Inmortal Jorge Luis Borges, felicidad, vida y literatura
Inmortal Jorge Luis Borges, felicidad, vida y literatura
Hoy aparecen best seller de consumo, destinados a eclipsarse como el relámpago después de millonarias ventas, propio de la globalización líquida. La ingenua academia sueca ha premiado a más de cien escritores con el Nobel. Cual maldición griega, casi todos han caído abatidos por el olvido. Librado de este hechizo, Borges suplicó olvidarnos que existió, sin embargo, cada día se multiplican sus fans alrededor del mundo.
Satirizaba las escuelas literarias. Su esotérica e inimitable literatura, germinada de su prodigiosa imaginación es traducida a casi todos los idiomas. Nos contó el secreto de las ruinas circulares cuyo fuego no calcinó al hijo que jamás tuvo. Nos descubrió el Aleph, átomo del universo, invisible como Internet, atrapado en laberintos de la nada.
De arrebatadora sonrisa fue maestro de la ironía, natural y exquisito conversador. Vivió en su paraíso, su biblioteca. Ahora con Internet, es más leído que todos los autores juntos del boom latinoamericano. El más citado escritor del planeta en el campo científico, fue profesor de literatura y dio conferencias en las más grandes universidades del orbe. Amaba la libertad. Su mayor acto de felicidad fue leer y escribir como coinciden los expertos.
Cuando nos sumergimos en su cosmos literario, la eternidad es posible. Los trucos revelan nuestro inesperado destino. Gozamos de la biblioteca de Babel, intentando capturar el tiempo y los recuerdos. A través de espejos circulares, jugamos con mandalas, sin temor a extraviarnos en los laberintos y desandamos candentes desiertos, seguros de beber el agua de la inmortalidad.
Borges nos legó su extraordinaria humildad. Jamás buscó premios. Perseverante, hizo aquello que disfrutaba a pesar de su ceguera. Nos educó a ser libres y conversar amorosamente. Vivía en un modesto departamento y a la vez fue un ciudadano del mundo, más allá de trasnochadas fronteras. Nunca se jactó de su literatura. Disfrutaba hablar bien de los demás. Escuchaba con pasión a los bisoños escritores, como no suelen hacer muchos presumidos escritores. Afirmaba, la ética salvará a la humanidad.
Curiosamente el destino le gastó ironías. Perdió la visión a los 55 años ante una frondosa biblioteca por leer, recordándonos en su poema, Los Dones. En el atardecer del camino, tropezó con el gran amor de su vida, la bellísima María Kodama. Tuvo tantas patrias como pudo, pero siempre fiel a la literatura. Fue echado de su puesto de bibliotecario para ocupar el puesto de inspector de aves. Renunció, para dedicarse a encandilarnos con sus eruditas y amenas conferencias alrededor del mundo.
Enigmático padre del boom latinoamericano. Releía las mil y una noches. Saboreaba hojas de hierbas de Whitman. Disfrutaba ironías de Wilde. Soñaba con Verlaine. Devoto de Baudelaire. Aventuraba cabalgar con Cervantes. Reía a carcajadas con Quevedo. Desandaba la selva de Kipling. Recorría Dublín de la mano de Joyce. Meditaba la moral de Conrad. Saboreaba las paradojas de Chesterton. Gozaba poemas de Emerson. Gustaba de Eca De Queiros. Viajaba con Shakespeare. Buscaba la felicidad en Schopenhauer y Spencer.
El legado de Borges es literatura y vida. Profundamente humano y genio universal a quien le gustaba el color amarillo y libre anarquista en lo individual. Aquellos quienes se precian de escribir, han de leerlo ineludiblemente con lápiz y papel. De Borges podemos aprender a prescindir de los premios, pues pronto acabará sepultándonos. Solía decir, sin un día sin leer y escribir. Borges es una manera de vivir feliz.
- Todo Jorge Luis Borges en la internet y textos físicos
- Expertos y críticos literarios de Borges.
- Lectores y lectoras de Borges.
- Entrevistas, conversaciones y conferencias de Borges en Youtube.
© David Auris Villegas, escritor y pedagogo peruano.
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Inmortal Jorge Luis Borges, felicidad, vida y literatura
Hoy aparecen best seller de consumo, destinados a eclipsarse como el relámpago después de millonarias ventas, propio de la globalización líquida. La ingenua academia sueca ha premiado a más de cien escritores con el Nobel. Cual maldición griega, casi todos han caído abatidos por el olvido. Librado de este hechizo, Borges suplicó olvidarnos que existió, sin embargo, cada día se multiplican sus fans alrededor del mundo.
Satirizaba las escuelas literarias. Su esotérica e inimitable literatura, germinada de su prodigiosa imaginación es traducida a casi todos los idiomas. Nos contó el secreto de las ruinas circulares cuyo fuego no calcinó al hijo que jamás tuvo. Nos descubrió el Aleph, átomo del universo, invisible como Internet, atrapado en laberintos de la nada.
De arrebatadora sonrisa fue maestro de la ironía, natural y exquisito conversador. Vivió en su paraíso, su biblioteca. Ahora con Internet, es más leído que todos los autores juntos del boom latinoamericano. El más citado escritor del planeta en el campo científico, fue profesor de literatura y dio conferencias en las más grandes universidades del orbe. Amaba la libertad. Su mayor acto de felicidad fue leer y escribir como coinciden los expertos.
Cuando nos sumergimos en su cosmos literario, la eternidad es posible. Los trucos revelan nuestro inesperado destino. Gozamos de la biblioteca de Babel, intentando capturar el tiempo y los recuerdos. A través de espejos circulares, jugamos con mandalas, sin temor a extraviarnos en los laberintos y desandamos candentes desiertos, seguros de beber el agua de la inmortalidad.
Borges nos legó su extraordinaria humildad. Jamás buscó premios. Perseverante, hizo aquello que disfrutaba a pesar de su ceguera. Nos educó a ser libres y conversar amorosamente. Vivía en un modesto departamento y a la vez fue un ciudadano del mundo, más allá de trasnochadas fronteras. Nunca se jactó de su literatura. Disfrutaba hablar bien de los demás. Escuchaba con pasión a los bisoños escritores, como no suelen hacer muchos presumidos escritores. Afirmaba, la ética salvará a la humanidad.
Curiosamente el destino le gastó ironías. Perdió la visión a los 55 años ante una frondosa biblioteca por leer, recordándonos en su poema, Los Dones. En el atardecer del camino, tropezó con el gran amor de su vida, la bellísima María Kodama. Tuvo tantas patrias como pudo, pero siempre fiel a la literatura. Fue echado de su puesto de bibliotecario para ocupar el puesto de inspector de aves. Renunció, para dedicarse a encandilarnos con sus eruditas y amenas conferencias alrededor del mundo.
Enigmático padre del boom latinoamericano. Releía las mil y una noches. Saboreaba hojas de hierbas de Whitman. Disfrutaba ironías de Wilde. Soñaba con Verlaine. Devoto de Baudelaire. Aventuraba cabalgar con Cervantes. Reía a carcajadas con Quevedo. Desandaba la selva de Kipling. Recorría Dublín de la mano de Joyce. Meditaba la moral de Conrad. Saboreaba las paradojas de Chesterton. Gozaba poemas de Emerson. Gustaba de Eca De Queiros. Viajaba con Shakespeare. Buscaba la felicidad en Schopenhauer y Spencer.
El legado de Borges es literatura y vida. Profundamente humano y genio universal a quien le gustaba el color amarillo y libre anarquista en lo individual. Aquellos quienes se precian de escribir, han de leerlo ineludiblemente con lápiz y papel. De Borges podemos aprender a prescindir de los premios, pues pronto acabará sepultándonos. Solía decir, sin un día sin leer y escribir. Borges es una manera de vivir feliz.
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© David Auris Villegas, escritor y pedagogo peruano.