El trilema de Rodrik y el dilema de Europa
Un espíritu de temor muy grande está creciendo en muchos ciudadanos europeos, el pánico ya no sólo es estático ahora es dinámico y va desde el norte hasta el sur. Los habitantes del viejo continente ya no solo llevan el peso cargado en la espalda de frustraciones, impotencias y planes inconcretos de lo que pudo prometer el 2020.
Pero de todos los problemas el económico es el más complejo e infinito, sin amor podemos sobrevivir pero sin los salarios que no llegan cada fin mes es imposible pagar las deudas. El empresario industrial como el emprendedor autónomo se encuentran en la misma situación horizontal y vertical al mismo tiempo, sin rumbo fijo, sin poder ejercer el empoderamiento que tanto costó tener, volviendo a comenzar de cero. La crisis sanitaria mundial a causa del Covid-19, la recesión, la hiperinflación de los precios de los productos de extrema necesidad. No contar con el suficiente capital de trabajo, sin siquiera algo que permita tener una plusvalía del futuro del pretérito pluscuamperfecto: si hubiera hecho esto o lo otro, si hubiera ejecutado tal o cual cosa.
El Trilema de Rodrick, bastante conocido en la marca del mundo de las sumas y restas como el trilema imposible, porque no se puede conseguir todo en la vida, menos en la política. En la Unión Europea, simplemente no proceden las ideas del idealista de la Universidad de Harvard.
Un gobierno soñado casi utópico debe constituir tres elementos: la globalización económica, democracia política y soberanía nacional.
¿Qué es la globalización económica? Es la participación y demanda de diversidad en el mercado nacional e internacional, la capacidad como país de importar todos nuestros recursos y obtener mediante la exportación lo que no producimos directamente. Evidentemente potenciar dones y talentos propios va a generar mayor riqueza interna y en consecuencia un gran poder de ser independientes en el manejo de las finanzas y activos. La democracia política nos da un punto importante en que podemos tomar y arriesgar en nuestras propias decisiones, ya no verlo como parte de un sistema plurilateral o bilateral, simplemente unilateral. Ya no se depende de un orden mayor, cada país crea políticas endógenas y exógenas capaces de ejercer el llamado: Estado de derecho. La soberanía nacional surge cuando se presentan situaciones cotidianas y las que se escapan del control del gobierno, pero el Poder Ejecutivo y el Legislativo tienen la capacidad resolutiva que no implique dejar en desventaja a sus habitantes que le han dado poderes inalienables mediante el voto.
Rodrik sugiere que cada país debe tener la responsabilidad de leer la literatura económica y académica para incluir en su estrategia de gobernabilidad, solo dos opciones de las tres que nos plantea, teniendo en cuenta la flora, fauna, industria, recursos hidrobiológicos, mineros o petroleros de cada uno.
Es así que se producen interesantes posibles combinaciones: globalización económica y democracia política, globalización económica y soberanía nacional, como se analiza no puede hacerse la fusión de democracia política y soberanía nacional ya que el mercado es único y sin la participación en el concepto de comercio universal nadie se podría sustentar ni consolidar a larga plazo.
Es en este trilema que entró el Reino Unido y por ello se produjo el Brexit, es ampliamente interesante saber que la teoría de Rodrik no suena descabellada, aunque sus investigaciones datan de años de estudio, ya se empieza a comprender su idea que no resulta fundamentalista y que tampoco se le quiere ver rezagada.
Los acuerdos de Bretton Woods tomados por los 44 países más ricos e industriales de la post guerra en julio de 1944 en New Hampshire, Estados Unidos, nos marcó en definitiva un nuevo modelo económico, hoy en día después de la tragedia que ha dejado un legado de lamentos, llantos y oscuras ilusiones, cuál será el rumbo económico que decida la Unión Europea frente a un devastador virus que se ha llevado cientos de miles de personas y lo más triste es que el drama todavía no ha terminado, los contagios no cesan y ya solo queda esperar por nuevos pactos ante el actual panorama en el que nos encontramos.
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El trilema de Rodrik y el dilema de Europa
Un espíritu de temor muy grande está creciendo en muchos ciudadanos europeos, el pánico ya no sólo es estático ahora es dinámico y va desde el norte hasta el sur. Los habitantes del viejo continente ya no solo llevan el peso cargado en la espalda de frustraciones, impotencias y planes inconcretos de lo que pudo prometer el 2020.
Pero de todos los problemas el económico es el más complejo e infinito, sin amor podemos sobrevivir pero sin los salarios que no llegan cada fin mes es imposible pagar las deudas. El empresario industrial como el emprendedor autónomo se encuentran en la misma situación horizontal y vertical al mismo tiempo, sin rumbo fijo, sin poder ejercer el empoderamiento que tanto costó tener, volviendo a comenzar de cero. La crisis sanitaria mundial a causa del Covid-19, la recesión, la hiperinflación de los precios de los productos de extrema necesidad. No contar con el suficiente capital de trabajo, sin siquiera algo que permita tener una plusvalía del futuro del pretérito pluscuamperfecto: si hubiera hecho esto o lo otro, si hubiera ejecutado tal o cual cosa.
El Trilema de Rodrick, bastante conocido en la marca del mundo de las sumas y restas como el trilema imposible, porque no se puede conseguir todo en la vida, menos en la política. En la Unión Europea, simplemente no proceden las ideas del idealista de la Universidad de Harvard.
Un gobierno soñado casi utópico debe constituir tres elementos: la globalización económica, democracia política y soberanía nacional.
¿Qué es la globalización económica? Es la participación y demanda de diversidad en el mercado nacional e internacional, la capacidad como país de importar todos nuestros recursos y obtener mediante la exportación lo que no producimos directamente. Evidentemente potenciar dones y talentos propios va a generar mayor riqueza interna y en consecuencia un gran poder de ser independientes en el manejo de las finanzas y activos. La democracia política nos da un punto importante en que podemos tomar y arriesgar en nuestras propias decisiones, ya no verlo como parte de un sistema plurilateral o bilateral, simplemente unilateral. Ya no se depende de un orden mayor, cada país crea políticas endógenas y exógenas capaces de ejercer el llamado: Estado de derecho. La soberanía nacional surge cuando se presentan situaciones cotidianas y las que se escapan del control del gobierno, pero el Poder Ejecutivo y el Legislativo tienen la capacidad resolutiva que no implique dejar en desventaja a sus habitantes que le han dado poderes inalienables mediante el voto.
Rodrik sugiere que cada país debe tener la responsabilidad de leer la literatura económica y académica para incluir en su estrategia de gobernabilidad, solo dos opciones de las tres que nos plantea, teniendo en cuenta la flora, fauna, industria, recursos hidrobiológicos, mineros o petroleros de cada uno.
Es así que se producen interesantes posibles combinaciones: globalización económica y democracia política, globalización económica y soberanía nacional, como se analiza no puede hacerse la fusión de democracia política y soberanía nacional ya que el mercado es único y sin la participación en el concepto de comercio universal nadie se podría sustentar ni consolidar a larga plazo.
Es en este trilema que entró el Reino Unido y por ello se produjo el Brexit, es ampliamente interesante saber que la teoría de Rodrik no suena descabellada, aunque sus investigaciones datan de años de estudio, ya se empieza a comprender su idea que no resulta fundamentalista y que tampoco se le quiere ver rezagada.
Los acuerdos de Bretton Woods tomados por los 44 países más ricos e industriales de la post guerra en julio de 1944 en New Hampshire, Estados Unidos, nos marcó en definitiva un nuevo modelo económico, hoy en día después de la tragedia que ha dejado un legado de lamentos, llantos y oscuras ilusiones, cuál será el rumbo económico que decida la Unión Europea frente a un devastador virus que se ha llevado cientos de miles de personas y lo más triste es que el drama todavía no ha terminado, los contagios no cesan y ya solo queda esperar por nuevos pactos ante el actual panorama en el que nos encontramos.