Política

¡Ah Pedro, Pedro!

simberk025875@gmail.com
¡Ah Pedro, Pedro!
¡Ah Pedro, Pedro!
3 de junio del 2022

¡Ah Pedro, Pedro!

Este hombre no sabe, cuánto daño le está haciendo a la izquierda peruana. Cuánto descrédito le está generando al profesorado rural. Y cuánta desconfianza está suscitando hacia la gente provinciana andina.

Es decir, si antes la izquierda era toda una esperanza para muchos, ahora tendrán que pasar varios años y quizá décadas para que la gente vuelva a creer en ella. Será difícil que se diluya de la memoria colectiva, esta parda izquierda sin ideas, sin cuadros brillantes, atiborrada de gentuzas, plagada de bandidos y cortabolsas. No cabe duda que toda una generación de compatriotas la considerará como sinónimo de desastre, incapaz de crear riqueza, carente de planes de desarrollo y falto de conceptos de progreso. Y cada vez que escuchen la palabra izquierda, no evitarán relacionarla sino, con el deseo de asir la caja fiscal y el cuento de la “milagrosa” nueva constitución, únicos postulados y máximas aspiraciones de la izquierda actual.

Asimismo, por mucho tiempo, la ciudadanía menospreciará, subestimará y hasta desdeñará al profesor rural. Pensará que es el menos preparado para enseñar, creerá que carece de cultura, supondrá que padece de mayor grado de ignorancia y sospechará que es casi iletrada. Y también, por tiempo indefinido, la gente provinciana andina será vista con malicia, desconfianza y sospecha. Pues fácilmente no se borrará de la retentiva urbana, esa imagen evasiva, falsaria, repetitiva y cínica que va dejando como estela, el hombre que ocupa Palacio de Gobierno.

Estoy seguro de que los respetables sobrevivientes de esa vieja izquierda orgánica y programática, están con el ceño fruncido. No cabe la menor duda de que estarán con el rostro adusto, conteniendo la rabia, avergonzados, defraudados, frustrados. Y aunque mucho más avergonzado y con la erubescencia asomándose por el rostro, debe de estar el hijo del propio causante de tantos desencantos. Pues, a este joven, la sola idea de dejar Tacabamba y vivir en Lima le generaba preocupación por sus animales. Pues, cuando un reportero le preguntó que si él ya pensaba quedarse en Lima, al joven Castillo le brotó su natural sensibilidad y le orientó su pureza interior, entonces, no dudó en responderle: «… quién va a ver a mis animales».

A este mismo mozo, es a quien el presidente debe de pedirle algunos consejos. Estoy seguro que su primogénito, no sólo le diría que se pronuncie contra todos aquellos que están deshonrando su nombre y enlodando su gobierno, sino además, le sugeriría exigir una minuciosa investigación para el esclarecimiento de los miles de soles que flotan y de todas las comunicaciones secretas de las que se conocen.

Además, estoy seguro que le aconsejaría decir la verdad sobre la tesis. Le diría que recuerde, que si quienes lo involucraron en el plagio o copia de ese trabajo académico, no son aquellos que le frecuentaron para congraciarse con él, a fin de hacer “méritos” para luego pedirle cargos y exigirle puestos en su gobierno. Incluso, imagino que le sonrojaría recordándole nombres, fechas y lugares.

Y es muy probable que se lo diría pensando en la delicada situación penal a la que ha sido expuesta su propia madre, sin que ella haya sugerido, decidido ni participado. Y es muy posible también, que le reiteraría sus sanos consejos deseando la tranquilidad de su menor hermana y tratando de proteger el honor de su propio apellido. Pero, dudo de que el jefe de Estado le escuche. Pienso en que su condición de rehén se lo impide. Estoy seguro de que le han hecho pisar la celada. No me cabe la menor duda de que lo han hecho pecar. Y que, tarde o temprano irá a purgar sus culpas en la gehenna.

¡Ah Pedro, Pedro!, a fuerza de empeño en los errores, a pulso de perseverancia en los horrores y a pujanza de tenacidad en los desatinos, está haciendo su camino para seguir el destino de los últimos seis presidentes.

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Este hombre no sabe, cuánto daño le está haciendo a la izquierda peruana. Cuánto descrédito le está generando al profesorado rural. Y cuánta desconfianza está suscitando hacia la gente provinciana andina.

Es decir, si antes la izquierda era toda una esperanza para muchos, ahora tendrán que pasar varios años y quizá décadas para que la gente vuelva a creer en ella. Será difícil que se diluya de la memoria colectiva, esta parda izquierda sin ideas, sin cuadros brillantes, atiborrada de gentuzas, plagada de bandidos y cortabolsas. No cabe duda que toda una generación de compatriotas la considerará como sinónimo de desastre, incapaz de crear riqueza, carente de planes de desarrollo y falto de conceptos de progreso. Y cada vez que escuchen la palabra izquierda, no evitarán relacionarla sino, con el deseo de asir la caja fiscal y el cuento de la “milagrosa” nueva constitución, únicos postulados y máximas aspiraciones de la izquierda actual.

Asimismo, por mucho tiempo, la ciudadanía menospreciará, subestimará y hasta desdeñará al profesor rural. Pensará que es el menos preparado para enseñar, creerá que carece de cultura, supondrá que padece de mayor grado de ignorancia y sospechará que es casi iletrada. Y también, por tiempo indefinido, la gente provinciana andina será vista con malicia, desconfianza y sospecha. Pues fácilmente no se borrará de la retentiva urbana, esa imagen evasiva, falsaria, repetitiva y cínica que va dejando como estela, el hombre que ocupa Palacio de Gobierno.

Estoy seguro de que los respetables sobrevivientes de esa vieja izquierda orgánica y programática, están con el ceño fruncido. No cabe la menor duda de que estarán con el rostro adusto, conteniendo la rabia, avergonzados, defraudados, frustrados. Y aunque mucho más avergonzado y con la erubescencia asomándose por el rostro, debe de estar el hijo del propio causante de tantos desencantos. Pues, a este joven, la sola idea de dejar Tacabamba y vivir en Lima le generaba preocupación por sus animales. Pues, cuando un reportero le preguntó que si él ya pensaba quedarse en Lima, al joven Castillo le brotó su natural sensibilidad y le orientó su pureza interior, entonces, no dudó en responderle: «… quién va a ver a mis animales».

A este mismo mozo, es a quien el presidente debe de pedirle algunos consejos. Estoy seguro que su primogénito, no sólo le diría que se pronuncie contra todos aquellos que están deshonrando su nombre y enlodando su gobierno, sino además, le sugeriría exigir una minuciosa investigación para el esclarecimiento de los miles de soles que flotan y de todas las comunicaciones secretas de las que se conocen.

Además, estoy seguro que le aconsejaría decir la verdad sobre la tesis. Le diría que recuerde, que si quienes lo involucraron en el plagio o copia de ese trabajo académico, no son aquellos que le frecuentaron para congraciarse con él, a fin de hacer “méritos” para luego pedirle cargos y exigirle puestos en su gobierno. Incluso, imagino que le sonrojaría recordándole nombres, fechas y lugares.

Y es muy probable que se lo diría pensando en la delicada situación penal a la que ha sido expuesta su propia madre, sin que ella haya sugerido, decidido ni participado. Y es muy posible también, que le reiteraría sus sanos consejos deseando la tranquilidad de su menor hermana y tratando de proteger el honor de su propio apellido. Pero, dudo de que el jefe de Estado le escuche. Pienso en que su condición de rehén se lo impide. Estoy seguro de que le han hecho pisar la celada. No me cabe la menor duda de que lo han hecho pecar. Y que, tarde o temprano irá a purgar sus culpas en la gehenna.

¡Ah Pedro, Pedro!, a fuerza de empeño en los errores, a pulso de perseverancia en los horrores y a pujanza de tenacidad en los desatinos, está haciendo su camino para seguir el destino de los últimos seis presidentes.

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