Política

¡De lejos esos AINEs!

hcmujica@gmail.com
¡De lejos esos AINEs!
¡De lejos esos AINEs!
3 de marzo del 2022

¡De lejos esos AINEs!

Ayer miércoles fue un día para no recordar con buen sabor. La vida es un ejercicio difícil, pero con risa, sonrisas, simpatía y don de gentes, hasta es posible comprobar que vale la pena luchar.

Aunque a veces no es así del todo.

Mi añeja afición al ejercicio físico incluye estrambóticos horarios que arrancan a las 3.20 de la madrugada luego de los cuales 10 kilómetros son devorados con suma facilidad y también los llamados “fierros” (pesas, bicicletas estacionarias, mancuernas, todo lo que tiene un gimnasio.

Y como me es difícil entender que uno tiene que entrenar para asimilar los años con dignidad deportiva, me estuve esforzando en una máquina de torsión con la juvenil vanidad vanidosa de esculpir una cintura estilo de 25 años. Debo confesar que en lugar de esa medida, logré un dolor lumbar en el costado derecho.

Y allí viene a cuento este artículo.

Fui a una farmacia y pregunté por algún medicamento eficaz contra esta clase de molestia corporal. Y la señorita muy amable me sugirió una pastilla que contenía ketoprofeno en su composición. Años atrás me inyectaron ese componente contra una dolencia lumbar y fue satisfactorio. Imbuido de ese recuerdo asentí y compré la píldora.

A la hora y media y ya frente a la computadora, sentí un intenso ardor en los ojos, lacrimeo copioso y me entró curiosidad infantil por verme el rostro. ¡Descubrí dos ojos hinchados, uno más que el otro y con una genuina imagen de boxeador apaleado y compungido luego de varios rounds atroces!

Consulté con un médico y luego de la letanía descriptiva, me dijo: ¡usted es alérgico a los AINE! Por cierto nunca fui bueno en química (tampoco en nada) pero esta vez me puse a buscar: Antiinflamatorio no esteroideo-AINE y el ketoprofeno tiene potentes propiedades analgésicas.

¡Bingo! Amainó el dolor lumbar pero me convertí en púgil abollado sin haber levantado ¡siquiera! los brazos y menos bailado en la tarima de lona.

Luego de incontables minutos encontré la levozetiricina que me brindaría nuevamente el equilibrio facial sin exageraciones o modificaciones.

Es decir: soy un genuino alérgico a los AINE y de por vida tengo que recordarlo para no incurrir en la criolla estupidez de ir alegremente a una farmacia y pedir y consumir. Los resultados pueden ser sorprendentes y hasta aterradores.

Conclusión: todas las múltiples gestiones que debía hacer, hube de postergarlas; me consolé con el celular y escuchando los consabidos regaños de los clientes: “estas cosas se tratan personalmente” o “si no vienes ¿qué vas a cobrar, por email, Whatsapp, FB? Ten paciencia, programamos tu factura o recibo para la semana que viene”.

Hay empresarios que imaginan que uno puede pasársela sin comer una semana o caminar las largas distancias en Lima con sol implacable si es que no hay ¡ni para el taxi!

Moraleja: ¡no sea bobo, no se autorecete! Se lo dice un tonto accidentado por la fatuidad de “saber” más que un médico aunque menos que un farmacéutico.

Tags relacionados

Relacionadas

Política

¡De lejos esos AINEs!

hcmujica@gmail.com
¡De lejos esos AINEs!
¡De lejos esos AINEs!
3 de marzo del 2022

¡De lejos esos AINEs!

Ayer miércoles fue un día para no recordar con buen sabor. La vida es un ejercicio difícil, pero con risa, sonrisas, simpatía y don de gentes, hasta es posible comprobar que vale la pena luchar.

Aunque a veces no es así del todo.

Mi añeja afición al ejercicio físico incluye estrambóticos horarios que arrancan a las 3.20 de la madrugada luego de los cuales 10 kilómetros son devorados con suma facilidad y también los llamados “fierros” (pesas, bicicletas estacionarias, mancuernas, todo lo que tiene un gimnasio.

Y como me es difícil entender que uno tiene que entrenar para asimilar los años con dignidad deportiva, me estuve esforzando en una máquina de torsión con la juvenil vanidad vanidosa de esculpir una cintura estilo de 25 años. Debo confesar que en lugar de esa medida, logré un dolor lumbar en el costado derecho.

Y allí viene a cuento este artículo.

Fui a una farmacia y pregunté por algún medicamento eficaz contra esta clase de molestia corporal. Y la señorita muy amable me sugirió una pastilla que contenía ketoprofeno en su composición. Años atrás me inyectaron ese componente contra una dolencia lumbar y fue satisfactorio. Imbuido de ese recuerdo asentí y compré la píldora.

A la hora y media y ya frente a la computadora, sentí un intenso ardor en los ojos, lacrimeo copioso y me entró curiosidad infantil por verme el rostro. ¡Descubrí dos ojos hinchados, uno más que el otro y con una genuina imagen de boxeador apaleado y compungido luego de varios rounds atroces!

Consulté con un médico y luego de la letanía descriptiva, me dijo: ¡usted es alérgico a los AINE! Por cierto nunca fui bueno en química (tampoco en nada) pero esta vez me puse a buscar: Antiinflamatorio no esteroideo-AINE y el ketoprofeno tiene potentes propiedades analgésicas.

¡Bingo! Amainó el dolor lumbar pero me convertí en púgil abollado sin haber levantado ¡siquiera! los brazos y menos bailado en la tarima de lona.

Luego de incontables minutos encontré la levozetiricina que me brindaría nuevamente el equilibrio facial sin exageraciones o modificaciones.

Es decir: soy un genuino alérgico a los AINE y de por vida tengo que recordarlo para no incurrir en la criolla estupidez de ir alegremente a una farmacia y pedir y consumir. Los resultados pueden ser sorprendentes y hasta aterradores.

Conclusión: todas las múltiples gestiones que debía hacer, hube de postergarlas; me consolé con el celular y escuchando los consabidos regaños de los clientes: “estas cosas se tratan personalmente” o “si no vienes ¿qué vas a cobrar, por email, Whatsapp, FB? Ten paciencia, programamos tu factura o recibo para la semana que viene”.

Hay empresarios que imaginan que uno puede pasársela sin comer una semana o caminar las largas distancias en Lima con sol implacable si es que no hay ¡ni para el taxi!

Moraleja: ¡no sea bobo, no se autorecete! Se lo dice un tonto accidentado por la fatuidad de “saber” más que un médico aunque menos que un farmacéutico.

Tags relacionados