
Informe
Señal de Alerta-Herbert Mujica Rojas
25-10-2025
¡Dicen una cosa, hacen otra!
Una de las expresiones más comunes en nuestros pagos pasa por ofrecer y decir algo y ¡hacer, realmente, todo lo contrario o distinto! La demagogia, a diestra y siniestra, es parte del menú cotidiano. Y a nadie disgusta, todos bebemos la pócima y nos intoxicamos.
Importa poco el gobierno, todos transitan por aguas turbias y esa penumbra permite toda clase de contrabandos. En nombre de la seguridad se yugulan derechos, protegen abusos que nadie desentraña y las víctimas potenciales son civiles inermes y pacíficos.
Lo pintorescamente ridículo que son los entuertos en la cosa pública peruana, Ejecutivo, Legislativo y Judicial, no necesita ser exagerado para configurar un desmadre total. ¡Cualquiera es un señor, lo mismo un burro que un gran profesor! (tango Cambalache, Enrique Santos Discépolo, 1934)
Tengo pocas dudas que exista un país latinoamericano que se nos compare: aquí tenemos miles de analistas, escritores, poetas, artistas, ensayistas, estrategas, literatos, periodistas, especialistas y demás istas de toda índole y pelaje.
Recuérdese el sorprendente anuncio que hizo el presidente de EEUU Donald Trump cuando reveló que miles de millones de dólares y desde décadas atrás, vía USAID, financiaron a manadas de alfiles que en nombre de la justicia social, confeccionaron o escribieron sus tratados con límites. Las fronteras las pusieron los patrones, los que suministraron los dólares.
De esa pléyade académica, 90% basa su hoja de vida en jirones, piltrafas, menciones ad hoc que se hacen entre sí, alimentando un incienso frágil, incierto, anémico, pero rico en “artículos, tesis, libros” y demás tonteras que engordan egos, superlativizan mediocridades y endiosan a tarados doctos en la media ciencia. ¡En el país de los ciegos, el tuerto es rey!
¡Haga la prueba! Siéntese a leer los diarios, vea televisión y los programas políticos y comprobará que el menú de soluciones para arreglar el Perú está servido. Los tecnócratas lloran a lágrima viva por su Dios Mercado, sin nadie que les salga al frente.
Y muchos disfrazados, continúan con las cantaletas privatistas en torno a su empresa preferida: Petroperú y su modernísima Refinería Talara. Nunca dicen para quiénes trabajan y que pagan sus labores de zapa, pero allí están con largos espacios en prensa escrita, televisiva y radial.
¡Los vendepatria no descansan!
Los oficialistas de turno y de todo régimen que los beneficie, correctamente uniformados, cantan loas y salmodias. Y están listos para, no solo mostrar los dientes por sus defendidos, sino que se “sacrifican” por la “institucionalidad”.
Los empresarios, esos aprovechadores que nunca ponen de la suya sino la del Estado, berrean por menos impuestos cuando nunca los pagan y los palafreneros de las transnacionales en los ministerios, en la burocracia estatal y privada, ONGs y demás pandillas, sólo se hacen dar leyes para sus respectivos cotos de caza. Por eso están gordos, llenos de propiedades, con varios pasaportes y con un conocimiento mundano en los cinco continentes.
¡Como lo anterior no parece importar a nadie, da la impresión que cuanto se diga, es voz que clama en el desierto! El mensaje es que las nuevas generaciones tienen que usar fanales que les alumbren el camino de la liberación. No hacerlo es ser cómplice de la destrucción.
Con travesura llamé a ese conjunto de seres (intelectuales de quiosco, ideólogos de folleto, asistentes a cursillos y seminarios con diploma vistoso y aprovechadores frecuentes de todos los viajes) como los célebres integrantes de la taradocracia peruana porque dicen una cosa, pero hacen otra.
¡Y por cierto, ahora todos son demócratas y luchadores sociales! ¡E íntegros y leales! ¡Qué importa que hayan cobrado del régimen dictatorial de Fujimori! ¡O que hayan mal usado el dinero de la cooperación internacional en sus autos, casas de playa, viajes de todo tipo y en uno que otro folleto soso y engañabobos!
Como tienen prensa, estos grandes vivazos, se prodigan elogios entre ellos con un concepto de escogidos mafiosos que no admite a nadie más. ¡Porque ellos son y punto!
Acabamos de lograr que una casación sea concedida en un juicio civil en que la demandante, Lima Airport Partners, LAP, pretende una reparación moral de US$ 500 mil dólares, y el silencio rodea el suceso. ¡Claro, como si todos los días se demandara medio millón de dólares a los periodistas por supuestas faltas a la reputación moral de una empresa lucrativa!
Además, fehaciente y desvergonzada legislación con nombre propio la que logran abogángsteres para empresotas que ¡no pagan impuestos! Y en esta aventura hay vocación democrática: hay taradócratas de izquierda, derecha, centro, de todas las sangres.
El inventar personajes sólo conduce a un inevitable cometido: falsear, torcer, distorsionar la realidad monda y lironda como es. Y basta con ver a los políticos, gran parte de ellos dice una cosa, pero hace otra.
El resultado es un Perú como el que conocemos, con una taradocracia de bobos que dicen una cosa, y hacen otra, que gobierna al país y que no reconoce derechas o izquierdas, todos sus integrantes son zafios, egoístas, rufianes. ¡Y qué decir de nuestros intelectuales! ¡Gran parte son de juguete! ¡Ventrílocuos hábiles, copiadores sinverguenzas, escritores mediocres!
No es el norte el que buscan estos investigadores fabricados con los años, es el dólar cuantioso, sin tributación ni vigilancia, los viajes intercontinentales y las interminables excursiones pseudo científicas, las que motivan a estos funcionales.
Hacer y organizar son máximas del combate social. Pero no el de folletitos como los que hacen las organizaciones de nuevos gángsteres.
Un país no se rescata con velas encendidas ni estribillos cacofónicos: es una tarea dulce, lectiva, sacrificada, pensando en cómo levantar un Perú digno, justo, culto y libre.
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Informe
Señal de Alerta-Herbert Mujica Rojas
25-10-2025
¡Dicen una cosa, hacen otra!
Una de las expresiones más comunes en nuestros pagos pasa por ofrecer y decir algo y ¡hacer, realmente, todo lo contrario o distinto! La demagogia, a diestra y siniestra, es parte del menú cotidiano. Y a nadie disgusta, todos bebemos la pócima y nos intoxicamos.
Importa poco el gobierno, todos transitan por aguas turbias y esa penumbra permite toda clase de contrabandos. En nombre de la seguridad se yugulan derechos, protegen abusos que nadie desentraña y las víctimas potenciales son civiles inermes y pacíficos.
Lo pintorescamente ridículo que son los entuertos en la cosa pública peruana, Ejecutivo, Legislativo y Judicial, no necesita ser exagerado para configurar un desmadre total. ¡Cualquiera es un señor, lo mismo un burro que un gran profesor! (tango Cambalache, Enrique Santos Discépolo, 1934)
Tengo pocas dudas que exista un país latinoamericano que se nos compare: aquí tenemos miles de analistas, escritores, poetas, artistas, ensayistas, estrategas, literatos, periodistas, especialistas y demás istas de toda índole y pelaje.
Recuérdese el sorprendente anuncio que hizo el presidente de EEUU Donald Trump cuando reveló que miles de millones de dólares y desde décadas atrás, vía USAID, financiaron a manadas de alfiles que en nombre de la justicia social, confeccionaron o escribieron sus tratados con límites. Las fronteras las pusieron los patrones, los que suministraron los dólares.
De esa pléyade académica, 90% basa su hoja de vida en jirones, piltrafas, menciones ad hoc que se hacen entre sí, alimentando un incienso frágil, incierto, anémico, pero rico en “artículos, tesis, libros” y demás tonteras que engordan egos, superlativizan mediocridades y endiosan a tarados doctos en la media ciencia. ¡En el país de los ciegos, el tuerto es rey!
¡Haga la prueba! Siéntese a leer los diarios, vea televisión y los programas políticos y comprobará que el menú de soluciones para arreglar el Perú está servido. Los tecnócratas lloran a lágrima viva por su Dios Mercado, sin nadie que les salga al frente.
Y muchos disfrazados, continúan con las cantaletas privatistas en torno a su empresa preferida: Petroperú y su modernísima Refinería Talara. Nunca dicen para quiénes trabajan y que pagan sus labores de zapa, pero allí están con largos espacios en prensa escrita, televisiva y radial.
¡Los vendepatria no descansan!
Los oficialistas de turno y de todo régimen que los beneficie, correctamente uniformados, cantan loas y salmodias. Y están listos para, no solo mostrar los dientes por sus defendidos, sino que se “sacrifican” por la “institucionalidad”.
Los empresarios, esos aprovechadores que nunca ponen de la suya sino la del Estado, berrean por menos impuestos cuando nunca los pagan y los palafreneros de las transnacionales en los ministerios, en la burocracia estatal y privada, ONGs y demás pandillas, sólo se hacen dar leyes para sus respectivos cotos de caza. Por eso están gordos, llenos de propiedades, con varios pasaportes y con un conocimiento mundano en los cinco continentes.
¡Como lo anterior no parece importar a nadie, da la impresión que cuanto se diga, es voz que clama en el desierto! El mensaje es que las nuevas generaciones tienen que usar fanales que les alumbren el camino de la liberación. No hacerlo es ser cómplice de la destrucción.
Con travesura llamé a ese conjunto de seres (intelectuales de quiosco, ideólogos de folleto, asistentes a cursillos y seminarios con diploma vistoso y aprovechadores frecuentes de todos los viajes) como los célebres integrantes de la taradocracia peruana porque dicen una cosa, pero hacen otra.
¡Y por cierto, ahora todos son demócratas y luchadores sociales! ¡E íntegros y leales! ¡Qué importa que hayan cobrado del régimen dictatorial de Fujimori! ¡O que hayan mal usado el dinero de la cooperación internacional en sus autos, casas de playa, viajes de todo tipo y en uno que otro folleto soso y engañabobos!
Como tienen prensa, estos grandes vivazos, se prodigan elogios entre ellos con un concepto de escogidos mafiosos que no admite a nadie más. ¡Porque ellos son y punto!
Acabamos de lograr que una casación sea concedida en un juicio civil en que la demandante, Lima Airport Partners, LAP, pretende una reparación moral de US$ 500 mil dólares, y el silencio rodea el suceso. ¡Claro, como si todos los días se demandara medio millón de dólares a los periodistas por supuestas faltas a la reputación moral de una empresa lucrativa!
Además, fehaciente y desvergonzada legislación con nombre propio la que logran abogángsteres para empresotas que ¡no pagan impuestos! Y en esta aventura hay vocación democrática: hay taradócratas de izquierda, derecha, centro, de todas las sangres.
El inventar personajes sólo conduce a un inevitable cometido: falsear, torcer, distorsionar la realidad monda y lironda como es. Y basta con ver a los políticos, gran parte de ellos dice una cosa, pero hace otra.
El resultado es un Perú como el que conocemos, con una taradocracia de bobos que dicen una cosa, y hacen otra, que gobierna al país y que no reconoce derechas o izquierdas, todos sus integrantes son zafios, egoístas, rufianes. ¡Y qué decir de nuestros intelectuales! ¡Gran parte son de juguete! ¡Ventrílocuos hábiles, copiadores sinverguenzas, escritores mediocres!
No es el norte el que buscan estos investigadores fabricados con los años, es el dólar cuantioso, sin tributación ni vigilancia, los viajes intercontinentales y las interminables excursiones pseudo científicas, las que motivan a estos funcionales.
Hacer y organizar son máximas del combate social. Pero no el de folletitos como los que hacen las organizaciones de nuevos gángsteres.
Un país no se rescata con velas encendidas ni estribillos cacofónicos: es una tarea dulce, lectiva, sacrificada, pensando en cómo levantar un Perú digno, justo, culto y libre.


