Política

2020: annus horribilis; 2021: annus incertus

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2020: annus horribilis; 2021: annus incertus
2020: annus horribilis; 2021: annus incertus
5 de enero del 2021

2020: annus horribilis; 2021: annus incertus

El 2020 ha sido, desde cualquier punto que se le mire, un año horrible y el que comienza definitivamente, al margen de cualquier engañoso entusiasmo como el que solía plagar las usuales fiestas de cualquier año nuevo, este 2021, será un año incierto.

Annus horribilis, era una denominación que en las últimas décadas utilizó las reina Isabel de Inglaterra, cuando algunos tropiezos durante el año, habían aquejado no necesariamente a Inglaterra como país, sino refiriéndose, a veces, a sucesos un poco frívolos ligados a la familia real, algún divorcio, alguna conducta impropia o alguna metida de pata con alguna declaración poco feliz o extravagante, no muy politically correct por parte de su esposo.

Esta vez la denominación annus horribilis refiriéndonos al 2020, sí contiene una real y contundente significación, pues la pandemia, que es un evento vivido en forma simultánea y universal por toda la humanidad, era algo inédito. Los eventos de una cierta magnitud, a lo largo de la historia, sólo habían estado ligados a espacios geográficos precisos con impactos diversos y con una cierta lentitud, pues las comunicaciones no tenían la inmediatez de ahora. Un evento traumático para el mundo occidental, fue por ejemplo la caída del imperio romano y otro con un impacto mas global, fue el descubrimiento de América.

En realidad sólo los grandes cambios climáticos, en muchos casos antes de que la especie humana apareciese, como lo fue por ejemplo aquél que generó la desaparición de los dinosaurios, o las grandes glaciaciones que tuvieron un impacto total. Esos fueron eventos también simultáneos y universales que involucraron a la totalidad del planeta, en todo lugar y en el mismo momento.

Al margen del cambio de fecha cronológica, esta pandemia tendrá todavía una continuidad que hará que el 2021 tenga un carácter incierto en muchos aspectos, pues a pesar de la perspectiva de la aparición de una vacuna eficiente, las mutaciones diversas que puede tener el virus van a crear, lamentablemente, otro tipo de pánicos. A pesar de la secuela de muerte que todavía tendremos por delante, ya se ve en la parte sanitaria, la luz al final del túnel. Este año, como nunca, habrá sido un año de avance para la ciencia, sobre todo para la ciencia médica. Las redes de intercambio de información científica, buscando la vacuna o formas de tratamiento para mitigar los sufrimientos que genera el contagio del coronavirus, van a tener consecuencias positivas para la humanidad, no sólo sobre este mal, sino son avances que servirán para el tratamiento de otros males. Hay una nueva fe en la ciencia, al margen del entusiasmo de los grandes laboratorios que este año han visto quintuplicar sus ganancias.

Es evidente que la humanidad saldrá de esta crisis global, pero evidentemente el mundo ya no será el mismo de antes, y la puesta en escena de nuestra vida cotidiana, en lo individual y en lo colectivo, en lo que concierne a temas como salud y educación y nuestra misma percepción del trabajo, van a cambiar en una forma que nunca hubiésemos imaginado, más rápido y con una profundidad que hace menos de un año hubiésemos sido incapaces de predecir.

SALUD: Estábamos acostumbrados a que en condiciones normales, en algún momento de nuestras vidas, seríamos propensos a tener tal o cual enfermedad. Las vacunaciones infantiles para las enfermedades de niñez, una alimentación con ciertos cuidados y unos cuidados específicos durante nuestra vejez y ya teníamos una estrategia, para lo que concierne la salud para atravesar la vida sin mayores contratiempos. Esta pandemia, de forma repentina, nos confrontó con una situación de un peligro absoluto, donde la exposición al contagio, era estar expuesto a una situación mortal. Los países pobres y los más adelantados del mundo entraron en pánico y todos fueron golpeados por igual. A la hora actual, el país que se suponía era el más adelantado en todo, Estados Unidos, con solo 4% de la población del planeta, tiene más del 20% de las víctimas del coronavirus del planeta. Al final, la medicina más eficiente para neutralizar la posibilidad de expansión del contagio y por lo mismo también la mortalidad era aquello que aconsejaba y sigue aconsejando el sentido común: uso de mascarilla, lavado permanente de manos y una distanciación social prudente. Por otro lado, los países que desesperada y comprensiblemente han buscado una comprensible recuperación económica sin haber inculcado esas formas de prudencia en sus ciudadanos, seguirán sufriendo las consecuencias sea en Perú, España, México o Estados Unidos.

EDUCACIÓN: Aunque en muchos países, se considera que el año escolar, dado el confinamiento casi universal que duró algunos meses al comienzo y con reaperturas y cierres de establecimientos escolares en muchos países, las medidas que se tomaron en relación a la pandemia han generado situaciones que a la larga serán extremamente provechosos para la educación. Me refiero, sobre todo, al casi generalizado uso de los medios digitales para la enseñanza, fundamentalmente la escolar. La enseñanza a distancia era algo muy opcional hasta ahora, algo utilizado más para la enseñanza de idiomas y también como herramienta para formaciones secundarias o complementarias, para maestrías o diplomados no presenciales o cosas por el estilo. Lo cierto es que la enseñanza a distancia no tenía el supuesto 100% de eficacia atribuida a la enseñanza presencial, pues ingenuamente se había pensado que enseñar a distancia era enseñar de la misma manera que cuando uno enseña presencialmente, pero a través de la imagen. Las cosas en realidad son más complicadas y, gracias a la pandemia, se ha visto de afinar la técnica de la enseñanza a distancia para que no tenga nada que envidiar a la enseñanza presencial y alcanzar, si fuera posible, el mismo nivel de eficacia. Ese avance será el gran legado que tendrá esta pandemia en la educación.

El avance, la simplificación y la propagación del uso del zoom, tendrá un impacto poderoso en los próximos años y los aportes positivos que tendrá el uso del mismo para la educación serán incalculables. Muchos eventos, como congresos o actividades de ese tipo, se han organizado estos últimos años vía zoom. Antes se hubiese pensado que si el evento no era presencial, no valía la pena organizarlo. Incluso muchos de los eventos ligados a nuestro Bicentenario, nos vamos a tener que resignar a organizarlos vía zoom.

LO INDIVIDUAL: A este nivel todos hemos sido impactados en diversas formas, más aun aquellos que a causa de la pandemia han perdido a un ser cercano, sobre todo con el dolor doble de no poder estar cerca de la persona cercana contagiada por el pánico comprensible que al inicio generó la pandemia, en que se pensó que cualquier contagio era una situación irreversible y cualquier acercamiento al contagiado era casi garantía de también serlo. Como nunca una pandemia de características tan globales, nos ha confrontado a situaciones traumáticas de todo tipo, a miedos irracionales, los cuales a su vez han contaminado nuestros comportamientos individuales a todo nivel. El miedo a la muerte, es una situación límite, nos confronta de un porrazo con nuestro pasado, nuestro presente y la posibilidad que no tengamos futuro. En esta navidad han habido sillas vacías en muchos hogares. El dolor y también la cólera contenida y vivida con frustración en el fuero individual, es por el hecho que la pandemia ha hecho descubrir, la precariedad del sistema de salud en países como el Perú. Incluso meses después de iniciada la pandemia, los mismos errores en su manejo han sido repetidos una y otra vez. No sólo no han sido corregidos, sino lo más penoso ha sido ver que al margen de los decesos debidos a la misma pandemia, gran parte de la responsabilidad de muchos de estos óbitos se debió a la forma caótica como se manejó la misma. La terquedad, por ejemplo, de no hacer lo que el sentido común exigía en lo que concierne a la construcción o compra de plantas de oxígeno, en aplicación de pruebas moleculares, amén de las increíbles corruptelas que ha generado la pandemia en la compra de material médico de primera necesidad. Esa irresponsabilidad mayor, que ha sido denunciada, pero que dudamos sea castigada con el rigor debido, ha causado muerte no sólo en los contagiados, sino una penosa proporción de muertes en los servidores que estaban en la primera fila del tratamiento, como los médicos y enfermeros, el personal de servicio y también el personal policial. La pandemia por lo menos, ha evidenciado hasta el exceso, nuestras carencias en todo lo que concierne a la salud. Felizmente, la pandemia nos sorprendió con una cierta solvencia económica, pero igual el manejo caótico de las cosas ha tenido consecuencias desastrosas.

LO COLECTIVO: Nuestro comportamiento grupal y nuestra vida relacional se han visto radicalmente modificadas a causa de la pandemia. El confinamiento de los primeros meses desde ya en mucho destapó múltiples problemas familiares inevitables y que muchas parejas confrontasen problemas relacionales, de los cuales hablaban muy poco o dejaban pasar en forma distraída. La misma relación con los hijos, estaba sujeta a simplificados rituales, pues gran parte de la educación, las familias la dejaban a cargo del colegio. Al haberse interrumpido esta situación de un momento al otro y durante por lo menos los largos meses que duró el confinamiento inicial, los padres descubrieron qué poco nivel de comunicación tenían con sus hijos y en qué mundos tan paralelos vivían con los mismos. El costo-beneficio que al final habrá tenido la pandemia sobre la relación con los hijos será muy positiva, pues la unión frente a miedos externos, cuando esto se procesa en forma positiva crea un comportamiento solidario durable. Los hijos han podido percibir que entre sus padres también había comportamientos de conflicto de los cuales a veces no tenían ni la menor idea. Han escuchado muchas veces hablar en voz alta sobre algunos temas, que ni siquiera imaginaban que existían. La misma precariedad económica que en muchos casos generó la pandemia, sobre todo en familias que vivían con ingresos provenientes del día, ha hecho que los hijos observen los increíbles sacrificios que sus padres hacían para darles una educación y un mínimo de bienestar. Estas consecuencias de la pandemia a la larga tendrán un efecto positivo, aunque el precio a pagar habrá sido un poco alto. El sentimiento familiar habrá salido fortalecido de esta pandemia. Muchos de los niños de ahora le contarán a sus nietos qué vivieron con sus padres, una época horrenda que fue aquel annus horribilis de la pandemia.

LO LABORAL: El impacto en lo laboral, será una de las consecuencias más directas que tendrá la pandemia. Cuando ya haya sido controlada la parte sanitaria, el tema laboral, es algo cuya gravedad todavía es difícil de presagiar. La proliferación del trabajo a distancia sólo concierne a una parte mínima de la masa laboral y en ese campo las dificultades para evaluar el rendimiento, harán que no siempre sea factible. Muchos trabajos, necesariamente se deben hacer en forma presencial.

La pandemia, por otro lado, ha generado una precariedad laboral que en países como el Perú ha simplemente agravado una situación que ya era delicada, por el hecho mismo que gran parte del empleo es informal. La lógica del sistema capitalista en lo que concierne al empleo es bastante preocupante: si no hay ingresos, puedo prescindir de algunos empleados. Al haber exceso de mano de obra desempleada, la mano de obra es más barata y el empleador para colmo siente que no está obligado en generar un empleo estable, pese a los incentivos que ha dado el Estado peruano para que no se generalicen los despidos en el sector formal. El trabajador vive en una precariedad permanente, no sólo en los trabajos repetitivos o físicos. La desesperación por tener un mínimo de ingresos ha llevado a la gente a un dilema trágico: el hambre o el riesgo de tener que ir obligatoriamente al trabajo por necesidad, a sabiendas de los inminentes riesgos del contagio. También los trabajadores en el sector de la salud o en el de la educación viven en una increíble precariedad. La pandemia ha ayudado a descubrir esta penosa realidad y no es con bonos familiares o de solidaridad que esto se solucionará. En diversos sectores productivos, la recuperación a pesar de la pandemia ya comenzó y por lo mismo la necesidad de mano de obra. Sin embargo, la precariedad laboral sigue siendo la misma. Nadie duda que la recuperación económica del Perú, vendrá mas rápido que lo esperado a pesar de nuestros escepticismos, pero la mejora de las condiciones laborales tardará, y como se suele decir solo tendremos crecimiento pero no desarrollo. Lo cierto es que la sociedad peruana ya no aguanta seguir viviendo esta absurda contradicción. Un Estado fallido, y una clase política inepta e improvisada, están creando con una irresponsabilidad evidente y una vocación que podríamos llamar masoquista o suicida, un caldo de cultivo, con un efecto retardado que en algún momento hará saltar la olla. Ya ocurrió en Chile y el cuentazo de que dios es peruano, es un cuento que ya no se lo cree nadie.

Difícilmente habrá en los próximos cien años un año tan horrible como el 2020, pero si no tomamos en serio las enseñanzas que la pandemia nos ha dejado en los cinco temas nombrados, el 2021 y los otros también seguirán siendo igualmente inciertos.

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5 de enero del 2021

2020: annus horribilis; 2021: annus incertus

El 2020 ha sido, desde cualquier punto que se le mire, un año horrible y el que comienza definitivamente, al margen de cualquier engañoso entusiasmo como el que solía plagar las usuales fiestas de cualquier año nuevo, este 2021, será un año incierto.

Annus horribilis, era una denominación que en las últimas décadas utilizó las reina Isabel de Inglaterra, cuando algunos tropiezos durante el año, habían aquejado no necesariamente a Inglaterra como país, sino refiriéndose, a veces, a sucesos un poco frívolos ligados a la familia real, algún divorcio, alguna conducta impropia o alguna metida de pata con alguna declaración poco feliz o extravagante, no muy politically correct por parte de su esposo.

Esta vez la denominación annus horribilis refiriéndonos al 2020, sí contiene una real y contundente significación, pues la pandemia, que es un evento vivido en forma simultánea y universal por toda la humanidad, era algo inédito. Los eventos de una cierta magnitud, a lo largo de la historia, sólo habían estado ligados a espacios geográficos precisos con impactos diversos y con una cierta lentitud, pues las comunicaciones no tenían la inmediatez de ahora. Un evento traumático para el mundo occidental, fue por ejemplo la caída del imperio romano y otro con un impacto mas global, fue el descubrimiento de América.

En realidad sólo los grandes cambios climáticos, en muchos casos antes de que la especie humana apareciese, como lo fue por ejemplo aquél que generó la desaparición de los dinosaurios, o las grandes glaciaciones que tuvieron un impacto total. Esos fueron eventos también simultáneos y universales que involucraron a la totalidad del planeta, en todo lugar y en el mismo momento.

Al margen del cambio de fecha cronológica, esta pandemia tendrá todavía una continuidad que hará que el 2021 tenga un carácter incierto en muchos aspectos, pues a pesar de la perspectiva de la aparición de una vacuna eficiente, las mutaciones diversas que puede tener el virus van a crear, lamentablemente, otro tipo de pánicos. A pesar de la secuela de muerte que todavía tendremos por delante, ya se ve en la parte sanitaria, la luz al final del túnel. Este año, como nunca, habrá sido un año de avance para la ciencia, sobre todo para la ciencia médica. Las redes de intercambio de información científica, buscando la vacuna o formas de tratamiento para mitigar los sufrimientos que genera el contagio del coronavirus, van a tener consecuencias positivas para la humanidad, no sólo sobre este mal, sino son avances que servirán para el tratamiento de otros males. Hay una nueva fe en la ciencia, al margen del entusiasmo de los grandes laboratorios que este año han visto quintuplicar sus ganancias.

Es evidente que la humanidad saldrá de esta crisis global, pero evidentemente el mundo ya no será el mismo de antes, y la puesta en escena de nuestra vida cotidiana, en lo individual y en lo colectivo, en lo que concierne a temas como salud y educación y nuestra misma percepción del trabajo, van a cambiar en una forma que nunca hubiésemos imaginado, más rápido y con una profundidad que hace menos de un año hubiésemos sido incapaces de predecir.

SALUD: Estábamos acostumbrados a que en condiciones normales, en algún momento de nuestras vidas, seríamos propensos a tener tal o cual enfermedad. Las vacunaciones infantiles para las enfermedades de niñez, una alimentación con ciertos cuidados y unos cuidados específicos durante nuestra vejez y ya teníamos una estrategia, para lo que concierne la salud para atravesar la vida sin mayores contratiempos. Esta pandemia, de forma repentina, nos confrontó con una situación de un peligro absoluto, donde la exposición al contagio, era estar expuesto a una situación mortal. Los países pobres y los más adelantados del mundo entraron en pánico y todos fueron golpeados por igual. A la hora actual, el país que se suponía era el más adelantado en todo, Estados Unidos, con solo 4% de la población del planeta, tiene más del 20% de las víctimas del coronavirus del planeta. Al final, la medicina más eficiente para neutralizar la posibilidad de expansión del contagio y por lo mismo también la mortalidad era aquello que aconsejaba y sigue aconsejando el sentido común: uso de mascarilla, lavado permanente de manos y una distanciación social prudente. Por otro lado, los países que desesperada y comprensiblemente han buscado una comprensible recuperación económica sin haber inculcado esas formas de prudencia en sus ciudadanos, seguirán sufriendo las consecuencias sea en Perú, España, México o Estados Unidos.

EDUCACIÓN: Aunque en muchos países, se considera que el año escolar, dado el confinamiento casi universal que duró algunos meses al comienzo y con reaperturas y cierres de establecimientos escolares en muchos países, las medidas que se tomaron en relación a la pandemia han generado situaciones que a la larga serán extremamente provechosos para la educación. Me refiero, sobre todo, al casi generalizado uso de los medios digitales para la enseñanza, fundamentalmente la escolar. La enseñanza a distancia era algo muy opcional hasta ahora, algo utilizado más para la enseñanza de idiomas y también como herramienta para formaciones secundarias o complementarias, para maestrías o diplomados no presenciales o cosas por el estilo. Lo cierto es que la enseñanza a distancia no tenía el supuesto 100% de eficacia atribuida a la enseñanza presencial, pues ingenuamente se había pensado que enseñar a distancia era enseñar de la misma manera que cuando uno enseña presencialmente, pero a través de la imagen. Las cosas en realidad son más complicadas y, gracias a la pandemia, se ha visto de afinar la técnica de la enseñanza a distancia para que no tenga nada que envidiar a la enseñanza presencial y alcanzar, si fuera posible, el mismo nivel de eficacia. Ese avance será el gran legado que tendrá esta pandemia en la educación.

El avance, la simplificación y la propagación del uso del zoom, tendrá un impacto poderoso en los próximos años y los aportes positivos que tendrá el uso del mismo para la educación serán incalculables. Muchos eventos, como congresos o actividades de ese tipo, se han organizado estos últimos años vía zoom. Antes se hubiese pensado que si el evento no era presencial, no valía la pena organizarlo. Incluso muchos de los eventos ligados a nuestro Bicentenario, nos vamos a tener que resignar a organizarlos vía zoom.

LO INDIVIDUAL: A este nivel todos hemos sido impactados en diversas formas, más aun aquellos que a causa de la pandemia han perdido a un ser cercano, sobre todo con el dolor doble de no poder estar cerca de la persona cercana contagiada por el pánico comprensible que al inicio generó la pandemia, en que se pensó que cualquier contagio era una situación irreversible y cualquier acercamiento al contagiado era casi garantía de también serlo. Como nunca una pandemia de características tan globales, nos ha confrontado a situaciones traumáticas de todo tipo, a miedos irracionales, los cuales a su vez han contaminado nuestros comportamientos individuales a todo nivel. El miedo a la muerte, es una situación límite, nos confronta de un porrazo con nuestro pasado, nuestro presente y la posibilidad que no tengamos futuro. En esta navidad han habido sillas vacías en muchos hogares. El dolor y también la cólera contenida y vivida con frustración en el fuero individual, es por el hecho que la pandemia ha hecho descubrir, la precariedad del sistema de salud en países como el Perú. Incluso meses después de iniciada la pandemia, los mismos errores en su manejo han sido repetidos una y otra vez. No sólo no han sido corregidos, sino lo más penoso ha sido ver que al margen de los decesos debidos a la misma pandemia, gran parte de la responsabilidad de muchos de estos óbitos se debió a la forma caótica como se manejó la misma. La terquedad, por ejemplo, de no hacer lo que el sentido común exigía en lo que concierne a la construcción o compra de plantas de oxígeno, en aplicación de pruebas moleculares, amén de las increíbles corruptelas que ha generado la pandemia en la compra de material médico de primera necesidad. Esa irresponsabilidad mayor, que ha sido denunciada, pero que dudamos sea castigada con el rigor debido, ha causado muerte no sólo en los contagiados, sino una penosa proporción de muertes en los servidores que estaban en la primera fila del tratamiento, como los médicos y enfermeros, el personal de servicio y también el personal policial. La pandemia por lo menos, ha evidenciado hasta el exceso, nuestras carencias en todo lo que concierne a la salud. Felizmente, la pandemia nos sorprendió con una cierta solvencia económica, pero igual el manejo caótico de las cosas ha tenido consecuencias desastrosas.

LO COLECTIVO: Nuestro comportamiento grupal y nuestra vida relacional se han visto radicalmente modificadas a causa de la pandemia. El confinamiento de los primeros meses desde ya en mucho destapó múltiples problemas familiares inevitables y que muchas parejas confrontasen problemas relacionales, de los cuales hablaban muy poco o dejaban pasar en forma distraída. La misma relación con los hijos, estaba sujeta a simplificados rituales, pues gran parte de la educación, las familias la dejaban a cargo del colegio. Al haberse interrumpido esta situación de un momento al otro y durante por lo menos los largos meses que duró el confinamiento inicial, los padres descubrieron qué poco nivel de comunicación tenían con sus hijos y en qué mundos tan paralelos vivían con los mismos. El costo-beneficio que al final habrá tenido la pandemia sobre la relación con los hijos será muy positiva, pues la unión frente a miedos externos, cuando esto se procesa en forma positiva crea un comportamiento solidario durable. Los hijos han podido percibir que entre sus padres también había comportamientos de conflicto de los cuales a veces no tenían ni la menor idea. Han escuchado muchas veces hablar en voz alta sobre algunos temas, que ni siquiera imaginaban que existían. La misma precariedad económica que en muchos casos generó la pandemia, sobre todo en familias que vivían con ingresos provenientes del día, ha hecho que los hijos observen los increíbles sacrificios que sus padres hacían para darles una educación y un mínimo de bienestar. Estas consecuencias de la pandemia a la larga tendrán un efecto positivo, aunque el precio a pagar habrá sido un poco alto. El sentimiento familiar habrá salido fortalecido de esta pandemia. Muchos de los niños de ahora le contarán a sus nietos qué vivieron con sus padres, una época horrenda que fue aquel annus horribilis de la pandemia.

LO LABORAL: El impacto en lo laboral, será una de las consecuencias más directas que tendrá la pandemia. Cuando ya haya sido controlada la parte sanitaria, el tema laboral, es algo cuya gravedad todavía es difícil de presagiar. La proliferación del trabajo a distancia sólo concierne a una parte mínima de la masa laboral y en ese campo las dificultades para evaluar el rendimiento, harán que no siempre sea factible. Muchos trabajos, necesariamente se deben hacer en forma presencial.

La pandemia, por otro lado, ha generado una precariedad laboral que en países como el Perú ha simplemente agravado una situación que ya era delicada, por el hecho mismo que gran parte del empleo es informal. La lógica del sistema capitalista en lo que concierne al empleo es bastante preocupante: si no hay ingresos, puedo prescindir de algunos empleados. Al haber exceso de mano de obra desempleada, la mano de obra es más barata y el empleador para colmo siente que no está obligado en generar un empleo estable, pese a los incentivos que ha dado el Estado peruano para que no se generalicen los despidos en el sector formal. El trabajador vive en una precariedad permanente, no sólo en los trabajos repetitivos o físicos. La desesperación por tener un mínimo de ingresos ha llevado a la gente a un dilema trágico: el hambre o el riesgo de tener que ir obligatoriamente al trabajo por necesidad, a sabiendas de los inminentes riesgos del contagio. También los trabajadores en el sector de la salud o en el de la educación viven en una increíble precariedad. La pandemia ha ayudado a descubrir esta penosa realidad y no es con bonos familiares o de solidaridad que esto se solucionará. En diversos sectores productivos, la recuperación a pesar de la pandemia ya comenzó y por lo mismo la necesidad de mano de obra. Sin embargo, la precariedad laboral sigue siendo la misma. Nadie duda que la recuperación económica del Perú, vendrá mas rápido que lo esperado a pesar de nuestros escepticismos, pero la mejora de las condiciones laborales tardará, y como se suele decir solo tendremos crecimiento pero no desarrollo. Lo cierto es que la sociedad peruana ya no aguanta seguir viviendo esta absurda contradicción. Un Estado fallido, y una clase política inepta e improvisada, están creando con una irresponsabilidad evidente y una vocación que podríamos llamar masoquista o suicida, un caldo de cultivo, con un efecto retardado que en algún momento hará saltar la olla. Ya ocurrió en Chile y el cuentazo de que dios es peruano, es un cuento que ya no se lo cree nadie.

Difícilmente habrá en los próximos cien años un año tan horrible como el 2020, pero si no tomamos en serio las enseñanzas que la pandemia nos ha dejado en los cinco temas nombrados, el 2021 y los otros también seguirán siendo igualmente inciertos.

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