
¡Cualquier reelección es degradante!
Las premisas que tienden a las reelecciones son muy simples. Y palurdas. Los analistas mercenarios suelen hacer elogios pro domo sua de características superlativas. Y elogian lo bueno que es el parlamentario y que ello impele, para la salvación de los ciudadanos a que se considere la reforma para que esta circunstancia continúe.
Y como en Fuente Ovejuna, todos a una, el coro repite la salmodia que ésta es la solución que Perú demanda. Deja de ser fundamental la mirada a cómo se están custodiando, si es que algo se está haciendo, los recursos energéticos: gas y petróleo; el medio ambiente, las minorías o los confines nacionales.
Por muchos años el precepto constitucional mexicano de Sufragio efectivo, no reelección, representó un grito libertario y decente. Y el más invocado filón a recordar merced a su eufonía terminante.
¿Qué cercena la posibilidad de desarrollo de un pueblo? De cualquiera de los nuestros. El continuismo, la falta de creatividad y la mediocre estampa de los políticos puede garantizar cualquier cosa menos ética y retos nuevos.
¿Qué renovación podría esperarse de tagarotes que tienen años en el Establo de Plaza Bolívar y que son veteranos en la fautoría de trampas y violaciones a granel bajo las armazones legales de que son finos y audaces autores?: ¡ninguna!
¿Hay alguna posibilidad de reconocer ideas y lustre en algún porcentaje entre los políticos? ¿siquiera al 10%? El asunto es muy polémico porque ellos mismos no se dan cuenta del hastío que provocan.
Débese, de inmediato, denunciar a los vectores oportunistas de estas maniobras. Y señalarlos porque incurren en un delito lesa humanidad a que tienen los pueblos inequívoco derecho y garantía de cumplimiento como soberanos que son.
El pueblo dio su veredicto –contra la reelección- y fue suscrito por millones de votantes

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¡Cualquier reelección es degradante!
Las premisas que tienden a las reelecciones son muy simples. Y palurdas. Los analistas mercenarios suelen hacer elogios pro domo sua de características superlativas. Y elogian lo bueno que es el parlamentario y que ello impele, para la salvación de los ciudadanos a que se considere la reforma para que esta circunstancia continúe.
Y como en Fuente Ovejuna, todos a una, el coro repite la salmodia que ésta es la solución que Perú demanda. Deja de ser fundamental la mirada a cómo se están custodiando, si es que algo se está haciendo, los recursos energéticos: gas y petróleo; el medio ambiente, las minorías o los confines nacionales.
Por muchos años el precepto constitucional mexicano de Sufragio efectivo, no reelección, representó un grito libertario y decente. Y el más invocado filón a recordar merced a su eufonía terminante.
¿Qué cercena la posibilidad de desarrollo de un pueblo? De cualquiera de los nuestros. El continuismo, la falta de creatividad y la mediocre estampa de los políticos puede garantizar cualquier cosa menos ética y retos nuevos.
¿Qué renovación podría esperarse de tagarotes que tienen años en el Establo de Plaza Bolívar y que son veteranos en la fautoría de trampas y violaciones a granel bajo las armazones legales de que son finos y audaces autores?: ¡ninguna!
¿Hay alguna posibilidad de reconocer ideas y lustre en algún porcentaje entre los políticos? ¿siquiera al 10%? El asunto es muy polémico porque ellos mismos no se dan cuenta del hastío que provocan.
Débese, de inmediato, denunciar a los vectores oportunistas de estas maniobras. Y señalarlos porque incurren en un delito lesa humanidad a que tienen los pueblos inequívoco derecho y garantía de cumplimiento como soberanos que son.
El pueblo dio su veredicto –contra la reelección- y fue suscrito por millones de votantes
