios ayunos de estudio y planteamientos serios, no tuvieron mejor añagaza que elaborar un cuento surreal sobre el suicidio de Alan García.
Las jóvenes promociones debían saber que a los apristas genuinos se les persiguió, golpeó, encarceló y mató. Largos decenios los militantes y líderes de esa agrupación solo tuvieron tres alternativas: encierro, destierro, entierro. Peleaban y morían de pie, dando y recibiendo. El camino pusilánime del suicidio y el escape, estaban vedados por el honor y la altura de la causa.
Carlos García, padre del ex presidente, estuvo más de 8 años preso y jamás clamó por perdón o tuvo la malhadada idea de suicidarse. Pamplinas.
Despropósito innoble y facilista el que algunos sin prestigio intenten una fábula con respecto al personaje del cual vivieron y construyeron sus cuentas boyantes y signos exteriores de riqueza. ¡Como si la gente fuera tonta de capirote!
¿Y qué decir de los fujimoristas que persisten en sus prácticas clientelistas y añagazas para librarse de juicios que los tienen al borde de la prisión otra vez? De capitán a paje todos metidos en el festival de intrigas y zancadillas contra la democracia.
Con esta exhibición de taras ¿cómo puede afrontarse una salida o la conquista de las victorias que nos debe el porvenir según enunciara Manuel González Prada?
La espiral de violencia no amaina porque dentro de los parámetros supuestamente legales también se incurre en vicios y abusos. He dado cuenta pormenorizada de un testigo protegido y que es blanco de la ira de unos ex altos oficiales, tagarotes que creen que la ley no es para ellos.
Entre charcos y bosta camina la sociedad peruana, entristecida y con mirada gris. ¿Es esta la condena irresistible a que está sentenciada la colectividad que fuera guía geopolítica de buena parte de Sudamérica?
Mientras las pandillas políticas persistan en ver con miope observación lo pequeño y no salgan de las covachas de sus hurtos de baja estofa, las chances de renovación no serán visibles.
El gran cuestionamiento debe partir desde las bases en todo el país. Todo debe entrar en una revisión al milímetro y el tribunal moral debe esparcir su influencia castigadora urbi et orbi.
Las leyes inscritas en códices y múltiples manuales, a veces fallan porque los ejecutantes son gentuza de mala vida cuya habilidad consiste en venderse al mejor postor.
La nobleza justiciera de la norma no importa. ¡Interesa qué se captura en el camino o cómo se extorsiona al acusado para no ir preso!
He allí la explicación de porqué hay delincuentes sueltos en sus negocios sucios y son los que proclaman la “limpieza” de sus ejecutorias. Son los que conocen el tarifario detallado de las sentencias y cobran paso a paso.
¿No hemos visto en qué estaba convertido, bajo el ex reinado de la ex fiscal, su despacho? Los recientes testimonios la retratan en medio de un océano de componendas y alianzas non sanctas.
¿Quién controla a los bancos y financieras que compran jueces al peso, policías según prontuario y que consiguen cautelares antes, durante y después de juicios mañosos con abuso físico contra los acusados a los que se llega a amenazar en sus propias casas?
Entre charcos y bosta camina nuestro país.
Un ministro se pelea fieramente con otro y lo que debiera ser secreto o reserva sale a la luz para ilustración o recuerdo de un dicho: ¡la sartén le dice a la olla, no me tiznes!
En Perú lo sabido, de tan sabido ¡se olvida! Por eso hay que repetirlo para que se grabe en la memoria como guión y norte.
Licenciar a generaciones claudicantes, inmersos en aludes de sinvergüencerías, capaces de no sólo vender a sus madres, sino hasta de negociar el precio, es tarea obligatoria de las generaciones peruanas contemporáneas.
Y obligación de los que están de salida, contribuir con generosa reflexión y consejo duradero al edificio patrio que ambiciona una nación libre, justa, culta y digna.
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Señal de Alerta-Herbert Mujica Rojas
13-2-2024
Entre charcos y bosta
No es muy fértil el menú político peruano. Por lo menos si se trata de ideas, éstas escasean y pocas veces se ha contemplado cómo hordas de hunos, con morisquetas y payasadas, pretenden el reconocimiento ciudadano que los aborrece raigalmente.
Pocas dudas hay que en lugar de polemistas vemos a bufones que recitan sus líneas de paporreta, emiten sus disfuerzos estudiados pero son reyes de la nada. ¿Qué dice esta clase de especímenes?: nada, hablan naderías.
Se puede, haciendo un esfuerzo de piedad, comprender a cuarentones huérfanos de materia gris aunque estén presentes en cuanto medio de comunicación que necesite rellenar con cualquier cosa su oferta cotidiana.
Pero ¿qué decir cuando los políticos son añejos, mañosos tinterillos cuyas triquiñuelas son harto conocidas? Algunos ex parlamentarios ayunos de estudio y planteamientos serios, no tuvieron mejor añagaza que elaborar un cuento surreal sobre el suicidio de Alan García.
Las jóvenes promociones debían saber que a los apristas genuinos se les persiguió, golpeó, encarceló y mató. Largos decenios los militantes y líderes de esa agrupación solo tuvieron tres alternativas: encierro, destierro, entierro. Peleaban y morían de pie, dando y recibiendo. El camino pusilánime del suicidio y el escape, estaban vedados por el honor y la altura de la causa.
Carlos García, padre del ex presidente, estuvo más de 8 años preso y jamás clamó por perdón o tuvo la malhadada idea de suicidarse. Pamplinas.
Despropósito innoble y facilista el que algunos sin prestigio intenten una fábula con respecto al personaje del cual vivieron y construyeron sus cuentas boyantes y signos exteriores de riqueza. ¡Como si la gente fuera tonta de capirote!
¿Y qué decir de los fujimoristas que persisten en sus prácticas clientelistas y añagazas para librarse de juicios que los tienen al borde de la prisión otra vez? De capitán a paje todos metidos en el festival de intrigas y zancadillas contra la democracia.
Con esta exhibición de taras ¿cómo puede afrontarse una salida o la conquista de las victorias que nos debe el porvenir según enunciara Manuel González Prada?
La espiral de violencia no amaina porque dentro de los parámetros supuestamente legales también se incurre en vicios y abusos. He dado cuenta pormenorizada de un testigo protegido y que es blanco de la ira de unos ex altos oficiales, tagarotes que creen que la ley no es para ellos.
Entre charcos y bosta camina la sociedad peruana, entristecida y con mirada gris. ¿Es esta la condena irresistible a que está sentenciada la colectividad que fuera guía geopolítica de buena parte de Sudamérica?
Mientras las pandillas políticas persistan en ver con miope observación lo pequeño y no salgan de las covachas de sus hurtos de baja estofa, las chances de renovación no serán visibles.
El gran cuestionamiento debe partir desde las bases en todo el país. Todo debe entrar en una revisión al milímetro y el tribunal moral debe esparcir su influencia castigadora urbi et orbi.
Las leyes inscritas en códices y múltiples manuales, a veces fallan porque los ejecutantes son gentuza de mala vida cuya habilidad consiste en venderse al mejor postor.
La nobleza justiciera de la norma no importa. ¡Interesa qué se captura en el camino o cómo se extorsiona al acusado para no ir preso!
He allí la explicación de porqué hay delincuentes sueltos en sus negocios sucios y son los que proclaman la “limpieza” de sus ejecutorias. Son los que conocen el tarifario detallado de las sentencias y cobran paso a paso.
¿No hemos visto en qué estaba convertido, bajo el ex reinado de la ex fiscal, su despacho? Los recientes testimonios la retratan en medio de un océano de componendas y alianzas non sanctas.
¿Quién controla a los bancos y financieras que compran jueces al peso, policías según prontuario y que consiguen cautelares antes, durante y después de juicios mañosos con abuso físico contra los acusados a los que se llega a amenazar en sus propias casas?
Entre charcos y bosta camina nuestro país.
Un ministro se pelea fieramente con otro y lo que debiera ser secreto o reserva sale a la luz para ilustración o recuerdo de un dicho: ¡la sartén le dice a la olla, no me tiznes!
En Perú lo sabido, de tan sabido ¡se olvida! Por eso hay que repetirlo para que se grabe en la memoria como guión y norte.
Licenciar a generaciones claudicantes, inmersos en aludes de sinvergüencerías, capaces de no sólo vender a sus madres, sino hasta de negociar el precio, es tarea obligatoria de las generaciones peruanas contemporáneas.
Y obligación de los que están de salida, contribuir con generosa reflexión y consejo duradero al edificio patrio que ambiciona una nación libre, justa, culta y digna.