Política

¡Burros públicos, devolución de todo lo mal ganado!

hcmujica@gmail.com
escaños
29 de octubre del 2025

Informe
Señal de Alerta-Herbert Mujica Rojas
30-10-2025

¡Burros públicos, devolución de todo lo mal ganado!

Si la consagración del legislador es a tiempo completo ¿quién o qué entidad controla su productividad? Es decir ¿cuántas leyes formuló desde la génesis hasta la comprobación de su utilidad a la ciudadanía? Legiferantes hay que en ¡25 años! apenas si mandaron a hacer piltrafas para cumplir.

¿Por qué se alocan los candidatos en llegar al Senado y a Diputados? La tesis del ganapán es imbatible: cada 30 de mes hay pago fijo. Además los protocolos elevan a ciudadanos simples y comunes a la altura del doctorado, con choferes anuentes, tropas de secretarias y brigadas de asesores mañosos en usar el tiempo de manera que pasen los años ¡como si nada! ¡No es poco!

Antaño los parlamentarios señalaban su procedencia y representación. Ahora se hacen llamar .. de la República, aunque, hay que confesarlo, la mayoría del público, no alcanza a distinguir ¡ni a 10, de esos 130 anónimos eternos!

Preciso y fundamental es que se audite anualmente el trabajo legislativo del parlamentario. Si no lo hace o incurre en el mismo para dar la apariencia, entonces estamos ante un hurto, un delito penal porque se les paga con dinero del pueblo.

Vigilar el buen uso del dinero del tributante es una forma de control soberano a que el pueblo tiene derecho inalienable.

Si el legiferante no cumple con su tarea y malgasta dinero, DEBE devolver lo que se le pagó y ser sancionado con la prohibición vitalicia de ser contratado por cualquier entidad del Estado.

Con el desorden sempiterno que revolotea en la cabeza de los legisladores, confundieron dedicación exclusiva con entrega total a sus negocios desde la oficina del Congreso. Si un representante hace declaración jurada al salir ¡no hay pretexto válido para incrementar sus bienes, toda vez que le era permitido un solo empleo! ¿O no?

La genuina verdad es que no pocos ambicionan una curul porque están vagando o se aburrieron de los catafalcos a que les envíó la voluntad popular, defraudada por ellos mismos y requieren seguir siendo los emperadores de reinos minúsculos en que gobiernan las maquinarias y aplanan cualquier brote nuevo o levantisco.

El escaño actual, como casi siempre, en la vida republicana, solo ha sido un mueble cómodo, visible, cosmético. Las grandes componendas se facturan en petit comité, los portavoces confeccionan las prioridades y el poder mandamás determina cuáles serán las decisiones. Pero es impresionante cómo la adulación transforma a insignificantes en “personalidades”.

En el formidable texto Nuestros legisladores, Manuel González Prada (a quien no ha leído el 95% de aspirantes), consigna párrafos de atroz descripción del Legislativo:

Minorías, mayorías, palabras de significación aleatoria cuando se piensa que nuestros legisladores suelen amanecer oposicionistas y anochecer ministeriales. Hasta en las minorías de apariencia más homogénea conviene señalar a los hombres-convicción, a los que sostienen una idea, para distinguirles de los hombres-polea, de los que chirrían por no estar lubricados con el aceite de la Caja fiscal.

Entonces ¿de qué nos sirven los Congresos? ¿Por qué, en lugar de discutir la disminución o el aumento de las dietas, no ponen en tela de juicio la necesidad y conveniencia de suprimirse?

¡Qué han de hacerlo! Senadurías y diputaciones dejan de ser cargos temporales y van concluyendo por constituir prebendas inamovibles, feudos hereditarios, bienes propios de ciertas familias, en determinadas circunscripciones.

Hay hombres que, habiendo ejercido por treinta o cuarenta años las funciones de representante, legan a sus hijos o nietos la senaduría o la diputación. No han encontrado la manera de llevarse las curules al otro mundo. Haciendo el solo papel de amenes o turiferarios del Gobierno, los honorables resultan carísimos, tanto por los emolumentos de ley y las propinas extras, como por los favores y canonjías que merodean para sus ahijados, sus electores y sus parientes.

Comadrejas de bolsas insondables, llevan consigo a toda su larga parentela de hambrones y desarrapados. En cada miembro del Poder Legislativo hay un enorme parásito con su innumerable colonia de subparásitos, una especie de animal colectivo y omnívoro que succiona los jugos vitales de la Nación”.

El servidor público, aupado en el Senado o Diputados, que no haga un número mínimo de leyes, debe ser auditado severamente y comprobada la utilidad de su producción. Si falla debe devolver todo lo que le pagó en sueldos el Estado y condecorado como Burro Público y prohibido de contratar con el mismo.

Restituir el juicio de residencia para por lo menos 2 años y evitar que se fuguen los réprobos del país, constituiría un acto soberano, en defensa del pueblo que paga pero que nunca obtiene lo justo y necesario que implica su obligación de honrar.

Los clubes electorales, otrora partidos políticos, requieren reorganizarse y sepultar a los anacrónicos mercaderes que convirtieron una plataforma de lucha en las calles, sindicatos, entidades, en muelles camas para descansar sus indisciplinas y placeres ilícitos.

¿Habrá pensado alguno de los postulantes en vigilar cómo funciona el Congreso? Si no lo ha hecho hasta ahora, no sería mala idea que lo medite. La revolución de pan con libertad no es obsequio del cielo ni llueve abundamente, es gesta, heroísmo, entrega y fe en la forja de un Perú libre, justo, digno y culto.

 

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29 de octubre del 2025

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30-10-2025

¡Burros públicos, devolución de todo lo mal ganado!

Si la consagración del legislador es a tiempo completo ¿quién o qué entidad controla su productividad? Es decir ¿cuántas leyes formuló desde la génesis hasta la comprobación de su utilidad a la ciudadanía? Legiferantes hay que en ¡25 años! apenas si mandaron a hacer piltrafas para cumplir.

¿Por qué se alocan los candidatos en llegar al Senado y a Diputados? La tesis del ganapán es imbatible: cada 30 de mes hay pago fijo. Además los protocolos elevan a ciudadanos simples y comunes a la altura del doctorado, con choferes anuentes, tropas de secretarias y brigadas de asesores mañosos en usar el tiempo de manera que pasen los años ¡como si nada! ¡No es poco!

Antaño los parlamentarios señalaban su procedencia y representación. Ahora se hacen llamar .. de la República, aunque, hay que confesarlo, la mayoría del público, no alcanza a distinguir ¡ni a 10, de esos 130 anónimos eternos!

Preciso y fundamental es que se audite anualmente el trabajo legislativo del parlamentario. Si no lo hace o incurre en el mismo para dar la apariencia, entonces estamos ante un hurto, un delito penal porque se les paga con dinero del pueblo.

Vigilar el buen uso del dinero del tributante es una forma de control soberano a que el pueblo tiene derecho inalienable.

Si el legiferante no cumple con su tarea y malgasta dinero, DEBE devolver lo que se le pagó y ser sancionado con la prohibición vitalicia de ser contratado por cualquier entidad del Estado.

Con el desorden sempiterno que revolotea en la cabeza de los legisladores, confundieron dedicación exclusiva con entrega total a sus negocios desde la oficina del Congreso. Si un representante hace declaración jurada al salir ¡no hay pretexto válido para incrementar sus bienes, toda vez que le era permitido un solo empleo! ¿O no?

La genuina verdad es que no pocos ambicionan una curul porque están vagando o se aburrieron de los catafalcos a que les envíó la voluntad popular, defraudada por ellos mismos y requieren seguir siendo los emperadores de reinos minúsculos en que gobiernan las maquinarias y aplanan cualquier brote nuevo o levantisco.

El escaño actual, como casi siempre, en la vida republicana, solo ha sido un mueble cómodo, visible, cosmético. Las grandes componendas se facturan en petit comité, los portavoces confeccionan las prioridades y el poder mandamás determina cuáles serán las decisiones. Pero es impresionante cómo la adulación transforma a insignificantes en “personalidades”.

En el formidable texto Nuestros legisladores, Manuel González Prada (a quien no ha leído el 95% de aspirantes), consigna párrafos de atroz descripción del Legislativo:

Minorías, mayorías, palabras de significación aleatoria cuando se piensa que nuestros legisladores suelen amanecer oposicionistas y anochecer ministeriales. Hasta en las minorías de apariencia más homogénea conviene señalar a los hombres-convicción, a los que sostienen una idea, para distinguirles de los hombres-polea, de los que chirrían por no estar lubricados con el aceite de la Caja fiscal.

Entonces ¿de qué nos sirven los Congresos? ¿Por qué, en lugar de discutir la disminución o el aumento de las dietas, no ponen en tela de juicio la necesidad y conveniencia de suprimirse?

¡Qué han de hacerlo! Senadurías y diputaciones dejan de ser cargos temporales y van concluyendo por constituir prebendas inamovibles, feudos hereditarios, bienes propios de ciertas familias, en determinadas circunscripciones.

Hay hombres que, habiendo ejercido por treinta o cuarenta años las funciones de representante, legan a sus hijos o nietos la senaduría o la diputación. No han encontrado la manera de llevarse las curules al otro mundo. Haciendo el solo papel de amenes o turiferarios del Gobierno, los honorables resultan carísimos, tanto por los emolumentos de ley y las propinas extras, como por los favores y canonjías que merodean para sus ahijados, sus electores y sus parientes.

Comadrejas de bolsas insondables, llevan consigo a toda su larga parentela de hambrones y desarrapados. En cada miembro del Poder Legislativo hay un enorme parásito con su innumerable colonia de subparásitos, una especie de animal colectivo y omnívoro que succiona los jugos vitales de la Nación”.

El servidor público, aupado en el Senado o Diputados, que no haga un número mínimo de leyes, debe ser auditado severamente y comprobada la utilidad de su producción. Si falla debe devolver todo lo que le pagó en sueldos el Estado y condecorado como Burro Público y prohibido de contratar con el mismo.

Restituir el juicio de residencia para por lo menos 2 años y evitar que se fuguen los réprobos del país, constituiría un acto soberano, en defensa del pueblo que paga pero que nunca obtiene lo justo y necesario que implica su obligación de honrar.

Los clubes electorales, otrora partidos políticos, requieren reorganizarse y sepultar a los anacrónicos mercaderes que convirtieron una plataforma de lucha en las calles, sindicatos, entidades, en muelles camas para descansar sus indisciplinas y placeres ilícitos.

¿Habrá pensado alguno de los postulantes en vigilar cómo funciona el Congreso? Si no lo ha hecho hasta ahora, no sería mala idea que lo medite. La revolución de pan con libertad no es obsequio del cielo ni llueve abundamente, es gesta, heroísmo, entrega y fe en la forja de un Perú libre, justo, digno y culto.

 

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