Política

Constitucionalistas y abogados ¿para qué?

hcmujica@gmail.com
Constitucionalistas y abogados ¿para qué?
Constitucionalistas y abogados ¿para qué?
28 de octubre del 2020

Constitucionalistas y abogados ¿para qué?

Menudean, de canal en canal, de diario en diario, de radio en radio, abogados y los así llamados constitucionalistas. Hablan de todo y de lo que se les ocurre, casi siempre respondiendo a los profanos que fungen de entrevistadores. No sólo en Perú y en Latinoamérica. Pero, mal de muchos, consuelo de tontos.

El coloniaje mental perdura en Perú. Atribúyese la función congresal como privativa, exclusiva o preferente para el juicio abogadil o constitucionalista. ¡Como si fuera tan complicado identificar problemas centenarios y la solución de los mismos!

Cuando uno es citado a juicio civil o penal, tiene que ir con un abogado. La posibilidad de defenderse como ciudadano y persona se pone en manos de hombre de leyes que no dejan pasar, a veces, la tentación de entenderse con la otra parte con fines crematísticos y ruines. ¡Si no lo sabré que tantas veces fui epicentro de traiciones aleves!

La discusión política, elevada, de horizonte, informada, plena en conocimiento de causas y efectos, NO puede ser dejada en manos de quienes sólo saben judicializar las etapas y responden, casi siempre, al sistema que desea perpetuar las cosas porque las leyes NO cambian nada, sólo matizan el sometimiento del pueblo mayoritario, eso sí en favor de las grandes corpocracias que dictan y perfeccionan sus leyes, los intereses y sus tasas, la intangibilidad de sus dineros y cuando nada funciona del todo, entonces buscan la prescripción de las deudas tributarias porque los señorotes y señoritingos NO quieren pagar los impuestos que sí honra el resto de peruanos. ¿O no es así?

En los últimos 35 ó 40 años cuando se asistía al Congreso, al Senado o Diputados, hasta 1992, oír los debates casi parecía la audición en cualquier tribunal del Palacio de Justicia, los latinazgos, citas orondas y doctas, el elogio a los grandes abogados mundiales y la ficción de paz y equidad, dominaban el escenario. ¿Y el pueblo y sus requerimientos de pan con libertad? ¡Bah, eso “no interesa”, dicen los abogados y constitucionalistas!

Los abogados y constitucionalistas pueden y deben dar su soporte en la discusión técnica y de formulación legal, en segunda fila. La prioridad en la polémica política no la tienen a menos que renuncien, de manera pública y por escrito, a sus bufetes, estudios y no pocas veces cuevas revendoras del patrimonio nacional con sus privatizaciones y de los recursos no renovables del país. Recordemos que, como la mujer del César, no sólo debe serlo, sino parecerlo.

En Chile una mayoría popular cercana al 80% aprobó el derrumbe de la constitución pinochetista que la engrilletaba bajo el mando de 5% de exclusivo linaje y apellidotes que siempre tiene opción a la judicatura, Congreso, burocracia y gerencias públicas y que acumula más del 75% de los ingresos en el país del sur. No ha sido un triunfo partidario sino del pueblo protestante y ¡harto! de una Carta Magna perpetuadora de privilegios y de un sistema de castas que denuncian, todos los días, brillantes periodistas chilenos.

En Bolivia una significativa porción cívica votó por un candidato del partido de Evo Morales. ¿Qué papel fue el de la OEA sino el de un ministerio de las Colonias y también golpista organismo “latinoamericano? El pueblo es más sabio que todos los sabios y el país altiplánico no fue una excepción. ¿Qué espera Perú para cuestionar esa OEA?

La solución, o atisbo firme, de la gran problemática de hambre, falta de trabajo y escasez de salud es una discusión noble, de enorme formato social y POLITICA.

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Menudean, de canal en canal, de diario en diario, de radio en radio, abogados y los así llamados constitucionalistas. Hablan de todo y de lo que se les ocurre, casi siempre respondiendo a los profanos que fungen de entrevistadores. No sólo en Perú y en Latinoamérica. Pero, mal de muchos, consuelo de tontos.

El coloniaje mental perdura en Perú. Atribúyese la función congresal como privativa, exclusiva o preferente para el juicio abogadil o constitucionalista. ¡Como si fuera tan complicado identificar problemas centenarios y la solución de los mismos!

Cuando uno es citado a juicio civil o penal, tiene que ir con un abogado. La posibilidad de defenderse como ciudadano y persona se pone en manos de hombre de leyes que no dejan pasar, a veces, la tentación de entenderse con la otra parte con fines crematísticos y ruines. ¡Si no lo sabré que tantas veces fui epicentro de traiciones aleves!

La discusión política, elevada, de horizonte, informada, plena en conocimiento de causas y efectos, NO puede ser dejada en manos de quienes sólo saben judicializar las etapas y responden, casi siempre, al sistema que desea perpetuar las cosas porque las leyes NO cambian nada, sólo matizan el sometimiento del pueblo mayoritario, eso sí en favor de las grandes corpocracias que dictan y perfeccionan sus leyes, los intereses y sus tasas, la intangibilidad de sus dineros y cuando nada funciona del todo, entonces buscan la prescripción de las deudas tributarias porque los señorotes y señoritingos NO quieren pagar los impuestos que sí honra el resto de peruanos. ¿O no es así?

En los últimos 35 ó 40 años cuando se asistía al Congreso, al Senado o Diputados, hasta 1992, oír los debates casi parecía la audición en cualquier tribunal del Palacio de Justicia, los latinazgos, citas orondas y doctas, el elogio a los grandes abogados mundiales y la ficción de paz y equidad, dominaban el escenario. ¿Y el pueblo y sus requerimientos de pan con libertad? ¡Bah, eso “no interesa”, dicen los abogados y constitucionalistas!

Los abogados y constitucionalistas pueden y deben dar su soporte en la discusión técnica y de formulación legal, en segunda fila. La prioridad en la polémica política no la tienen a menos que renuncien, de manera pública y por escrito, a sus bufetes, estudios y no pocas veces cuevas revendoras del patrimonio nacional con sus privatizaciones y de los recursos no renovables del país. Recordemos que, como la mujer del César, no sólo debe serlo, sino parecerlo.

En Chile una mayoría popular cercana al 80% aprobó el derrumbe de la constitución pinochetista que la engrilletaba bajo el mando de 5% de exclusivo linaje y apellidotes que siempre tiene opción a la judicatura, Congreso, burocracia y gerencias públicas y que acumula más del 75% de los ingresos en el país del sur. No ha sido un triunfo partidario sino del pueblo protestante y ¡harto! de una Carta Magna perpetuadora de privilegios y de un sistema de castas que denuncian, todos los días, brillantes periodistas chilenos.

En Bolivia una significativa porción cívica votó por un candidato del partido de Evo Morales. ¿Qué papel fue el de la OEA sino el de un ministerio de las Colonias y también golpista organismo “latinoamericano? El pueblo es más sabio que todos los sabios y el país altiplánico no fue una excepción. ¿Qué espera Perú para cuestionar esa OEA?

La solución, o atisbo firme, de la gran problemática de hambre, falta de trabajo y escasez de salud es una discusión noble, de enorme formato social y POLITICA.

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