
Desmitificando mitos, los Sechín y los huaicos
El gran filósofo Sir Francis Bacon, creador del método científico inductivo, largamente olvidado por la ciencia actual dejó, con su muerte en 1626, un libro inconcluso, La Nueva Atlántida (New Atlantis), donde narra un viaje a una isla utópica en el Pacífico, para “novelar” una civilización tecnológica muy avanzada (hasta para nuestra época), surgida por conceptos similares a su método inductivo.
Esta isla, en su relato, estaba poblada por los descendientes de los collas (andinos) los cuales describieron al visitante sus métodos de observación, experimentacioón y construcción que eran “similares” a su metodología.
No es imposible que este inconcluso libro, haya sido producto de las noticias provenientes de la genocida invasión europea de los Andes. Genocida no solo en millones liquidados por la esclavitud, el hambre y las plagas; sino por algo también muy valioso, el aniquilamiento del conocimiento experimental de milenios de civilizacion andina. Sin lugar a dudas al viejo Bacon le fue muy grato saber que allende los mares, su filosofia no era un proyecto, sino una realidad palpable.
Esta breve introducción es para postular que los más de 500 años de explotación humana, codicia y saqueo en nuestra tierra, ha sido el marco para ocultar que los monumentos y vestigios prehispánicos que vemos, no fueron productos de “lo mágico-religioso” sino frutos de una ciencia, basada en la observación, experimentación y construcción humana y monumental, cuya estética está íntimamente vinculada a la frase de Bacon citada que postula la obediencia a la Naturaleza.
Los dioses (Kon, Inti, Illapa, Wirakocha, etc.) postulados por cronistas, “ologos” e historiadores; dentro de un marco prehispánico no son tales ni conforman teogonías y, más aun, debido a que son constantes desde las manifestaciones rupestres hasta el inkario. En esto ha tenido gran importancia la bastardización de una cultura & ciencia milenaria por la imposición de sincretismos linguísticos y religiosos, concurrentemente con la depredación destructora de una “colonia” que no terminó hace 200 anos, sino que persiste en nuestros días.
Pero el legado andino está ahí, como un libro abierto, casi gritándonos. Cuando este grito es escuchado, monumentos, cerámicos, textiles, petroglifos, costumbres y métodos subyacentes a sincretismos etc., se hacen evidentes con una lógica natural e incólume.
Dentro de ellas, para dar pocos ejemplos, los monumentos de Cusco y el Valle Sagrado son operaciones mineras por oro y cobre embellecidas en armonía con el ambiente.
Macchu Picchu está localizada en el centro de un gigantesco astroblema de hace 200 millones de años y quizás su antiguo nombre, como el de un cercano pueblo, fue Maranura (de Maran por batan y Ura por parte inferior).
Estan los petroglifos de Toro Muerto que tienen grabados en roca, las operaciones de una mineria eluvial de hace miles de años; también las “misteriosas” líneas de Nazca podrían ser embellecimientos de minería eluvial.
Caral parece un centro metalúrgico donde las fogatas de “adoración” son hornos metalúrgicos en una zona rica en oro y cobre que los mineros artesanales siguen trabajando hoy en día y muchos otros mas.
En ingeniería está el famoso Qhapaq Ñan, que no fue únicamente para llevar pescado fresco al inka, sino una red de antiguos caminos optimizada por los inkas para vincular los “bolsones” de George Squier, un viajero del siglo XIX que escribió reportes mas valiosos que miles de otros libros, por la simple razón que están enlazados lógicamente.
Este artículo es sobre un posible emprendimiento constructivo de hace mas de 2,200 años por el cual se habrían desviado las crecidas del río Casma, con huaicos y todo, para irrigar miles de hectáreas de un actual desierto.
La localizacion es el recientemente reconocido “Complejo Arqueoastronómico Chankillo” calificado banalmente como “centro ceremonial”. Felizmente existen herramientas como Google Earth que nos permiten hoy acercarnos lógicamente a este complejo.
Las torres de Chankillo, están por lo menos, indudablemente ligadas a los solsticios. Su ciencia resumen quizás la encontraremos en la roca-obelisco en el Cerro Sechín que tiene una planta clarísima del concepto Wirakocha.
En este último concepto vale la pena detenerse. El llamado “Dios de los Báculos” por algún arqueólogo, se ha encontrado en vasijas de hace 2,250 años, así como en arte rupestre de edad desconocida.
Los “báculos” es una simplificación porque esta figura tiene, como Osiris en Egipto, diferentes artefactos en las manos, desde serpientes hasta remos.
En mi criterio, este es un principio ordenador constante en la hitoria andina; cuyo “logograma” (elemento grafico que transfiere un concepto o situación, p.e. un signo de deslizamientos en una carretera) mas simple de entender se encuentra en Tiahuanaco.
Los “báculos” son remos. Ello es una forma muy elegante de llamar a WiraKocha (Wira por grasa/espuma y/o surgido del mar, cocha).
En el altar del Coricancha en el lado derecho, está “Mama Cocha” que literalmente se podría interpretar como océano original del cual surge un “puquio” es decir el universo todo. De esta forma este concepto es posiblemente el mayor enlace de la realidad con todo. De esa forma, el surgimiento del concepto, es una vuelta al orden natural, a veces evolutivamente, otra con pachakutis (cambios axiales).
Hace falta notar que pachamama está en el lado masculino y “madre tierra” es muy posiblemente un sincretismo importado de la cultura europea. En la andina prehispánica podría muy bien ser tomado como un príapo que vincula la Tierra con el universo. En un sentido mas abstracto pacha podría ser traducido como evento/realidad y mama como origen. Podría ser origen del evento u originado por el evento.
La vista de pájaro de Chankillo por Google Earth, que permite diferenciar cotas, hacer perfiles, medir áreas, muestra un gran complejo que está explicitado en la foto. Detalles del llamado “centro ceremonial” muestra que es un complejo agroindustrial, con accesos restringidos, plataformas de secado y selección y depósitos circulares. Los “misteriosos” accesos no eran para matar a mazazos a los intrusos, como plantean algunos, sino simples métodos de control como son las inspecciones en los aeropuertos.
Esta misma vista permite apreciar que hoy, después de muchos siglos, la cota del río Casma podría unirse al corredor natural que está entre el centro de procesamiento y las torres y desembocar sus aguas y nutrificantes lodos a una trampa geológica natural hecha por un enjambre de diques (intrusiones tipo vetas grandes en complejos de rocas ígneas o sedimentarias).
Es decir, los Sechín almacenaron agua, fertilizaron desiertos, obtuvieron frutos que precesaron (maíz, papa, frejoles etc.)...obedeciendo a la naturaleza. Y esta “obediencia” la ejemplificaba el concepto Wirakocha.
Qué mejor homenaje, dadas las “catástrofes” anunciadas que buscar hoy rehabilitar este sistema como un verdadero tributo a la inteligencia de nuestro pasado, en lugar de “museanizarlo turísticamente”.
Tanto el complejo industrial, las torres y el Wirakocha del cerro Sechín sonreirian porque su legado en piedra y obra ha sido recibido.
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Desmitificando mitos, los Sechín y los huaicos
El gran filósofo Sir Francis Bacon, creador del método científico inductivo, largamente olvidado por la ciencia actual dejó, con su muerte en 1626, un libro inconcluso, La Nueva Atlántida (New Atlantis), donde narra un viaje a una isla utópica en el Pacífico, para “novelar” una civilización tecnológica muy avanzada (hasta para nuestra época), surgida por conceptos similares a su método inductivo.
Esta isla, en su relato, estaba poblada por los descendientes de los collas (andinos) los cuales describieron al visitante sus métodos de observación, experimentacioón y construcción que eran “similares” a su metodología.
No es imposible que este inconcluso libro, haya sido producto de las noticias provenientes de la genocida invasión europea de los Andes. Genocida no solo en millones liquidados por la esclavitud, el hambre y las plagas; sino por algo también muy valioso, el aniquilamiento del conocimiento experimental de milenios de civilizacion andina. Sin lugar a dudas al viejo Bacon le fue muy grato saber que allende los mares, su filosofia no era un proyecto, sino una realidad palpable.
Esta breve introducción es para postular que los más de 500 años de explotación humana, codicia y saqueo en nuestra tierra, ha sido el marco para ocultar que los monumentos y vestigios prehispánicos que vemos, no fueron productos de “lo mágico-religioso” sino frutos de una ciencia, basada en la observación, experimentación y construcción humana y monumental, cuya estética está íntimamente vinculada a la frase de Bacon citada que postula la obediencia a la Naturaleza.
Los dioses (Kon, Inti, Illapa, Wirakocha, etc.) postulados por cronistas, “ologos” e historiadores; dentro de un marco prehispánico no son tales ni conforman teogonías y, más aun, debido a que son constantes desde las manifestaciones rupestres hasta el inkario. En esto ha tenido gran importancia la bastardización de una cultura & ciencia milenaria por la imposición de sincretismos linguísticos y religiosos, concurrentemente con la depredación destructora de una “colonia” que no terminó hace 200 anos, sino que persiste en nuestros días.
Pero el legado andino está ahí, como un libro abierto, casi gritándonos. Cuando este grito es escuchado, monumentos, cerámicos, textiles, petroglifos, costumbres y métodos subyacentes a sincretismos etc., se hacen evidentes con una lógica natural e incólume.
Dentro de ellas, para dar pocos ejemplos, los monumentos de Cusco y el Valle Sagrado son operaciones mineras por oro y cobre embellecidas en armonía con el ambiente.
Macchu Picchu está localizada en el centro de un gigantesco astroblema de hace 200 millones de años y quizás su antiguo nombre, como el de un cercano pueblo, fue Maranura (de Maran por batan y Ura por parte inferior).
Estan los petroglifos de Toro Muerto que tienen grabados en roca, las operaciones de una mineria eluvial de hace miles de años; también las “misteriosas” líneas de Nazca podrían ser embellecimientos de minería eluvial.
Caral parece un centro metalúrgico donde las fogatas de “adoración” son hornos metalúrgicos en una zona rica en oro y cobre que los mineros artesanales siguen trabajando hoy en día y muchos otros mas.
En ingeniería está el famoso Qhapaq Ñan, que no fue únicamente para llevar pescado fresco al inka, sino una red de antiguos caminos optimizada por los inkas para vincular los “bolsones” de George Squier, un viajero del siglo XIX que escribió reportes mas valiosos que miles de otros libros, por la simple razón que están enlazados lógicamente.
Este artículo es sobre un posible emprendimiento constructivo de hace mas de 2,200 años por el cual se habrían desviado las crecidas del río Casma, con huaicos y todo, para irrigar miles de hectáreas de un actual desierto.
La localizacion es el recientemente reconocido “Complejo Arqueoastronómico Chankillo” calificado banalmente como “centro ceremonial”. Felizmente existen herramientas como Google Earth que nos permiten hoy acercarnos lógicamente a este complejo.
Las torres de Chankillo, están por lo menos, indudablemente ligadas a los solsticios. Su ciencia resumen quizás la encontraremos en la roca-obelisco en el Cerro Sechín que tiene una planta clarísima del concepto Wirakocha.
En este último concepto vale la pena detenerse. El llamado “Dios de los Báculos” por algún arqueólogo, se ha encontrado en vasijas de hace 2,250 años, así como en arte rupestre de edad desconocida.
Los “báculos” es una simplificación porque esta figura tiene, como Osiris en Egipto, diferentes artefactos en las manos, desde serpientes hasta remos.
En mi criterio, este es un principio ordenador constante en la hitoria andina; cuyo “logograma” (elemento grafico que transfiere un concepto o situación, p.e. un signo de deslizamientos en una carretera) mas simple de entender se encuentra en Tiahuanaco.
Los “báculos” son remos. Ello es una forma muy elegante de llamar a WiraKocha (Wira por grasa/espuma y/o surgido del mar, cocha).
En el altar del Coricancha en el lado derecho, está “Mama Cocha” que literalmente se podría interpretar como océano original del cual surge un “puquio” es decir el universo todo. De esta forma este concepto es posiblemente el mayor enlace de la realidad con todo. De esa forma, el surgimiento del concepto, es una vuelta al orden natural, a veces evolutivamente, otra con pachakutis (cambios axiales).
Hace falta notar que pachamama está en el lado masculino y “madre tierra” es muy posiblemente un sincretismo importado de la cultura europea. En la andina prehispánica podría muy bien ser tomado como un príapo que vincula la Tierra con el universo. En un sentido mas abstracto pacha podría ser traducido como evento/realidad y mama como origen. Podría ser origen del evento u originado por el evento.
La vista de pájaro de Chankillo por Google Earth, que permite diferenciar cotas, hacer perfiles, medir áreas, muestra un gran complejo que está explicitado en la foto. Detalles del llamado “centro ceremonial” muestra que es un complejo agroindustrial, con accesos restringidos, plataformas de secado y selección y depósitos circulares. Los “misteriosos” accesos no eran para matar a mazazos a los intrusos, como plantean algunos, sino simples métodos de control como son las inspecciones en los aeropuertos.
Esta misma vista permite apreciar que hoy, después de muchos siglos, la cota del río Casma podría unirse al corredor natural que está entre el centro de procesamiento y las torres y desembocar sus aguas y nutrificantes lodos a una trampa geológica natural hecha por un enjambre de diques (intrusiones tipo vetas grandes en complejos de rocas ígneas o sedimentarias).
Es decir, los Sechín almacenaron agua, fertilizaron desiertos, obtuvieron frutos que precesaron (maíz, papa, frejoles etc.)...obedeciendo a la naturaleza. Y esta “obediencia” la ejemplificaba el concepto Wirakocha.
Qué mejor homenaje, dadas las “catástrofes” anunciadas que buscar hoy rehabilitar este sistema como un verdadero tributo a la inteligencia de nuestro pasado, en lugar de “museanizarlo turísticamente”.
Tanto el complejo industrial, las torres y el Wirakocha del cerro Sechín sonreirian porque su legado en piedra y obra ha sido recibido.